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sábado, 20 de julio de 2019

Maduro en la Encrucijada



Por Juan Pablo Cárdenas S.:
Todos los procesos de cambio van a encontrar siempre duros detractores. Es cuestión de revisar la historia universal, y muy especialmente la de nuestro Continente, para comprobar todo lo ocurrido durante la gesta, por ejemplo, de los héroes y libertadores de América, hasta la de un Salvador Allende y otros genuinos mandatarios propuestos a luchar por la dignidad de sus pueblos.

Nicolás Maduro no podía esperar otra actitud del gobierno de Estados Unidos y de las grandes empresas y consorcios que han colonizado nuestra región, especialmente en el país que tiene las mayores reservas petroleras del Planeta y está tan cerca de la codicia norteamericana y su enorme poder militar y comunicacional. Toda una maquinaria de guerra para desestabilizar y derrocar regímenes e invadir toda suerte de países para apoderarse de sus riquezas y destino político.


Todos los que se proponen concitar el apoyo y el fervor popular para cambiar la historia de sus naciones incurren, desde luego, en errores de distinta naturaleza y casi inevitablemente llegan a ejecutar acciones que dañan la integridad y los derechos de sus opositores y disidentes. Pero también es razonable asumir que siempre estos procesos van a despertar la ira y las conspiraciones criminales de los que necesariamente deben ser afectados en sus intereses; de los que se organizan para atentar contra de la infraestructura y las fuentes de la producción del país; de los que rápidamente se ponen a disposición del imperialismo y aquellos poderes contrarios a que haya pueblos dispuestos a torcerle el rumbo a las inequidades fragrantes y consagradas. Situación que vivía Venezuela con sus enormes riquezas en manos de unos pocos y de las llamadas empresas transnacionales.

Lo que no puede pretender Maduro es que sus transformaciones sean asentidas por el Imperio y el orden internacional que ha consagrado las ideas neoliberales y toleran la democracia y la soberanía popular solo hasta que ven la necesidad de promover dictadores y tiranos que salven o restauren el sistema económico social que los favorece. Libia, Irak, Palestina, Cuba, Irán y otros numerosos ejemplos sirven para explicarse cómo las naciones más poderosas acostumbran a borrar con el codo lo escrito con la mano, tanto en la Revolución Francesa, la Emancipación Americana y otros grandes acontecimientos libertarios.

Los chilenos sufrimos en carne propia la furia del Departamento de Estado, del Pentágono, de la CIA y tantas otras entidades para consumar en 1973 el derrocamiento y magnicidio de nuestro régimen democrático. Para lo cual decidieron financiar y alentar a los militares traidores, a los partidos reaccionarios y, como siempre, reducir o seducir a los llamados centroizquierdistas que, con el tiempo devienen invariablemente en centroderechistas, como tan bien lo expresa ahora nuestra escena política.  Fue así como, una vez acometido el asalto a La Moneda, tomaron posesión de nuestros yacimientos, empresas públicas, medios de comunicación, universidades y tantas otras entidades. Además de asesorar por largo tiempo a Pinochet para organizar campos de concentración, tortura y exterminio, e impregnar enseguida de autoritarismo y leyes terroristas toda nuestra institucionalidad. En el acompañamiento, también, de crímenes que se cometieron en territorio norteamericano, Argentina, Italia y otros países.

Lo que nadie puede negar es que Hugo Chávez y su revolución bolivariana llegaron al poder después de la corrupción de su clase política, los partidos y sus gobiernos. Ganando sucesivas elecciones y consolidando un sistema electoral, después, que fuera calificado por el ex presidente Carter como uno de los más probos y transparentes del mundo, junto con su proceso constituyente y su nueva Carta Fundamental. Porque no se puede ignorar, tampoco, la raigambre que mantienen las ideas chavistas en el pueblo venezolano, su enorme capacidad de movilización enfrente de la dispersión y las contradicciones que manifiestan sus opositores, a los cuales el Gobierno de Maduro les reconociera un triunfo en los comicios legislativos para llegar a instalar al propio Guaidó como presidente del Parlamento.

