Por Jorge Aniceto Molinari.:
Vamos a tratar de debatir con la postura ideológica del
compañero Esteban Valenti. Para ello recurrimos al copete (no sé si es correcto
llamarlo así) de una sus últimas notas en Uypress.
La crisis de la izquierda latinoamericana
Por Esteban Valenti
“Sobre este mismo
tema escribí hace tiempo varias columnas, pero ahora se trata de una crisis más
profunda. No hay ninguna duda de que la tendencia de principios de este siglo
de un avance importante de las ideas de izquierda y de los gobiernos de
izquierda en América Latina se ha revertido y coleccionamos graves derrotas, no
solo por la pérdida de gobiernos, algunos de dudosa orientación de izquierda,
sino por la profundidad ideológica y política de las derrotas sufridas”.
¿Dónde debemos radicar la crisis para analizarla y llegar a
conclusiones sobre ella? Porque a esta altura no hay dudas de que la humanidad
está viviendo una de sus mayores crisis, tal vez definitoria para lo que serán
los próximos siglos. De la que necesita salir en paz.
Aún con sus particularidades la izquierda está dentro de
ella, si es que acordamos en la base materialista de nuestro razonamiento.
El modo de producción que hoy predomina en el mundo y marca
las características actuales es plenamente el capitalista. Que nació hace
relativamente en la historia poco tiempo, pero que se desarrolló y llegó a los
confines de todo el planeta.
Tal vez lo más
difícil de comprender es lo que previó Lenin en 1916: que el sistema iba a
propender en su pugna –intrínseca a la competencia capitalista- a un gobierno ecuménico muy por encima de
cualquiera de los Estados. Apreciables hasta en la dificultades que tiene hoy
para desarrollar su política el gobierno de Trump.
Se constata con claridad que las fuerzas económicas que
impulsaron la candidatura de Trump, han logrado un primer y presumible efímero
crecimiento económico, que son todo un enigma por su proyección crítica en la
economía mundial.
Macri ni siquiera ha tenido ese respiro y aún aquellos
economistas (no fueron pocos), que avizoraban una mejora en la situación cuando
el proceso electoral que determinó su triunfo, hoy ven con alarma la forma en
que su gobierno se acerca al precipicio. Con Bolsonaro la alarma es aún mayor,
y si ha ganado merced a la crisis del PT, es aún mayor la incertidumbre porque
no existe un programa posible para el desarrollo de la economía de ese país.
Esto supone acordar que en el proceso de desarrollo de la
economía lo que puedan hacer los Estados siempre va a estar supeditado a lo que
suceda en el desenvolvimiento enfermizo de la economía global. Cada día que
pasa más aún.
En sus inicios el Reino Unido ejerció la centralidad del
sistema económico, su pérdida tiene mucho que ver con lo que los propios
trabajadores y pueblo de ese reino fueron conquistando en derechos.
El propio desarrollo del capitalismo necesitó a determinada
altura de otro centro, no olvidemos que para llegar a ello pasamos nada más y
nada menos que dos guerras denominadas mundiales, producto de otras tantas
crisis.
Ese nuevo centro cargado de dinamismo, que en su crecimiento
interno jugó un papel primordial los avances tecnológicos de la época y en
particular las comunicaciones económicas realizadas a través del ferrocarril,
pareció ser o se le describió como la meca definitiva del capitalismo (el fin
de la historia). La teoría del super imperialismo de Kaustky moría con el declive del Reino Unido pero
renacía con EE.UU.
Luego una nueva relativa sorpresa, a EE.UU. se oponía la
URSS y se nos explicaba que esa era la gran pelea entre capitalismo y
socialismo. Lo cual era de conveniencia de unos y otros contendores. Los
maestros ya no estaban para defender sus tesis, si había intérpretes, que como
ocurría con el cristianismo y los intérpretes del viejo y nuevo testamento,
hacían prevalecer las enmiendas y no el soneto.
Las leyes económicas son más fuertes que los inventos
ideológicos, que no tienen una base material sustentable, los capitalismos de
Estado comenzaron a derrumbarse en una competencia desigual con el viejo
capitalismo y sus nuevas formas, absorbiendo la tecnología, aún cuando que
hayan durado más de 70 años no es poca cosa.
Además de hacer crecer a distintas teorías sobre la condición humana que
tratan de demostrarnos que el deseo de propiedad es parte de esa condición y
que el hombre nuevo será tan nuevo que no tendrá esa condicionante.
