Por Víctor Manuel Barceló R.
En la Región latinoamericana y caribeña se habla, desde los
noventas del siglo XX, tras la Reunión de Jomtien y a la luz de la obra cumbre
de tal evento: “La Educación es un tesoro” -creada por un equipo de
especialistas- de una meta planetaria, lograr una educación de calidad. Podemos
no coincidir con dicho término, dado que la educación no puede considerarse una
mercancía, pero lo que importa por ahora es conocer como auxilia en ese camino,
una adecuada infraestructura educativa en que se consideren todas las
instalaciones relacionadas con el ejercicio de la enseñanza-aprendizaje, en
particular el aula escolar.
Recientemente el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y
la UNESCO concluyeron: “urge atender deficiencias en infraestructura escolar
para promover la calidad de aprendizajes en América Latina y el Caribe”. Parte
importante de los educandos de la Región, particularmente los integrantes de
familias de escasos recursos o de las zonas rurales y semi rurales, no cuentan
con la perspectiva de acceder a escuelas diseñadas expresamente para los fines
correspondientes.
En efecto, mediante un estudio dado a conocer en marzo de
2017 por la División de Educación del (BID) y la Oficina Regional de Educación
para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) se revisó -con
criterio comparativo- la relación entre la naturaleza de la infraestructura
escolar regional y los aprendizajes logrados por educandos de 15 países.
La investigación comparó resultados de pruebas académicas
del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo TERCE (Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de
la Calidad de la Educación-UNESCO) y las condiciones de la infraestructura
escolar, a partir de los conceptos: suficiencia, equidad y efectividad.
Vale recordar que los datos del SERCE, en el 2006, mostraban
un preocupante acontecer sobre la infraestructura escolar en América Latina y
el Caribe: cerca de 88% de las escuelas no tenían laboratorios de ciencias; 73%
sin comedor; 65% no poseían salas de computadores; 63% no contaban con espacios
para reuniones u oficinas para docentes; 40% sin biblioteca y 35% sin ningún
espacio para deportes.
Más grave, una de cada cinco escuelas no tenían agua potable
y dos de cada cinco no contaban con desagüe sanitario. Un poco más de la mitad
no tenían línea telefónica y un tercio insuficiencias en el número de baños.
Uno de cada 10 centros escolares no tenía electricidad. Solo uno de cada cuatro
estudiantes de educación básica de la Región, acude a centros escolares con
infraestructura suficiente en las categorías estudiadas. La suficiencia se
relaciona con el acceso a seis categorías: agua y saneamiento; conexión a
servicios; espacios pedagógicos o académicos; áreas de oficinas; espacios de
uso múltiple y equipamiento de las aulas. ”En oposición, casi un tercio del
estudiantado de educación básica va a escuelas donde dos o menos de dos
categorías de infraestructura escolar, están en condiciones de suficiencia”.
Dicho análisis para 2017, revela grandes faltas de equidad
en el acceso a los componentes de infraestructura escolar en la región, en
cuanto al nivel socioeconómico de los alumnos como referido a la zona
geográfica de las escuelas. En pocas palabras, los educandos de escasos o
menores recursos en los países participantes, asisten a escuelas que tienen
mucha menor asignación para infraestructura escolar.
También se confirma que la mayoría de las categorías de
infraestructura están asociadas positiva o negativamente con los aprendizajes
de los estudiantes: matemáticas y español. La situación varía de país a país
–sin duda- los espacios pedagógicos (sin el aula de clase) junto a la
vinculación a servicios y la presencia de espacios de usos múltiples, son “factores
asociados positivamente y con mayor frecuencia con los aprendizajes”.
El trabajo conjunto (BID-UNESCO) considera que los desafíos
a los países de la Región van más allá de la conveniente dotación de
infraestructura escolar, esperando que ésta se convierta en verdaderos espacios
y ambientes que promuevan los aprendizajes esperados, para generar una
educación de calidad. Reiterando la duda sobre la aplicación de la palabra
“calidad”, la tarea para poner en orden la infraestructura educativa en la Región,
requerirá de políticas públicas dotadas de los recursos necesarios para que la
escuela principalmente, ofrezca las condiciones para que la excelencia llegue a
los educandos de la Región.
v_barcelo@hotmail.com
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