Difícil sería explicar lo anterior bajo un régimen verdaderamente dictatorial, como se lo acusa, al tiempo que explicarse el severo bloqueo impuesto por Trump a la economía venezolana, en la que no ha trepidado en confiscar depósitos de este país en el extranjero y apropiarse de sus refinarías sin consentimiento alguno del derecho internacional. Junto con ejercer toda suerte de amenazas y alentar la postura fratricida de Colombia, Brasil, Perú y Chile, entre otros, en contra de Venezuela. De gobernantes que son, por supuesto, discípulos de los regímenes militares alentados en la década de los sesenta y setenta en América Latina. Cuyo caso más vergonzoso es el de Sebastián Piñera que hasta llegara a Londres para solidarizar con Pinochet y salvarlo de un juicio internacional. Para luego garantizarle de por vida su impunidad.

Posiblemente sea un error el de Maduro pretender concitar apoyo mundial a su gobierno después de lo sucedido en Chile y tantos otros países. Que haya tenido la ilusión de que un informe de la señora Bachelet pudiera resultar ecuánime, por más abrazos y besos con ésta en el pasado. Solo tendría que haber preguntado cómo llegó la expresidenta chilena a ese alto cargo en las Naciones Unidas, después de sus horribles bemoles en materia de probidad gubernamental, tráfico de influencias y crímenes cometidos contra los mapuches bajo sus gobiernos, cuanto de la mano de su socialista subsecretario de Interior y su operación Huracán. Porque ella podría haber aspirado a una serie de otros cargos internacionales para prolongar su carrera política y peculio, pero jamás a uno que tuviera que ver con los Derechos Humanos, cuando por dos períodos gobernó una de las naciones más desiguales del mundo, sin que haya alterado lo más mínimo nuestra distribución del ingreso y la dependencia extranjera.

De allí que Maduro esté ahora tan complicado y ante una real crisis, luego de la férrea oposición extranjera a sus propósitos, la caída del ingreso petrolero y las enormes demandas económico sociales que abrió su proceso. A lo que hay que sumar el desabastecimiento alentado por la industria y el comercio, tal como lo conocimos en Chile. De todas maneras, debiera renunciar a la bendición de Estados Unidos y de los mismos países que en su momento traicionaron el sueño de la patria común de Bolívar. Preferible sería conformarse con el apoyo de China, Rusia, Turquía y otras poderosas naciones que todavía tendrán que comprobar si su adhesión es sincera y no interesada. Para ocupar, justamente, el espacio que dominaba Estados Unidos.

Debiera también valorar y cuidar mucho Nicolás Maduro la fidelidad de sus Fuerzas Armadas, las que desde hace largos años marcan diferencia con las de otras naciones del continente en materia de formación profesional, composición social y vocación democrática. Proponerse, más bien, ganar amigos en las expresiones realmente progresistas y de izquierda del mundo, despreciando los vaivenes y fragilidad ideológica de toda esa suerte de oportunistas que en el pasado hacían gárgaras de antiimperialismo y ahora se los ve debajo de la mesa del gobierno de Chile, por ejemplo, para recibir sus migajas o agenciarse algunos cargos menores o fugaces como el que se le otorgó al primer Canciller de Piñera por traicionar sus ideas o “pecados” de juventud.

No le vaya a pasar lo mismo a Maduro de lo ocurrido con la Unidad Popular, varios de cuyos dirigentes ya estaban escondidos al momento del 11 de septiembre, mientras Allende combatía y moría en La Moneda.  Los mismos políticos que después terminaron renegando de todo su pasado a la primera invitación de Washington y que, ahora, se instalan a la vanguardia intelectual en la guerra contra Venezuela, bien premunidos de recursos e impudicia. 

Evidentemente, hay que sacar lecciones de la historia y no rendirse a la campaña de desinformación alentada por los medios de comunicación estadounidenses y sus sucursales en nuestra televisión, diarios, radios y redes de internet. El Gobierno de Maduro ha cometido graves errores, si se quiere, pero el peor podría ser la búsqueda de reconocimiento de los que son y serán enemigos de todo cambio y objetivos de justicia. Y que ante el fracaso experimentado en Cúcuta, por ejemplo, ahora alientan mesas de diálogo e intermediación internacional.

La ética debe acompañar siempre los cambios. “La revolución es moral o no es revolución”, escribió Peguy, pero ello no debe llevar a los reformadores a tolerar las acciones criminales de los detractores, el sabotaje y la mentira organizada. Nos parece muy encomiable, sin embargo, que los que mataron a un opositor y conspirador encarcelado sean ejemplarmente juzgados, como ya lo han decidido el Mandatario Venezolano y su Ejército. Ojalá que ello hubiera ocurrido alguna vez bajo las dictaduras militares del Cono Sur o, incluso, bajo los gobiernos pretendidamente democráticos que les siguieron.

