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miércoles, 3 de abril de 2019

Fuera Yankies de Venezuela y América Latina



Por Manuel Holzapfel G.:

Recuerdo la mañana del miércoles 12 de septiembre de 1973 en Temuco, junto a mi abuela, escuchando las noticias en la radio. De fondo marchas militares y el locutor exaltando el golpe ejecutado el día anterior por las fuerzas armadas. Sus palabras me quedaron grabadas para siempre: “saludamos la gesta libertaria del glorioso ejército de Chile, que ha salvado al país de la dictadura marxista”, clamaba eufórico. “Nos informan, que avanzan camiones por la Avenida Caupolicán cargados con gas, azúcar, harina y toda clase de alimentos. Ha terminado la escasez y el hambre en la que nos tenía sumidos el gobierno de la Unidad Popular”, exclamaba jubiloso. Parecía un milagro que en menos de 24 horas, el comercio de la ciudad estuviera abarrotado de mercadería. El mismo prodigio ocurrió en todo el país.   


Con 12 años recién cumplidos, sabía muy bien que no había tal milagro. Vi muchas veces que en las casas de amigos de familias de derecha tenían de todo. Me asqueaba verlos colmar de azúcar sus tazas de té y engullir el pan con mantequilla, queso y jamón, mientras vociferaban que “estos upelientos nos tienen muertos de hambre”.

Después vino lo peor: asesinatos masivos, cárcel, tortura, desapariciones, exilio y la implantación de un modelo de acumulación capitalista, que convirtió a Chile en uno de los países más desiguales del mundo. El genocidio fue el precio que el pueblo chileno pagó para que el imperialismo norteamericano, autor intelectual y financista del golpe militar, recuperara el cobre que Salvador Allende había nacionalizado, destruyera el proceso de la vía chilena al socialismo, y la minoría oligárquica del país, recuperara sus granjerías y privilegios de clase. En sus últimas palabras Allende apuntó claramente al imperialismo, al capital foráneo y a la reacción como los instigadores de la desestabilización del gobierno de la Unidad Popular y del golpe.

Hoy, 46 años después, somos testigos de la misma infamia del imperio en Venezuela. El libreto es el mismo utilizado en Chile, y con algunas diferencias menores, en Irak, Libia y Siria, país donde gracias a la intervención de Rusia, han debido salir con la cola entre las piernas. En Venezuela, el botín es infinitamente más suculento que en Chile. Por ello, no escatiman esfuerzos para destruir la Revolución Bolivariana y lograr apoderarse de las mayores reservas de petróleo del planeta, del oro (segundas mayores reservas del mundo), diamantes, hierro, bauxita, cobre y coltán, entre otros muchos recursos.

La voracidad de Estados Unidos es directamente proporcional con su deuda de casi 20 billones de dólares, que representa la tercera parte de la deuda global de 63 billones de dólares. Con una deuda impagable y el avance inexorable de China para constituirse en primera potencia mundial, al imperialismo sólo le queda como alternativa la guerra para apoderarse de los recursos naturales de otros países. China está superando en todos los terrenos a Estados Unidos, que trata inútilmente de apuntalar un capitalismo que enfrenta la peor crisis de su historia.

El presidente de China, Xi Jinping, ha señalado que “la historia ha probado y continuará demostrando que solo el socialismo puede salvar a China” y que el Partido Comunista constituye el supremo liderazgo político del país. Lo anterior demuestra, que a diferencia de lo que muchos piensan, la contradicción entre Estados Unidos y China, no es de carácter Inter capitalista. La contradicción sigue siendo entre capitalismo y socialismo, y es importante tener claro, que la asonada imperialista en Venezuela, forma parte de esa contradicción principal. Las recientes declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, Patrick Shanahan son elocuentes, en este sentido, cuando señaló que el objetivo fundamental del presupuesto 2020 de las fuerzas armadas norteamericanas es “China, China, China”. Lo repitió tres veces para que no quedara duda alguna. 

Para lograr concretar su campaña de rapiña en Venezuela, Estados Unidos cuenta con el apoyo incondicional de la banda de corruptos y rastreros del Grupo de Lima, entre los cuales destaca el magnate y presidente de Chile, Sebastián Piñera. A ello se suma una campaña mediática planetaria de desinformación y mentira que en Chile ha sido constante y perniciosa. Desde los matinales, programas de farándula a los noticieros, la operación contra Venezuela no permite descanso. Periodistas y conductores radiales y de televisión, por ignorancia o simple oportunismo, repiten como papagayos el libreto informativo impuesto por el imperio. Atacar a Venezuela, se ha convertido en algo de buen tono, en credencial de buena conducta, en una especie de deporte nacional, que practican obedientemente, políticos, periodistas, rostros televisivos y cantantes de cuarta categoría.