Resumiendo; las luchas sociales lograron avances en las
conquistas de los trabajadores e impusieron sistemas de seguridad y de
previsión social, esto le dio una mayor base social al capitalismo, pero a la
vez hizo que los capitalistas que primero traían la materia prima de las
colonias se trasladaran a ellas con sus inversiones y sus nuevos y
lujosísimos hábitat, aprovechando el
atraso en las conquistas sociales, aunque inevitablemente trasladándolas
también a ellas.
En muchas de esas colonias la lucha contra la conquista pasó
a la lucha contra el imperialismo por imponer cosas elementales como el voto en
el derecho de los trabajadores. Y porque no con el sueño de capitalismos
propios que el propio sistema general se ha encargado de generar y luego de ir
derrotando.
Los partidos de izquierda nacidos en el viejo continente se
trasladaban a los nuevos buscando incorporar derechos pero a la vez soñando con
tener la oportunidad de gobernar. Combinaciones que muchas de ellas recibieron
el nombre de “bonapartistas” en alusión a hechos políticos de siglos
anteriores.
En Rusia a principios del siglo 20 se dio la combinación del
atraso con el adelanto industrial. La revolución campesina con la revolución
socialista. Marx habla de esa posibilidad en uno de los prólogos del Manifiesto
Comunista, su motor fue la guerra a la que llegó la crisis capitalista. No es
que Lenin y los bolcheviques se propusieran el socialismo y luego construir el
comunismo en Rusia, si se proponían hacer que las conquistas sociales llegaran
al conjunto de la población –imponer la paz- y para eso tenían que mantener y
desarrollar el aparato productivo que el capitalismo había logrado construir
para llegar a esa etapa.
Batlle y Ordoñez en el Uruguay lo dice claramente a la
muerte de Lenin y en su homenaje por la obra realizada en beneficio de la gente.
La tarea de construir un Partido impoluto, para construir el
socialismo y luego el comunismo por Estados, nada tiene que ver con Marx, con
Engels, con Lenin, ni con Gramsci.
Si compartimos que haya principios éticos y morales para
organizar Partidos y Gobiernos que defiendan el mejor interés de la gente,
dentro de la propia existencia del capitalismo y separando claramente los
tantos para que este no imponga sus propias reglas éticas que devienen de la
competencia intercapitalista y de la cual los poderes del Estado son siempre un
instrumento.
Entonces el avance en cada país de la izquierda mucho tiene
que ver con la propia estructura social del país y como se muevan las propias
organizaciones de la sociedad. Lula en Brasil dio una lucha gigantesca para organizar
sindicalmente y políticamente a los trabajadores, pero esa lucha que fue
resistida por la burguesía –particularmente la paulista- contó con su apoyo en
el momento que esta vio que Brasil tenía posibilidades de desarrollo industrial
con perspectivas universales. El ex presidente Mujica llegó a hablar de que era
la oportunidad de viajar en el pescante de la economía de Brasil. Ahora ese
romance que no dejó de lado ninguno de
los vicios de esa burguesía, se quebró cuando esta sintió que las conquistas de
los trabajadores y el mercado mundial le podían ser adversos.
¿Qué nos propone Esteban? Una pureza ética en la
construcción política partidaria que compartimos y no difiere de la que pretendía Lenin para
su organización pero que deben remar diariamente en una realidad que es
inexorable y se filtra por todos los poros.
El modo de producción que predomina es el capitalista y en
él hay que navegar, defendiendo y extendiendo el derecho de la gente, cerrando
el paso al retroceso que tiene una identidad: la del fascismo y la guerra.
Ello no se logra solo defendiendo la democracia, que es de
enorme importancia hacerlo, sino desarrollando un programa. Programa que no es
para construir un Estado alternativo como es el sueño que encandiló a la
izquierda luego de la derrota de Lenin (en 1924), sino para ampliar los
derechos y conquistas de los
trabajadores, marcando los centros que es necesario marcar en el
funcionamiento capitalista, para que este sistema pueda una vez llegado a su
límite morir en paz. Esos centros son la moneda y los impuestos.- Aunque de
ello todavía no se hable lo necesario.
Esto hoy debería ser el objetivo central de toda militancia
de izquierda, y no creo que haya otro objetivo superior y que por el contrario
los que hoy se esgrimen no van más de allá de los apetitos por los cargos que
aún el capitalismo sigue brindando en los Estados, aunque ellos provengan de
posiciones ganadas por la prédica de izquierda y las mieles de la burguesía.
sipagola@adinet.com.uy
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