Por cierto que no es grato ver a cientos de miles de venezolanos emigrar hacia otros países, muchos de los cuales luego han comprobado su enorme error y desazón. En todo caso, estos movimientos parecen ser inevitables y reiterados, de lo cual sabemos también nosotros los chilenos cuando llegamos a tener más de un millón de compatriotas en el exterior dentro de una población que entonces no superaba los 12 millones de habitantes. Es decir, tres o cuatro veces menos que la venezolana actual. Cuando todavía hoy son más los chilenos en el extranjero que todos los inmigrantes avecindados en nuestro territorio en estos últimos años.

Sería muy triste para todo nuestro continente el fracaso del proceso político venezolano. El gobierno de ese país cuenta con una de las geografías más ricas de América, con un respaldo popular contundente y que nadie puede ignorar, además de la fidelidad profesada por los militares bolivarianos. Por el contrario, su enemigo principal, el presidente Trump, cada día está más desacreditado en el mundo, así como crecen los estadounidenses renuentes a seguirlo en sus disparatados caprichos y despropósitos. Ni qué decir los jefes de estado títeres de la Casa Blanca, como el de nuestro país, con una penosísima adhesión popular, a causa de haber traicionado una vez más las aspiraciones de los chilenos, rendido a los intereses foráneos y cediendo toda nuestra soberanía al Imperio. Lo que se revelara en su infeliz encuentro con el mandatario norteamericano cuando quiso anexar nuestra estrella patria a las de la unión estadounidense. Lo que sonrojó incluso a su huésped.

juanpablo.cardenas.s@gmail.com

miércoles, 6 de marzo de 2019

La paz en Latinoamérica está en peligro si invaden a Venezuela.



Por Tony López R :
La paz en Latinoamérica y el Caribe está en peligro si invaden a Venezuela. Los últimos pronunciamientos del vice-presidente de Estados Unidos Mike Pence y de John Bolton el asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump son muy graves y provocadores contra el gobierno legítimo y democráticamente elegido del presidente Nicolás Maduro e indican que están decididos a intervenir en la tierra del Libertador.
En una reunión con emigrados y traidores venezolanos residentes en Miami en el condado del Doral y auspiciado por el operador político el senador gringo Marco Rubio, el vicepresidente Pence dijo: “al dictador Maduro el tiempo se le está acabando” y añadió: “el momento no es para el diálogo, sino es momento de acción”.

Mientras que el Asesor Bolton afirmó en una entrevista de radio que “Ayer tuiteé, a Maduro le deseo un retiro largo y tranquilo en una bonita playa lejos de Venezuela. Y cuanto antes aproveche esa oportunidad, más probable será que pueda tener un retiro agradable y tranquilo en una playa bonita en lugar de estar en otra zona playera como la de Guantánamo”. Así mismo y con gran descaro el consejero de seguridad nacional también anunció “su deseo de que entren las empresas estadounidenses en Venezuela para trabajar en el sector petrolífero”. Verdadero objetivo de la intervención.

Mientras  el mercenario Juan Guaidó proclamado Presidente provisional, frente a una raquítica  manifestación de sus seguidores en Caracas ayer 2 de febrero en su desenfrenada carrera desestabilizadora,  llamó a las Fuerzas Armadas abandonar al presidente constitucional Nicolás Maduro y en línea con lo expresado por Pence y Bolton, anunció la llegada de la “ayuda humanitaria” y la consecuente intervención extranjera y precisó que febrero era un mes decisivo para llevar a cabo el proceso de transición, una forma eufemística de llamarle al golpe de Estado en marcha. 

Es interesante los planteamientos guerreristas del títere Guaidó, lo cual indica que sus posiciones se alejan de las que también, ayer 2 de febrero, en una gigantesca concentración del pueblo venezolanos de apoyo al Jefe de Estado y a la Revolución Bolivariana. El presidente Nicolás Maduro, con firmeza y responsabilidad levantó la bandera de la paz, aceptó la propuesta de los gobiernos de México y Uruguay de facilitar el diálogo con la oposición y propuso adelantar las elecciones legislativas, tomando en cuenta que sectores de la oposición y políticos y gobiernos extranjeros lo habían también solicitado. Maduro subrayó que el gobierno bolivariano nunca se ha opuesto a un diálogo serio y constructivo con la oposición.