Los mismos hipócritas callan frente a la represión sistemática del Estado chileno contra el pueblo mapuche y la crisis humanitaria en Yemen donde 14 millones de yemeníes sufren hambre y 85 mil niños menores de cinco años han muerto de desnutrición. Una guerra civil de casi cuatro años, que tiene como protagonista a Estados Unidos apoyando a la coalición militar liderada por Arabia Saudita. Nada dicen Almagro, Piñera, Duque, Macri, Moreno y Bolsonaro de los 160 dirigentes sociales asesinados en menos de un año en Colombia ni de los más de 200 mil asesinatos y 40 mil desaparecidos en México desde que comenzó en 2006 el genocidio disfrazado de guerra contra el narcotráfico, promovido por Washington. Sólo en enero de 2019 hubo 2.853 asesinatos y los “artistas” del imperio Bosé, Sanz, Juanes, Guerra, Montaner y demás mequetrefes, callan servilmente.

Sin asco, se han puesto al servicio de Estados Unidos, que más que un estado, es la mayor organización criminal del planeta, que pretende convencer al mundo de su rol de gendarme de la democracia y la libertad. Estas “blancas palomas de la paz”, cuentan con 6.800 ojivas nucleares y más de 700 bases militares en 70 países. Lanzaron bombas atómicas en Hirochima y Nagasaki y han invadido e intervenido militarmente en México, Puerto Rico, Nicaragua, Cuba, Haití, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Grenada, Panamá, Corea, Vietnam, Somalia, Afganistán, Irak (dos veces), Yugoeslavia, Pakistán, Yemen y Libia.
El prontuario de estos “campeones de la democracia” parece no tener fin, porque también financiaron y participaron directamente en los golpes militares de Venezuela (1948 y 2002), Paraguay, Guatemala, República Dominicana, Brasil, Argentina (1966 y 1976), Bolivia, Uruguay, Chile, El Salvador, Panamá, Perú, Haití y Honduras.

Ése es el doble rasero del imperio que montó el show de Cúcuta para entregar una supuesta “ayuda humanitaria” de 20 millones de dólares a Venezuela, en circunstancias que las pérdidas producto de las sanciones que le ha impuesto a ese país, ascienden a 20 mil millones de dólares anuales. El objetivo real era crear las condiciones para invadir, y la intentona criminal contó con la complicidad directa de los nuevos guaripolas de Donald Trump: los presidentes de Colombia y Chile, Iván Duque y Sebastián Piñera. Es el accionar gansteril, de los ejecutores del boicot eléctrico; de los patrones de los mercenarios que asesinan a diestra y siniestra sembrando el caos y destruyendo los estados que Washington considera un peligro para sus intereses. Así lo han hecho en Irak, Libia, Ucrania, Siria, Yemen y también en Venezuela.

La realidad objetiva demuestra que Estados Unidos, es la mayor amenaza para el planeta y la humanidad. Lamentablemente, en Chile los representantes del Frente Amplio, Boric, Jackson, Sánchez y la ex Concertación devenida en Nueva Mayoría, hacen la vista gorda y se suman por acción u omisión a la campaña del imperialismo contra Venezuela. La historia juzgará su cobardía y oportunismo.

coigue2@hotmail.com

martes, 12 de febrero de 2019

Venezuela, escenario geopolítico clave

Por Julio A. Louis:

En tanto Bolsonaro ha dicho que “no queremos una América bolivariana” (1), uno de los varios críticos de Maduro expone: “El problema de los precios se ha convertido en el asunto que más preocupa a las venezolanas y venezolanos, porque pasan los días, semanas y meses y no hacen sino aumentar y el gobierno no hace nada por detenerlos.” (2)  Agrega que existe “la quiebra en la ética del trabajo”, “la fuga de empleados al exterior” y la grave corrupción.  ¿Entonces?    



