Por Homar Garcés:
La crisis económica, o como algunos prefieren llamarla,
guerra económica, requiere de acciones inaplazables, puntuales y contundentes
que frenen la espiral especulativa que ha hecho mella profunda en la capacidad
de compra de los venezolanos. Ésta es una situación urgente que exige mucha
voluntad política de parte de aquellos que dirigen las diferentes instituciones
públicas para emprender un combate de mayores efectos contra quienes se han
dedicado a incrementar los precios de diversos productos sin considerar
siquiera que están fomentando una salida extrema por parte de los sectores
populares, tal como ha acontecido ya en varias partes de Venezuela.
Sin embargo, hay que acotar que es necesario igualmente que
se apliquen correctivos enérgicos, quizás excepcionales, que ataquen y reduzcan
considerablemente la corrupción presente en muchas instituciones, evitando que
sea percibida y aceptada como un hecho normal. Sin la corrupción existente,
extensiva por igual al sector estrictamente civil, no se acabará la especulación
descontrolada de cualquiera de los productos que requieren todos los
venezolanos, en especial los alimenticios, que es donde se manifiesta con mayor
crudeza y desesperación la desvalorización del poder adquisitivo.
Ambas operaciones exigen la actuación del poder popular
organizado en general. Bajo esta directriz, debieran activarse todas sus
organizaciones en función de extirpar este flagelo social, puesto que sus
consecuencias funestas podrían darle paso a un clima de total inestabilidad en
el cual prevalecería el interés personal antes que el colectivo. Algo de lo
cual no podrían sacar provecho los grupos opositores que son los más motivados
en que ello ocurra para que caiga el gobierno o se concrete una intervención
militar extranjera, tal como la han invocado en numerosas ocasiones.
Respecto a este posible escenario, habrá que sublevarse,
independientemente de la opinión que se tenga de la dirigencia política
gobernante o de la oposición de derecha, ya que de permitirse, por indolencia e
irresponsabilidad nuestra, se creará un estado general de ingobernabilidad,
mucho peor al que, en mayor o menor medida, criticamos en el presente. En el
caso de quienes animan una intervención militar extranjera, encabezada sin duda
por tropas estadounidenses, o, como lo admitió en fecha reciente el Secretario
de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, alientan a las fuerzas armadas para
que den un golpe de Estado para salir del gobierno, hay que recordarles,
apelando a la filosofía popular, que una cosa es invocar al Diablo y otra verlo
en persona. Esta eventualidad hipotética sólo acarrearía males incalculables,
incluso sin que llegara a presentarse la fatalidad de una guerra civil, como
pasó en otros países del continente.-
mandingarebelde@gmail.com
Esta genial este articulo hasta el titulo, felicitaciones a Homar Garcés: gracias
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