Esta conducta de Maduro no puede ser interpretada de debilidad, por el contrario, esa posición es la de un estadista responsable que trata de evitar una confrontación y   los miles de muertos de su pueblo que provocaría una intervención militar, realmente es una posición de fortaleza y convencido que una intervención en Venezuela, el pueblo bolivariano saldrá victorioso a un alto costo para todos, pero no derrotado. Una invasión a Venezuela puede dar lugar a que se extienda a otras regiones del continente, por eso Venezuela se puede convertir para el imperialismo en un nuevo Viet Nam.   Estado Unidos no debe subestimar la fuerza de esta Revolución y a este pueblo bolivariano y chavista.
Desde el triunfo de la Revolución Bolivariana, encabezada por el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, los gobiernos de Busch y Obama, utilizando diversas formas, incluida la violencia y las sanciones económicas para acabar con el proceso bolivariano les resultó infructuosa.

Un país que fue saqueado por esta misma oposición que es cómplice y parte de la conspiración para derrocar al gobierno de Maduro, gobierno   que ha llevado al país a eliminar las desigualdades, a declarar a Venezuela un país libre de analfabetismo y dar oportunidades a los sectores excluidos y pobres, que sus hijos puedan estudiar gratuitamente y lograr los sueños de tener una carrera universitaria.  Los serios problemas de vivienda fueron enfrentados y se han entregado 2 millones 300 mil viviendas a las familias venezolanas; ha llevado el sistema de salud a todo el pueblo. En fin garantizar un sistema social incluyente para todos los venezolanos y que la política de la opositora MUD y las sanciones y planes desestabilizadores de Estados Unidos lo han obstaculizado.

Una Revolución con un gobierno que ha sido solidario con los países hermanos de Latinoamérica y el Caribe, de África y con el pueblo pobre de Estados Unidos, a los cuales les llevó la calefacción a los lugares donde su gobierno asentado en la Casa Blanca nunca se preocupó por ellos. Y es precisamente esa política solidaria la que quiere eliminar Washington porque es un mal ejemplo.
Es por ese ejemplo de Venezuela, la razón por la cual no es posible para Estados Unidos admitir la Revolución Bolivariana, solidaria y decidida a buscar la integración de nuestra América Latina y Caribeña, por tal razón y a pesar de los llamados a la paz del presidente Maduro y las propuestas de diálogo con la oposición, los pasos emprendidos por el mercenario Juan Guaidó nos indican que la intervención militar está en marcha.

Sí Guaidó no estuviera convencido de recibir el respaldo de Estados Unidos y esa llamada ayuda humanitaria y militar como anunció ayer, no estuviera  actuando como lo hace hoy, sabiendo que esa ayuda tendrá que entrar a Venezuela con la protección de fuerzas militares gringas o de Colombia, o de la OTAN, no olvidar que Colombia puede actuar en nombre de esa criminal organización  guerrerista europea, a la cual ingresó durante el gobierno de Juan Manuel Santos, cuyo odio visceral al gobierno bolivariano de Venezuela, lo acompaña por su firme condición  santanderista, desde que ejercía el periodismo en el diario El Tiempo.

¿Acaso Estados Unidos estará planeando usar el esquema europeo de intervención militar como lo hizo en Libia, utilizando a Francia y la Gran Bretaña como fuerza de ataque y ocupación? ¿A Colombia para intervenir en el país vecino? No cabe duda, de dar un paso como este, se demostraría que la conspiración contra Venezuela y la intervención militar está decidida.
Según la agencia de noticias AP y otras agencias noticiosas estadounidenses, señalan que Guaidó desde hace unos meses atrás venía reuniéndose con altos funcionarios del gobierno de Trump, como tampoco es un secreto que altos dirigentes de los gobiernos colombianos de Uribe, Santos y Duque, desde hace años atrás han venido formando parte de esta conspiración y manteniendo permanente contacto con la terrorista oposición venezolana.

Por otro lado debe tomarse en cuenta que el gobierno de Trump ha decidido nombrar a Elliott Abrams como enviado especial para Venezuela, un señor de la guerra, que participó activamente en el conflicto armado  contra Nicaragua, que cometió graves delitos junto al coronel Oliver North al participar en el escándalo  del Irán- Contra,  es público y verificado que usaron al Cartel de Medellín para introducir cocaína a Estados Unidos y financiar y armar la guerra contra Nicaragua desde Honduras y  que ahora en el caso venezolano utilizan a Colombia con igual propósito. Participó en el fallido golpe de estado contra el presidente Chávez en abril del 2002. Abrams es un hombre sumamente peligroso y complicado en otras acciones contra los pueblos de Afganistán, Irak y Siria.