 Una cosa es la crítica, otra la intervención   

    Los gobiernos de México y Uruguay, en correcto comunicado conjunto, apelan al diálogo, aceptado por Maduro y  descartado por Guaidó. En tanto Trump ha sido el primero en reconocer -u ¿ordenar?- presidente a Guaidó (extrema derecha, de Voluntad Popular), estadounidenses como el Senador Bernie Sanders le pide que “no apoye golpes”, ya que “Estados Unidos tiene un largo historial de intervenir impropiamente en países de América Latina y no debemos seguir ese camino de nuevo”. (3)  O la congresista demócrata Tulsi Gabbard - precandidata a la Casa Blanca para 2020- opina: “Estados Unidos debe quedarse fuera de Venezuela. Dejemos al pueblo de Venezuela decidir su futuro.” (4)     

   A su vez personalidades, en su mayoría estadounidenses a las que se suman, entre otros el brasileño Emir Sader- reclaman al gobierno de  EE.UU. no interferir en Venezuela y apoyan un diálogo. “Estas sanciones recortarán los medios por los cuales el gobierno venezolano  podría haber escapado de su recesión económica, y a la vez, causaron una dramática caída en la producción de petróleo y el empeoramiento de la crisis económica, con la muerte de muchas personas que no pudieron acceder a medicamentos que hubieran podido salvar su vida (…) Ninguna de las partes en Venezuela puede simplemente vencer a la otra. El ejército, por ejemplo, tiene al menos 250.000 miembros de primea línea y hay al menos 1.600.000 en las milicias. Muchas de estas personas lucharán, no solamente sobre la base de la creencia en la soberanía nacional (…),  frente a lo que parece ser una intervención liderada por Estados Unidos, sino también para protegerse de una posible represión si la oposición derrocara al gobierno por la fuerza.” (5). Concluyen que la única solución es un acuerdo negociado. 

  ¿La oposición a Maduro es demócrata?

 Aún en las Repúblicas democráticas, el Estado es una máquina de opresión de una clase sobre otra, o de un bloque de clases sobre otro.  Históricamente sabemos como ejercen el poder los demócratas liberales, y peor, como se suben al carro de la “democracia” desde los voceros de “El País”, apologista del golpe de Estado de la Seguridad Nacional, a los Bolsonaro, Duque, Macri, etc., que gobiernan Estados opresivos para las clases populares, o bien, organismos obedientes del imperialismo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).  Sepámos  que el contenido de la democracia siempre es de clase. Hubo democracia esclavista, democracia en los burgos modernos, democracia liberal en países capitalistas y democracias más estrechas, “las tuteladas” por las Fuerzas Armadas a la salida de las dictaduras de la Doctrina de la Seguridad Nacional.  En todas, con variantes importantes, grandes sectores del pueblo no han podido participar en ella. 

   La República Bolivariana no tiene una democracia liberal. Ha aspirado a una democracia superior, participativa, popular. Agredida constantemente desde el exterior, y con errores, no ha podido mantener lo  intentado. Sin embargo, ni todos sus opositores son demócratas liberales, ni menos las agresiones desde Estados Unidos y sus títeres son por apego a esos principios. Un ejemplo: Trump tiene a Israel como aliado clave, Estado racista, intervencionista, represor y que más condenas de la ONU ha recibido. En cambio, sí EE.UU. acciona por motivos geopolíticos, por las riquezas naturales venezolanas (petróleo, coltán, diamantes, oro) y por el mal ejemplo dado en el “patio trasero”. En otro orden, la segregación económica, social, política, cultural, racial, ha sido una constante histórica de Venezuela y factor decisivo de la victoria de la Revolución Bolivariana. Conocer ese pasado como el presente son básicos para captar por qué en América del Sur, es el principal escenario de lucha entre dos grandes bloques políticos-sociales.     

   Geopolítica y poder mundial

Hans W. Weigert define la geopolítica como “ ‘la geografía política aplicada a la política del poder nacional y a su estrategia de hecho en la paz y en la guerra’ (y) estudia la influencia de los  factores geográficos en la vida y evolución de los estados, y, lo que es singularmente importante, los estudia con el fin de extraer conclusiones capaces de orientar la política de los mismos” . (6)  

A la trascendencia de la geopolítica -en el caso, el valor del “patio trasero” para EE.UU.- se  suma en el siglo XXI, la necesidad de comprender que un nuevo poder planetario global manda, sin considerar a la democracia -a la que tolera sino lo cuestiona a fondo- al tiempo que declina el poder de los  Estados Nacionales, inclusive el de las grandes potencias del occidente capitalista; fuera de occidente  hay  excepciones, con Estados fuertes, como la Federación Rusa, de discutible democracia liberal, o  la República Popular China, definida como “democracia consultiva”. El planeta es dirigido por una constelación de organizaciones, que ejercen el poder económico, financiero, científico, cultural, militar. No obstante, lo “viejo” -los Estados Nacionales- reacciona y se defiende. Pero en la medida que los Estados son diferentes -según las clases o bloques de clases que lo dominan- aplican fundamentos distintos, si buscan el dominio imperialista o la emancipación nacional. En el capitalismo (al menos el occidental),  un verdadero “poder en las sombras” domina el escenario mundial. El Club  de Bilderberg, fundado en 1954 es el más poderoso. Reúne a personalidades de esas diversas esferas,  las que suelen repetirse en organizaciones afines.   

