sábado, 23 de junio de 2018

Donald Trump lo hizo de nuevo


Por Emilio Marín:
Presidente de EEUU un peligro para el mundo

En un año y cinco meses de gobierno Donald Trump viene batiendo récords en materia de abandono de tratados y organismos internacionales. Es un peligro para la humanidad.
El magnate asumió el 20 de enero de 2017 con la primera mentira: su ceremonia había sido la más concurrida (las fotografías mostraron que había sido largamente superado en número en la jura de Barack Obama). Han transcurrido un año, cinco meses y tres días. A lo largo de este lapso breve vino abandonando tratados internacionales, algunos muy buenos (acuerdo del G-5+1 con Irán) y otros regulares, como la Asociación Tras Pacífica o TPP).

Primer acto
El TPP había sido pergeñado por Obama con once países asiáticos, excluyendo a China. Fue abandonado con un decreto del primer día que Trump ocupó el Salón Oval, supuestamente para defender los empleos con el demagógico “América primero”. Ese seudo proteccionismo fue cuestionado en el riñón republicano. El senador John McCain dijo que la decisión de Trump “creará un espacio para que China reescriba las normas económicas a expensas de los trabajadores americanos, y enviará una señal preocupante sobre el repliegue americano en la región de Asia-Pacífico”.

Tras ese paso atrás de Washington, Beijing dio varios adelante con su “Nueva ruta de la seda” y propuestas para países asiáticos, africanos y europeos, con ecos latinoamericanos.
Al menos en ese caso el magnate friccionaba que su abandono del TPP era para defender el trabajo del Medio Oeste, buscando el apoyo de ese electorado que lo había votado el 8 de noviembre anterior.
Segundo
El segundo portazo de Trump fue al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, firmado en diciembre de 2015 por 195 países en la capital francesa y ratificada en junio de 2016. Allí se planteó el objetivo de energías limpias y reducción de la temperatura general de la Tierra a menos de dos grados a fines del siglo XXI. Y eso demandaba a todos los países bajar la emisión de gases contaminantes, sobre todo a EE UU y China, entre los países más desarrollados, los europeos y la India, entre los emergentes.
También dispuso a partir de 2020 un fondo de 100.000 millones de dólares anuales para implementar parte de aquellas modificaciones.

Sólo dos países no firmaron en París: Siria y Nicaragua. El resto sí puso la millonaria por medio de máximos representantes, con pompa y circunstancia. La humanidad veía con moderado optimismo ese cronograma para con el medio ambiente.

Pero vino Trump y pateó el tablero el 2 de junio de 2017, retirando a su país. “Es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por delante de París”, clamó la bestia disfrazada de nacionalista. Antes había dicho que el cambio climático era un “cuento chino” para perjudicar a la economía norteamericana. Lo bueno del asunto es que permitió clarificar quién quiere seguir contaminando (EEUU y sus corporaciones) y quién no (China).

El tercero y cuarto
La tercera puñalada fue al corazón de la Organización para Educación, la Cultura y la Ciencia de las Naciones Unidas (Unesco). Fue el 13 de octubre de 2017 en Nueva York, mediante declaración de su representante ante la ONU, Nikki Haley, quien acusó a la organización de tener un “sesgo contra Israel”. ¿Cuál había sido el delito? Haber distinguido en julio anterior a la parte vieja de la ciudad de Hebrón como “Patrimonio de la Humanidad”. Eso ponía de relieve que 35.000 palestinos tienen que soportar la invasión de 800 colonos judíos en asentamientos protegidos por soldados israelíes. Benjamin Netanyahu felicitó a Trump y dijo que Israel también se iba de la Unesco. Siempre embisten en yunta, el imperialismo y el sionismo…

El portazo al Consejo de Derechos Humanos de la ONU es el quinto por cronología, porque se conoció el 20 de junio de este año, pero políticamente corresponde ponerlo como cuarto. Es que el abandono del Consejo fue fundado por el Departamento de Estado en que hacía “una campaña patológica contra Israel”. En medio del genocidio de Netanyahu contra los palestinos en Gaza desde el 31 de marzo, ese organismo de la ONU radicado en Ginebra receptó varias denuncias. Y programó para el 2 de julio una sesión para tratarlas.

Esa salida también salvaba a Trump de sus propias violaciones a los derechos humanos, por ejemplo, su inhumana orden de separar a niños de sus padres inmigrantes en la frontera con México. En tres semanas la habían sufrido 2.300 niños mexicanos, hondureños y guatemaltecos. El alto comisionado de DD HH, Zeid Ra´ad al-Hussein, lo había calificado de “inadmisible” y al día siguiente EE UU abandonó el Consejo. Se fueron, pero “el incendio fue con ellos”. Ni siquiera lo pudo apagar un decreto de Trump, retrocediendo ante el escándalo mundial.

El quinto
Otro atentado a la convivencia internacional fue el abandono del acuerdo del G-5+Alemania con Irán, firmado en julio de 2015. El militarista de la Casa Blanca dispuso el 8 de mayo pasado la salida unilateral de ese compromiso clave para la paz.

Para eso apeló a dos mentiras tan altas como sus torres: que Irán patrocinaba el terrorismo y que había seguido su programa nuclear con fines militares, algo negado por la Organización Internacional de Energía Atómica. El resto de los firmantes (Unión Europea, Rusia y China) han prometido cumplirle el convenio al presidente iraní Hassan Rohani. Si fuera por Trump habría conflicto e incluso guerra, y ya impuso sanciones a Teherán.

En estos cinco aspectos no se agota el repertorio, pues Trump dio marcha atrás con los acuerdos de Obama con Cuba y profundizó el ataque a Venezuela. Son gravísimas amenazas a la paz mundial. Los argentinos deben tomar la palabra y desmarcarse, pues uno de los pocos presidentes que va presuntuoso en el séquito trumpista es Mauricio Macri.
ortizserg@gmail.com

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