Debe tomarse en cuenta, como anuncie en mi anterior artículo, que  una delegación de altos mandos del Comando Sur de Estados Unidos, se encuentra en Colombia, revisando la situación fronteriza con Venezuela. Así como  tener presente que desde  el año 2003 y durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el Comando Sur se asentó y participó activamente en el Plan Patriota y la Operación  Consolidación  dirigida por el general colombiano Reynaldo Castellano, contra la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), por cierto donde murieron decenas y decenas de campesinos pobres, ancianos, mujeres y niños, víctimas de los bombardeos a que eran sometido en los Llanos del Yary  y en los campos del Caquetá y el Meta, de esas criminales incursiones sobre las cuales nunca se han pronunciados los medios de prensa colombianos.

Los pueblos latinoamericanos y caribeños deben tomar en cuenta que esta agresión a Venezuela, es también contra ellos y denunciar a los gobiernos de Estados Unidos y a los países que forman el llamado e ilegitimo Grupo de Lima, cuya participación en una reunión de la OEA convocada por el empleado del gobierno de Estado Unidos, Luis Almagro para mañana 4 de  febrero, procurará el respaldo a esa intervención militar, coincide está reunión  con la fecha que el comandante Hugo Rafael Chávez Frías produjo hace 27años el alzamiento militar contra esa misma  oligarquía oposicionista que pide hoy   la intervención militar de Estados Unidos en su país.

Por cierto esos representantes de los pueblos Latinoamericanos y Caribeños deben tener presente, que los que se pronuncien a favor de esa planeada y decidida intervención que Estados Unidos ha organizado y dirigido, mañana pueden ser víctimas de esa misma política imperial y medir las consecuencias que tendrán que enfrentar frente a sus pueblos. Con la sólida unidad cívico-militar, su Comandante en Jefe el presidente Nicolás Maduro y esas gloriosas fuerzas armadas bolivarianas y las milicias chavistas, Venezuela y su pueblo vencerán. 

(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com

sábado, 20 de octubre de 2018

Hablemos de soberanía


Por Carolina Vásquez Araya: 
Un continente lleno de recursos, incapaz de gobernarse a sí mismo.

Hay que comenzar por definir los términos, ya que de acuerdo con la Academia de la Lengua Española, soberanía es el “poder político supremo que corresponde a un Estado independiente” y Estado es “el conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano”. Uno y otro interconectados en el concepto de independencia política como uno de los pilares fundamentales de cualquier sistema de gobierno. Por lo tanto, para presumir de pertenecer a un Estado soberano existen condiciones específicas que, cuando estas no se cumplen, vacías de contenido cualquier discurso emitido por un político en el poder.


Ningún país latinoamericano posee ese rimbombante título. Condicionados y corrompidos en todos sus estamentos por el poder económico y político de países mucho más poderosos cuyos intereses siempre prevalecerán por sobre los de los pueblos sometidos a sus exigencias, han perdido desde hace mucho el derecho de ser soberanos. Baste retroceder a los archivos históricos para constatar la profunda injerencia extranjera en decisiones de orden estrictamente interno en todos y cada uno de nuestros países. La dependencia diseñada y construida como una herramienta de supuesto desarrollo se ha transformado en un lazo indeseable cuyo único resultado es la pobreza y la incapacidad de los gobiernos del continente para gobernar con independencia y un enfoque social de beneficio para sus pueblos.

América Latina ha sido y continúa siendo el patio trasero de intereses totalmente ajenos a esta región. Las pugnas entre Estados Unidos y Rusia, entre Estados Unidos y los países productores de petróleo, entre Estados Unidos y la maquinaria comercial de China, siguen aplastando los intereses propios de cada Estado de nuestro continente en un perverso juego de presiones de todo tipo, sobornando a políticos puestos a conveniencia de las élites con el fin de impedir el empoderamiento de la ciudadanía y así garantizar la sumisión y el entreguismo.

Así es que cuando un presidente latinoamericano empapa su discurso con palabras rimbombantes como soberanía, independencia y dignidad nacional, solo está vendiendo una pomada vieja y deslucida que ha perdido todo su efecto como motivador de masas, pero sobre todo ha perdido toda legitimidad. Ya nadie puede creer en ese cuento desde el momento que, para equilibrar un presupuesto de Estado asaltado por una burocracia ávida de enriquecerse, se recurre a la carísima limosna internacional disfrazada de cooperación. Toda esa farsa discursiva ha de provocar la burla de los poderosos círculos financieros del mundo toda vez que conocen muy al detalle los mecanismos creados por ellos mismos para apretar redes poderosas alrededor de nuestros países débiles y depredados.