   Este fenómeno creciente en las últimas décadas, provoca respuestas, aún dentro de los Estados de las grandes naciones capitalistas. El brexit británico ha sacudido a Europa. La victoria de Trump sacude a su país, y por la influencia de éste, al mundo. 

   Trump contra la globalización y por el patio trasero

    Dentro de su Partido, Trump ha agudizado la lucha de tendencias. Expresa un nacionalismo industrialista anti-globalista y con él emergen las formas radicalizadas del nacionalismo conservador, como los supremacistas blancos. Con  el lema “Estados Unidos primero”, busca re industrializar al país y recuperar los empleos perdidos a causa de la globalización que ocasionó la des localización de empresas, lo que le significó conseguir votos de multitudes, de ex obreros desocupados en  ciudades despobladas -caso de Detroit- por la traslación de capitales a México, o aún, a China.   

   Equilibrando distintas tendencias, Trump ha intentado romper la alianza ruso-china, con fundamento en la teoría de la “balanza de poder” de Henry Kissinger. Esa teoría -tomada de la geopolítica británica clásica- valora que una potencia dominante debe entablar relaciones con el más débil de dos rivales para derrotar al más fuerte, y en el proceso debilitar también al más débil. Pero Trump no sólo que no lo ha conseguido, sino que en Estados Unidos se ha planteado su destitución, señal de debilidad interna. (7)  Aprendiendo de tal teoría sería tácticamente inteligente que Maduro buscara la alianza con la oposición que no es ultra derechista e intervencionista como es la de Guaidó, para aislar a ésta, dando un paso atrás necesario.    

   Sin embargo, volviendo a Estados Unidos, existe algo en  común entre las diversas tendencias pro imperialistas: todas  necesitan del “patio trasero”. Y en su recuperación, someter a Venezuela es primordial por lo expuesto, al que seguirían otros díscolos, casos de Bolivia o Cuba, o inclusive, México y Uruguay.   

   Por eso, si las contradicciones internas en EE.UU.  no se lo impiden, Trump parece dispuesto a seguir arremetiendo, arrastrando a la guerra civil venezolana, sea por la intervención directa o a través de Brasil y Colombia, la que en el mejor de los casos para sus intereses, equivaldría al golpe de Pinochet, sin descartar -por la resistencia que hallará- a otra Playa Girón (1961), o  peor, a un Vietnam en dimensión latinoamericana, toda vez que Maduro está apoyado por gran parte de su pueblo, además que por Rusia y China, que también hacen su juego geopolítico. Mientras, no nos cabe dudas, que los trabajadores y pueblos, deben apoyar a sus pares de Venezuela -frente a la agresión imperialista, los que se sienten más próximos a pesar de todos los pesares a Maduro, del mismo modo que en la década del cuarenta, se apoyó a la URSS de Stalin contra la agresión nazi. Y ni qué decir, apoyar al diálogo promovido entre otros, por el gobierno de Uruguay, frente a la intransigencia de los promotores de la guerra civil. 

NOTAS.
(1) Exposición en el Foro Económico Mundial de Davos.
(2) Eleazar Díaz Rangel: “¿Cuándo se ocuparán en el gobierno de combatir el alza de precios?” “Noticiero Latinoamericano”. Enero de 2019
(3) Declaraciones en “Noticiero Latinoamericano”. 22 de enero
(4) Ibidem.
(5) “Intelectuales del mundo contra el golpe”. “Noticiero Latinoamericano”. 22 de enero.
(6) Vivian Trías: “Imperialismo y geopolítica en América Latina”.  Cita a Wans W. Weigert en “Geopolíica, generales y geógrafos”
 (7) Wim Dierkxsens, Walter Fomento y Julian Bilmes” “Trump gobierno, política exterior y geoestrategia mundial”.  . 18/12/2018.
jlui@adinet.com.uy


martes, 18 de septiembre de 2018

Venezuela-China: potencial y poder en desarrollo


Por Ernesto Wong Maestre:
La avalancha de acuerdos bilaterales firmados por el Gobierno Bolivariano durante la visita de alto nivel presidida por el líder de la revolución chavista y Presidente Constitucional, Nicolás Maduro, a la República Popular China, recién finalizada, contribuirán estratégicamente a elevar el nivel del potencial de Venezuela y también de China, de ahí que ambos gobiernos, actores populares y fuerzas empresariales de una y otra nación se hayan manifestado con entusiasmo e interés por los alcances de las negociaciones y sus resultados. Esos acuerdos tuvieron como fundamentos filosóficos tanto el Pensamiento Chavista como el Espíritu de Shanghai y como referentes principales el desarrollo integral y sostenible de ambos países y la mayor prosperidad para sus pueblos. De su relevancia y sentido tratan las siguientes ideas. .

