Por Homar Garcés:
En su libro «Renovar la teoría crítica y reinventar la
emancipación social (encuentros en Buenos Aires)», Boaventura de Sousa Santos
revela que «la utopía del neoliberalismo es conservadora, porque lo que hay que
hacer para resolver todos los problemas es radicalizar el presente. Esa es la
teoría que está por detrás del neoliberalismo. O sea: hay hambre en el mundo,
hay desnutrición, hay desastre ecológico; la razón de todo esto es que el
mercado no ha logrado expandirse totalmente. Cuando lo haga, el problema estará
resuelto».
Frente a semejante realidad, el mismo autor propone:
«Tenemos que cambiar esta utopía conservadora por una utopía crítica, porque
aún las utopías críticas de la Modernidad -como el socialismo centralizado- se
convirtieron, con el tiempo, en una utopía conservadora». En la actualidad,
muchos movimientos sociales y políticos libran una desigual batalla contra las
pretensiones neoliberales de abarcar y controlar la totalidad de la vida, ya no
solamente en lo que comprende la explotación de la fuerza de trabajo o de los
recursos de la naturaleza sino también (en algunos casos, con especial
predilección) las conductas y la forma de pensar de todas las personas, en una
estrategia de dominio global que apenas ha merecido la atención de las grandes
mayorías.
Si se profundizara el estudio de estas mismas luchas se
extraerá como rasgo común la aspiración colectiva a un nuevo orden mundial en
el cual no exista ya una hegemonía, única, que termine por subyugar por entero
a la humanidad. Ni siquiera en su versión pluripolar o multicéntrica, puesto
que la misma implica la reproducción de la existente. De racionalizarse
semejante posibilidad, se abrirían vías a una transición civilizatoria global
más racional, tanto en lo relacionado con la armonía que debiera existir entre
todos los seres humanos como entre éstos y la naturaleza que les sirve de
soporte de vida.
Sería preciso producir entonces subjetividades rebeldes,
capaces de no únicamente cuestionar el orden vigente sino de originar unos
nuevos paradigmas, adecuados a las condiciones particulares de nuestras
naciones, en vez de subjetividades conformistas que, a pesar de las quejas, las
dificultades y las decepciones, terminan por aceptar la realidad tal cual se la
presentan los sectores interesados, como están, en que ésta jamás cambie, al
menos en sus aspectos básicos, asegurándose, precisamente, la preeminencia que
ostentan frente al resto del conjunto social.
Hay que ser capaces, por consiguiente, de tener una visión
más amplia de nuestro presente, sometido como se halla por quienes han decidido
cuál es el destino que le correspondería vivir a la humanidad y, con ella, a la
naturaleza en general, en una especie de régimen corporativo a manos de los
grandes consorcios transnacionales que controlan el mercado capitalista global.
De ocurrir esto, no es imposible que se dé nacimiento a una nueva concepción de
lo que serían en lo adelante la dignidad y la conciencia humanas en
consideración de lo que ha sido hasta ahora el modelo civilizatorio
capitalista.
mandingarebelde@gmail.com
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