Mencionar la soberanía es, por lo tanto, más que una burla un insulto contra nuestros pueblos privados de mecanismos de defensa, sometidos al hambre y a un injusto e innecesario subdesarrollo. En América Latina no existe esa independencia con la cual se empapan discursos falsamente nacionalistas; no existirá mientras “la Embajada”, el Fondo Monetario Internacional o cualquier de esos foros del poder supremo mundial decida sobre los procesos políticos, sobre las políticas públicas en términos económicos, sobre las decisiones gubernamentales respecto de la salud, la educación y la explotación de recursos naturales.
Las debilidades institucionales han sido producto de una estrategia de larga data y no será con políticos improvisados y mediocres como se logrará –algún día, quizá- construir Estados sólidos capaces de defender los intereses nacionales.

elquintopatio@gmail.com

jueves, 22 de febrero de 2018

Una cosa es invocar al diablo y otro verlo en persona


Por Homar Garcés:

La crisis económica, o como algunos prefieren llamarla, guerra económica, requiere de acciones inaplazables, puntuales y contundentes que frenen la espiral especulativa que ha hecho mella profunda en la capacidad de compra de los venezolanos. Ésta es una situación urgente que exige mucha voluntad política de parte de aquellos que dirigen las diferentes instituciones públicas para emprender un combate de mayores efectos contra quienes se han dedicado a incrementar los precios de diversos productos sin considerar siquiera que están fomentando una salida extrema por parte de los sectores populares, tal como ha acontecido ya en varias partes de Venezuela.



Sin embargo, hay que acotar que es necesario igualmente que se apliquen correctivos enérgicos, quizás excepcionales, que ataquen y reduzcan considerablemente la corrupción presente en muchas instituciones, evitando que sea percibida y aceptada como un hecho normal. Sin la corrupción existente, extensiva por igual al sector estrictamente civil, no se acabará la especulación descontrolada de cualquiera de los productos que requieren todos los venezolanos, en especial los alimenticios, que es donde se manifiesta con mayor crudeza y desesperación la desvalorización del poder adquisitivo.

Ambas operaciones exigen la actuación del poder popular organizado en general. Bajo esta directriz, debieran activarse todas sus organizaciones en función de extirpar este flagelo social, puesto que sus consecuencias funestas podrían darle paso a un clima de total inestabilidad en el cual prevalecería el interés personal antes que el colectivo. Algo de lo cual no podrían sacar provecho los grupos opositores que son los más motivados en que ello ocurra para que caiga el gobierno o se concrete una intervención militar extranjera, tal como la han invocado en numerosas ocasiones.

Respecto a este posible escenario, habrá que sublevarse, independientemente de la opinión que se tenga de la dirigencia política gobernante o de la oposición de derecha, ya que de permitirse, por indolencia e irresponsabilidad nuestra, se creará un estado general de ingobernabilidad, mucho peor al que, en mayor o menor medida, criticamos en el presente. En el caso de quienes animan una intervención militar extranjera, encabezada sin duda por tropas estadounidenses, o, como lo admitió en fecha reciente el Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, alientan a las fuerzas armadas para que den un golpe de Estado para salir del gobierno, hay que recordarles, apelando a la filosofía popular, que una cosa es invocar al Diablo y otra verlo en persona. Esta eventualidad hipotética sólo acarrearía males incalculables, incluso sin que llegara a presentarse la fatalidad de una guerra civil, como pasó en otros países del continente.-

mandingarebelde@gmail.com

miércoles, 31 de enero de 2018

Juan Manuel Santos Su pretensión invasora y la leche que no cuaja!

Por Felipe Marcano:

Desde Venezuela; en todas direcciones, el ciudadano de a pie se angustia, en zozobra sobrevive un día con su noche, el otro también. El paroxismo lo descontextualiza, lo enloquece; enajenados, al borde de la histeria colectiva clama a pulmón lleno ¡ en libertad y democracia absoluta! por la tan anunciada intervención militar extranjera requerida a capricho de la dirigencia opositora venezolana con la ayuda humanitaria que nos libere del oprobioso régimen.