Como bien reconocen los estudiosos de la potencia y poder de una Nación, desde el alemán Hans Morgenthau (1) o el francés Raymond Aron (2) hasta el venezolano Víctor Maldonado Michelena (3) o el cubano Roberto González (4), el potencial de un país está dado por el conjunto de recursos materiales e inmateriales, capacidades intersubjetivas, competencias subjetivas y tecnologías en sus diversas magnitudes, desde las nanotecnologías hasta las macrotecnologías que pudieran emplearse en momentos determinados para alcanzar fines de política exterior o para la defensa de su soberanía, independencia y libertad, mientras que se le llama poder al uso concreto de ese potencial en las estrategias y operaciones tácticas para ir logrando objetivos ante las amenazas, conflictos u oportunidades, tanto para fortalecer el potencial, condición clave de la estabilidad política, como para apoyar a un aliado. O incluso, solidarizarse con un pueblo necesitado, como solo lo hacen los gobiernos enfocados al socialismo.

Acuerdos, potencial, poder y estructuras
Varias obras de los autores antes mencionados dan cuenta detallada de los “factores” que definen el potencial de una Nación. No es necesario mencionarlos aquí pero si recordar que no deben concebirse o estudiarse fragmentados sino en un amplio haz de relaciones como totalidad dialéctica y por ello, relaciones con diversos niveles de significación entre ellas, algunas “duras” y otras “blandas”, como bien recuerdan De la Garza y Leyva (5). Basados en esos factores, es posible comprender que los 472 proyectos bilaterales en ejecución,  más los 28 acuerdos anunciados que fueron firmados durante la visita de Maduro a China junto al equipo liderado por Xi Jinping tienen un caleidoscopio de significados, tanto para el Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad (RCP) echado a andar en el pasado agosto por el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como para el ya exitoso gran proyecto de la Franja y la Ruta ideado y puesto en marcha desde hace más de un lustro por la República Popular China en alianza con más de cincuenta países de Asia, Eurasia, Europa, África y más recientemente con América Latina y El Caribe, en lo que Cuba y Venezuela tienen significados particulares.

Los acuerdos potencian y los proyectos derivados de los planes dan poder al mismo tiempo que se ejecutan con el poder acumulado de los Estados, que al realizarlos se alcanza mayor potencia y también se incrementa el poder para continuar transformando las sociedades. Todo ello proporciona el sentido histórico y último de toda esa acción bilateral: sentar las bases firmes hacia el desarrollo integral de las dos naciones y con ello alcanzar la mayor suma de felicidad y seguridad social para ambos pueblos y la mayor suma de estabilidad política para las Naciones.

Venezuela desarrolla el proyecto de transformaciones sociales que más atracción popular global ha tenido en los últimos quince años complementado con una política exterior dirigida a integrar a los pueblos mediante los proyectos ALBA-TCP conformado por Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Dominica, Antigua y Barbudas, San Vicente y Granadinas, Granada, San Cristóbal y Nieves y como invitados Surinam, Irán, Siria, Rusia, India, Malasia y Vietnam. Venezuela se solidariza y comparte con ellos la riqueza petrolera que posee a través de Petrocaribe, calculada como una de las más grandes del mundo, y se apresta a desarrollar integralmente la minería al poseer grandes reservas de oro, coltán, bauxita, caliza, diamantes, carbón, hierro, fosfatos, dolomita, manganeso y muchos otros minerales estratégicos o de amplio uso tradicional. Y en toda la labor que realiza o planea está presente el principio de la democracia participativa y protagónica del pueblo y la decisiva unidad cívico-militar, con su expresión concreta en la praxis diaria del país. La visión del Socialismo Bolivariano que anima el proyecto social se va transformando y enriqueciendo, en la misma medida en que se va desarrollando en la praxis según las particularidades de Venezuela, y ello despeja mejor el camino hacia una mayor integración con el gigante asiático. 