La ayuda humanitaria ¡no llega! Como acción neo colonizadora no termina de aparecer en el horizonte, desde ninguna dirección, ¡ni siquiera caída del cielo! como bombas de fósforo, de racimo, inteligentes, de extinción masiva, que matan inocentes como daños colaterales ¿sólo es propaganda cinematográfica?

¡Arrechísimos para salir en tv, redes sociales…!, desde lejos claro está, hay infinidad de personajes, las horas del día no alcanzan para tantos héroes protagonistas y deseos frustrados. El contingente es cada vez más numeroso, a distancia, más que seguras, bien lejos de los devastadores efectos de la ayuda humanitaria, sus bombas inteligentes y ejércitos mercenarios.

La dirigencia opositora interna ¡vive la hora, la vida loca! No sabe a quién hacer caso; a Trump, a Rajoy, a Mogherini, a Santos…, Juan Manuel Santos el presidente del enclave llamado Colombia. Desde su protagonismo egocéntrico la dirigencia opositora venezolana está perdida en su laberinto. No sabe, ¿quién será el elegido? ¡No tienen ni idea quién será el plenipotenciario gobernante! La incertidumbre los enajena, los chifla, los desequilibra emocional, física y psicológicamente hasta perder la razón, el sentido y cuerpo de Nación, de identidad Patria.

Como si fuera poco la desgracia opositora porque no sólo son chavistas los que padecen los estragos de la guerra económica y sanciones contra Venezuela, como daños colaterales, también y en gran medida afecta a los opositores comunes, al venezolano de a pie, al honesto, al confiado, al amante, creyente y deseoso de un mejor vivir; perdiendo tres a cero, sin out, sin madrina, sin emergente ni pícher ni manager acorde a nuestra sociedad, distinción, clase y categoría, el desgraciado de Diosdado y la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), anotan una más, desde tercera, ¡caminando!

¡ANC llama a elecciones presidenciales anticipadas en Venezuela!

¿Cómo es la vaina?

¡Sí, escríbanlo en mármol, que lo escuchen, lo sepan, lo lean, lo vean…, en el mundo, los extraterrestres; desde Venezuela, en el malvado régimen de Nicolás Maduro, la ANC electa por soberanía nacional de más de Ocho Millones de venezolanos, llama, sí, llama, convoca a elecciones presidenciales anticipadas como solicitaba ante el mundo la oposición venezolana durante los últimos años, libres, democráticas, soberanas…!

¡Oh! ¡Ahora nos agarran en la bajaíta, desvestidos, en pelotas, y no sabemos con qué carajo, argumentos, nos vamos a tapar!

¡Chúpate esa mandarina José Mapuey, dirían en otros tiempos!

¡Nos vuelven mierda!  en palabras de Donald Trump ¡Esa vaina de mierda de democracia no es así! ¡No queremos elecciones! ¡Queremos a Trump, a Rajoy, a Mogherini, a Santos…! Su fuerza y poder interventor, su ayuda humanitaria.

Desde Colombia; enclave estadounidense, con la mayor producción y exportación de cocaína del mundo, protegida por siete bases militares de alta tecnología del mayor consumidor de drogas del planeta Estados Unidos, OTAN desde donde se entrenan a los nuevos ejércitos terroristas, su presidente Juan Manuel Santos respaldado por siete bases militares estadounidenses-OTAN se arroga, sin tapujos ni ambigüedad alguna, el mando, poder y decisión sobre la oposición venezolana. Él, Juan Manuel Santos, desde la Colombia colonizada, es el poder desde el poder neo colonizador, ¡el que le quita el sueño a la dirigencia opositora venezolana!, es sin duda alguna el gobernante plenipotenciario del nuevo orden mundial en América Latina.

¿Le cuajará la leche…?

Los heroicos libertarios por montones sólo sirven para propaganda anti venezolana desde tv, prensa, radio, redes sociales, para inducir el odio entre venezolanos. Los interventores, sus jefes, a lo lejos, bien lejos, menos Juan Manuel, ¡bien gracias!, ¡que nos jodamos entre nosotros! Después, pero mucho, mucho después; cuando descarguemos nuestra arrechera contra el vecino, el hermano, el amigo…, contra el régimen, contra la institucionalidad, contra la constitución, contra la sociedad, medios, empresarios, en la barbarie, decididos, convencidos e inducidos sobre el momento histórico y la toma del poder, entonces, sí. Sí vendrán, en cambote, desde el cielo, el mar, desde los cuatro puntos cardinales y el espacio extraterrestre, sí vendrán con ejércitos terroristas, colonizadores, a imponer su libertad, su democracia, su progreso y todo lo que se le ocurra en procura de la nueva era colonial.

¡Vendrán a proclamar y reclamar su derecho a ser gobernante plenipotenciario de la tierra devastada!

¿Te quedarás con las ganas Juan Manuel? Después no digas que te faltó tiempo. ¡Dios quiera que ni cachapa ni queso te to


martes, 22 de agosto de 2017

De la Rundización a la cubanización venezolana

Por Homar Garcés:

Resulta absolutamente reprobable y lamentable confirmar que el odio inculcado por la dirigencia ultraderechista durante todos estos últimos años en Venezuela se exprese en agresiones irracionales (físicas, psicológicas y verbales) de sus respectivos seguidores hacia la población en general, incluyendo a vecinos y familiares, en un escenario de creciente conflictividad que afecta, en un amplio sentido, la estabilidad del país. Contribuyendo a acentuar dicho contexto, The New York Times publicó en semanas recientes: «Las detenciones arbitrarias por motivos políticos son una constante en Venezuela, país que vive una de las peores crisis de derechos humanos de la región».



Una persona medianamente inteligente y con criterio propio se preguntaría: ¿Detenciones arbitrarias? ¿No son castigables los delitos de violencia terrorista, la destrucción de bienes públicos, las agresiones a funcionarios militares y policiales, la instigación a un golpe de Estado, la invocación de una intervención armada de una potencia extranjera y el asesinato deliberado de personas con propósitos políticos? ¿Son delitos lícitos y permitidos en el territorio de Estados Unidos y Europa sin actuación alguna de sus respectivos gobiernos? Por último, ¿a qué conduce esta campaña de desinformación abierta contra el gobierno venezolano?

Donald Trump admitió sin eufemismo alguno su intención de ordenar una invasión militar al territorio de Venezuela para desalojar del poder al chavismo. Algo que, indudablemente, tendrá sus repercusiones altamente negativas en toda la región, si se diera, creando una situación similar a la producida durante la guerra de Vietnam; afectando al conjunto de naciones que, de una u otra forma, tienen graves problemas sociales y económicos por remediar, ensanchándose la conflictividad interna en cada una de ellas. Quizás esta eventualidad motivó una reacción en cadena de varios gobiernos del continente, incluyendo a aquellos que han manifestado una declarada hostilidad hacia el de Venezuela, lo cual ha servido para resaltar el carácter neoimperialista y neocolonialista del régimen actual gringo.

Todo lo anterior sería el epilogo de una estrategia largamente diseñada, financiada y ejecutada, pero cuyos frutos no han sido los apetecidos por los grupos de la derecha local y su mentor, el imperialismo yanqui, no tanto por los aciertos de la dirigencia chavista sino, más bien, por el nivel de conciencia adquirido por los sectores populares que los ha inducido a mantener una resistencia hasta ahora pasiva, en vista de los continuos ataques racistas y clasistas propiciados por los opositores extremistas. Como ya se vio en los meses precedentes, se pretendió envolver al país en unas circunstancias semejantes a las padecidas durante el genocidio de Ruanda en 1994, devolviéndose golpe por golpe, en una guerra fratricida, cuyo final sería difícil de profetizar. Ahora que se realizara la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, pareciera disipado este eventual panorama. Sin embargo, la intransigencia de Trump ha devuelto al chavismo a la realidad, una que podría repetir la amarga experiencia padecida por más de cincuenta años por el pueblo de Cuba, con reducción de insumos diversos que, eventualmente, causarían más penurias a la población venezolana, avasallada como está por el desabastecimiento y la especulación desbocados de todo tipo de productos, especialmente alimenticios.

Más allá del aspecto ideológico, el imperialismo gringo -al plantearse eliminar al chavismo y, junto con él, toda perspectiva de índole revolucionaria en Venezuela- busca recuperar, de manera definitiva y sin barreras, su habitual hegemonía en nuestra Abya Yala. Por ello, se propone sitiar a sus habitantes con una intención muy clara: destruir -a gran escala, como lo logró en otros países- los diferentes avances obtenidos en materia política, cultural, económica y social, de manera que se resignen a cumplir el dócil papel de masa trabajadora y consumidora que incremente las arcas de sus explotadores capitalistas; sin mayor aspiración que la de poder sobrevivir.-           


mandingarebelde@gmail.com