China, por su parte, ya disputa con EE.UU la primera plaza mundial como potencia económico, financiera y tecnológica, mostrando -a diferencia del imperio- una alta capacidad de sacar anualmente a millones de personas de la pobreza y también de crearles condiciones sostenibles para que disfruten de buenos salarios, eficiente infraestructura comunicacional y de servicios, y cantidades diversas de productos de primera necesidad, para el hogar e incluso suntuarios mediante una integración, cada vez mayor de todas sus regiones y estas con el mundo a través de la histórica Ruta de la Seda. Coches eléctricos ya son producidos y exportados en proporciones similares a otras superpotencias desde Nanjin a varias capitales y ciudades de Asia, Europa y Medio Oriente, con la participación de empresas mixtas formadas con grandes corporaciones emergentes (stars up), las cuales se expanden por el extenso territorio de más de 9 millones y medio de km². En China están creciendo aceleradamente las inversiones en investigación y desarrollo (I&D) para situarla dentro de pocos años en el primer lugar mundial y ya ha desplazado a varias potencias en la escala de generadoras de tecnologías. Ningún analista deja de reconocer que nuevos emporios tecnológicos y zonas económicas especiales con grandes urbes están surgiendo aceleradamente desde Shanghai hasta Urumchi y desde Guangchi hasta Jilin. Por ello, China se ubica en la cima de los llamados mercados de exportación e-commerce.

Recientemente el destacado analista ruso orientalista, Alexei Maslov, abogó por crear grandes corporaciones globales mixtas de productos o servicios para competir en el mercado mundial, constituidas por los ocho países de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), conformada por China, Rusia, India, Pakistán, Kasajistan, Tiyikistán, Kirguistán, Uzbekistán y con observadores como Bielorrusia,  Afganistán, Irán y Mongolia, así como otros cinco aspirantes a integrarla. Todo ello hizo que el canciller chino, Wang Yi,  reconociera que el Espíritu de Shanghai es "la razón fundamental por la que la OCS puede seguir creciendo". Pero la propuesta de Maslov tiene su asidero, entre otras condiciones concretas, en que hace solo un año China y Reino Unido inauguraron el primer tren de carga que conecta directamente ambos países y en 18 días recorre 12.000 kilómetros con cargas en ambos sentidos y de varios de los países por donde transita  y se aprestan a moverlo en un futuro con energía solar, reduciendo así los costos y ahorrando la energía fósil que se agota aceleradamente.

Respecto a África y guiada por el Espíritu de Shanghai, China ha atraído la atención de los 55 países africanos y coopera con ellos para fortalecer el recién Acuerdo de Libre Comercio Africano o Tratado Continental Africano de Libre Comercio, del pasado marzo, porque, como recién reconocieron los analistas de Xinhua, “el involucramiento de China en África es beneficioso para los 2.600 millones de chinos y africanos, que representan un tercio de la población mundial”(6). Más de 60 mil millones de dólares de China se invertirán en proyectos conjuntos, siguiendo los objetivos y estrategias de la Agenda África 2063.

China actualmente espera que con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se pueda avanzar aceleradamente como en África y a través de ella se puedan lograr acuerdos y proyectos de beneficio mutuo que fortalezcan la independencia y la soberanía de los 32 países que la integran. Ella, al igual que Venezuela, espera que Mercosur y Alba-TCP unan esfuerzos y condiciones para beneficio de toda Suramérica aún cuando el actual gobierno pentagonista de los EE.UU sienta tanto temor y desesperadamente siga haciendo todo lo que esté a su alcance para bloquear tal posibilidad. No obstante, China -con la paciencia confuciana que la caracteriza-  se está convirtiendo en el primer socio comercial y financiero de América Latina y el Caribe 

Dialéctica chino-venezolana: principios, transformaciones y circunstancias
En este articulo se insiste en resaltar que los recientes acuerdos bilaterales que tributan a los más de 470 proyectos establecidos entre Venezuela y China, transversalizan el Plan RCP, es decir, impactan con relevante poderío en los diez lineamientos estratégicos que componen el Plan venezolano proyectado por Maduro, centrado fundamentalmente en: a) dimensiones financiero-monetarias sean de nivel nacional como familiar (elevar ingreso de divisas, reconversión monetaria, paridad y modalidad cambiaria, mejores salarios, más poder adquisitivo y ahorros), b) en la producción de bienes y servicios (agrícolas, industriales y bancarios), y c) en la infraestructura (transporte y comunicaciones). Logran impactar porque los acuerdos están firmados precisamente en los sectores y áreas más necesitadas que permitirán alcanzar el éxito del Plan RCP: área energético-petrolera, sector transporte, minería, tecnologías, educación, comunicación, cultura, salud y seguridad.

Comprender esa totalidad dialéctica requiere eso que Hugo Zimerman llamó la “descripción articulada” y que De la Garza y Leyva han estudiado ampliamente (7). A manera de síntesis y su aplicación podría decirse –en este caso-  que es saber articular, desarticular y volver a articular categorías y conceptos intra-dimensionalmente e inter-dimensionalmente contenidos en: a) los principios o fundamentos en que se apoyan ambas políticas exteriores, b) las dimensiones y componentes (conjunto de operaciones estructurantes) del Plan RCP y del proyecto “La Franja y la Ruta” con sus logros u obra ya alcanzada o por alcanzar, y c) las circunstancias nacionales e internacionales o globales en que ambas naciones están inmersas o las contextualizan. Veamos.

El Espíritu de Shanghai tiene su base en los Cinco Principios del Pancha Shila y es el principal fundamento del proyecto La Franja y la Ruta que establece como meta crear una gran Comunidad de Futuro Compartido, con los cual ya van más de 70 a 80 naciones que han manifestado su disposición a aliarse a China en este proyecto. asumiendo los principios sustentos del proyecto: a) confianza mutua, b) beneficio compartido, c) igualdad, d) solución pacífica de las controversias, e) consultas permanentes entre las partes, f) respeto a la diversidad cultural, g) concordancia estratégica o visión estratégica común, h) desarrollo común, i) solidaridad y j) cooperación integral: Estos son los componentes y a esto es a lo que se le llama actuar internacionalmente con el “Espíritu de Shanghai”. Su contraparte venezolana es el Pensamiento o Ideal Chavista el cual tiene su base en la doctrina del bolivarianismo, de la Patria Grande y de la actitud antimperialista, a lo que se le pudiera denominar el Espíritu Bolivariano.

Ese bolivarianismo y el desideratum chavista están plasmados y aprobados por el pueblo a lo largo de toda la Carta Magna de Venezuela (8) aunque resumido en su Preámbulo, los primeros seis artículos y los relacionados con los artículos 299 al 327 referidos al régimen socioeconómico, la función del Estado en la economía y la seguridad de la Nación, así como a las normas fijadas en los artículos 152 al 155 respecto a las relaciones internacionales. La necesidad de la refundación de la República, plasmada en el propio Preámbulo, presupone transformar el sistema de economía rentista petrolera y consolidar la economía productiva,  siempre que en ese proceso se mantengan vigentes y pujantes los valores que fijó desde 1999 el pueblo en su Constitución, de “libertad”, “independencia”, “paz”, “solidaridad”, “bien común”, “integridad territorial”, “convivencia”, “imperio de la ley”, “derecho a la Vida”, “trabajo”, “cultura”, “educación”, “justicia social”, “educación”, “igualdad”, “cooperación pacífica”, “integración latinoamericana”, “no intervención” y “autodeterminación”.

Resulta entonces evidente la identidad de valores y principios que animan las políticas exteriores de Venezuela y China en aras de incrementar sus potenciales y poderes transformadores en las actuales circunstancias y compleja coyuntura internacional. En ésta debe jerarquizarse, para la mejor comprensión de las relaciones bilaterales, el reagrupamiento de fuerzas emergentes que desde Eurasia marcan la actual hegemonía en las decisiones interestatales para afrontar los problemas globales, y destrabar las economías de los países del sur, así como también que en Occidente las viejas potencias se enfrentan al tradicional hegemón y en el seno de esos actores se desarrollan y se hacen críticas innumerables contradicciones entre los grupos de poder, y entre estos y la ciudadanía que no les permiten crear espacios de posibilidades para la acción viable con EE.UU pero sí con el gigante asiático y de aquí que muchas de ellas establezcan cada día más negocios con China y a su vez muestren desinterés o rechazo a la tradicional política impositiva y prepotente del gobierno de Donald Trump, volcado ahora sobre América Latina pero donde ya China en alianza estratégica con Venezuela y Cuba crean bases de apoyo para que sus alianzas sean integrales e indestructibles porque en ellas los principios guían y motivan subjetivamente las operaciones transformadoras de la realidad, incididas estas por las circunstancias y condiciones histórico-concretas (políticas, económicas, sociales) del tránsito mundial al socialismo que la humanidad se ha propuesto para poner fin al depredador capitalismo.

Bibliografía
(1) Morgenthau, Hans J. (1948) Política entre las Naciones.La lucha por el poder y la paz. Grupo Editor Latinoamericano, Colección de Estudios Internacionales, 3ra edición, Madrid. Consultada en https://es.scribd.com/doc/314086351/Hans-J-Morgenthau-Politica-Entre-Las-Naciones-Completo          
(2) Aron, Raymond (1962). Paz y guerra entre las Naciones. Alianza Editorial, 1985, tomo 1 y 2. Madrid.
(3) Maldonado Michelena, Víctor (1994). Seguridad del Estado. Desarrollo-Defensa. Ediciones de la Presidencia de la República, 3ra edición, Caracas, 1998.
(4) González, Roberto. Teoría de las Relaciones Políticas Internacionales. Ediciones Pueblo y Educación e ISRI, La Habana, 1990.
(5) De la Garza Toledo, Enrique (2012).- La metodología marxista y el configuracionismo latinoamericano. En Tratado de Metodología de las Ciencias Sociales, Ediciones FCE, México, 2012, págs. 229 a la 255.
(6) Spanish.xinhuanet.com (2018). China y África: una verdadera amistad y algo más. Consultado en http://spanish.xinhuanet.com/2018-09/06/c_137449405.htm.
 (7) De la Garza Toledo, Enrique (2012). Ob.cit.
(8) Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) con la Exposición de Motivos y las reformas aprobadas mediante referendo universal en 2009. Publicada en Gaceta Oficial Nro. 5.908 extraordinarios de fecha 19 de febrero de 2009.
wongmaestre@gmail.com


(*) Profesor de las Maestrías en Derecho Internacional Público (UBV), en Relaciones Internacionales (UMBV), en Política Exterior de Venezuela (IAEDPG) y de la Licenciatura en Relaciones Internacionales (EEI-UCV).  Doctor en Seguridad de la Nación 2018.  Autor de la tesis doctoral “La macroestructura de sentido del discurso del líder transformador socialista”. Analista internacional invitado de Telesur, VTV, RNV, YVKE, ANTV, Ávila TV y ViveTv.


miércoles, 9 de mayo de 2018

La dolarización de la economía


Por Pasqualina Curcio: 
Las dolarizaciones no solo implican la desaparición de la moneda nacional, forman parte de todo un paquete de medidas que compromete la independencia, el desarrollo y el sueño de la igualdad social. El paquete incluye necesariamente: 1) la privatización de las principales industrias generadoras de divisas y 2) el endeudamiento externo. Veamos por qué, y para qué.



 1. Para adoptar el dólar como moneda nacional, lo primero que se debe establecer es la cantidad de billetes verdes que circulará en la economía, y por lo tanto, cuántos nos enviarán del norte.

2. Esa cantidad depende del nivel de las reservas internacionales. En nuestro caso tenemos, a la fecha, $ 9.968 millones. Los ideólogos de la dolarización, están proponiendo que máximo deberán circular $ 3.000 millones. Según ellos ese es el tamaño de nuestro sistema financiero.

3. EEUU no nos enviará ni un dólar más que sobrepase un tercio de las reservas. Debemos limitarnos a esa cantidad.

4. Cuando el pueblo venezolano ose decidir aumentar la inversión social, el salario de los trabajadores del sector público, las pensiones de los viejitos, la meta de viviendas, construir un hospital, escuelas, carreteras, universidades, importar medicamentos o tecnología, es decir, desarrollarse, requerirá más dólares.

5. El imperialismo norteamericano solo nos dará más billetes de los verdes, si y solo si, aumentamos las reservas. Lo cual, en esta propuesta de gran transformación y de construcción de la Venezuela del futuro, será absolutamente imposible.

6. Estando privatizadas PDVSA, las industrias básicas y las minas de oro, diamantes y coltán, el Estado no contará con los ingresos en divisas que éstas generan, los cuales representan el 99% de las exportaciones. Bajo estas condiciones, jamás aumentará el nivel de nuestras reservas.

7. “Afortunadamente” el Imperialismo norteamericano nos ofrece una solución, ya incluida en el paquete: el endeudamiento externo. Estará dispuesto a prestarnos dólares, eso sí, con la condición de que se utilicen para promover e incentivar la inversión extranjera privada, preferiblemente norteamericana, de manera de garantizarse que los billetes verdes regresen al norte.

8. Un detalle importante es que los dólares que nos prestarán para nuestro “desarrollo”, son los mismos que generaron las empresas privatizadas.

9. Estando más endeudados y con intereses de deuda que pagar, nuestras reservas internacionales se verán cada vez más comprometidas y limitadas. Nuestra dependencia al Imperialismo norteamericano será cada vez mayor.

Sin dudas sería una gran transformación para Venezuela. Nuevamente seríamos Colonia, en esta ocasión, norteamericana.


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