Por Diego Olivera Evia: (*)
Nuevamente el terrorismo de EEUU y el Grupo de Lima
La historia del patio trasero de EEUU, concebido en el Siglo
XX fue impulsado por el Plan Condor, y desarrollado por Herri Kissinger creo una crisis de violencia,
asesinatos, violaciones, torturas y desaparecidos, hasta seres humanos tirados
al Rio de la Plata y el Rio Uruguay, esta década de terror y crisis económica,
fue implantado por los militares, de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil,
Paraguay, Bolivia, en el Cono Sur, creando una guerra de asesinatos, como el
del presidente Salvador Allende, como la muerte de miles de latinoamericanos,
para crear un modelo neoliberal a sangre y fuego, para ampliar los objetivos de
EEUU, de controlar a los movimientos revolucionarios y la propuestas alternativas
al modelo capitalista de las trasnacionales, como Monsanto que enveneno, a la
naciones de América Latina con transgénicos glifosato, como la creación de
químicos naranjas, impulsados en Viet Nam, sin poder derrotar a esta nación de
un pueblo libre y la defensa de su nació.
Hoy la realidad se maneja bajo el mismo concepto, de que
dominar a los países latinoamericanos, la realidad de Trump aplica duras
sanciones, a países centroamericanos les anuncia que cortará la ayuda
económica, a México le amaga con cerrar la frontera, a Colombia le espeta que
“no ha hecho nada” contra el narcotráfico, pero esta realidad de Colombia es
que produce la droga, para los estadounidenses, y la DEA que hace la vista
gorda, a los hijos de Marihuana y cocaína, la cual ha sido considera por el
payaso presidente, Duque que una reunión se refirió a la droga como el modelo productivo, pero la
realidad es que el estado es criminal, terroristas a través de sicarios y
paramilitares, realmente un estado criminal.
Cuba esta amenazada por la ley Helms-Burton (sus antecesores
presidentes suspendieron su aplicación), autorizando demandas contra empresas
extranjeras que se beneficien de propiedades expropiadas a estadounidenses,
tras la revolución de 1959, a lo que se opone la Unión Europea que teme que sus
inversiones en la isla sean afectadas y se produzca una ola incontrolable de
litigios.
Por su parte el terrorista Trump ha creado un ataque a los
organismos de integración de la región, comenzando por Mercosur, Unasur y
siguiendo por la Celac, con la complicidad de los gobiernos neoliberales de la
región. Pero no ha logrado que estos países lo acompañen en su agresión militar
contra Venezuela y, prácticamente ha hecho que su manipulable Organización de
Estados Americanos (OEA) se convirtiera en un jarrón chino, sin poder lograr
consenso para imponer sus políticas. Según una encuesta de Gallup, la
popularidad de Trump en Latinoamérica es de tan solo el 16 por ciento. Las
cifras indican que la región no quiere a Trump, que la utiliza como una “bolsa
de boxeo”, especialmente a México, Cuba y los países centroamericanos, a los
que llegó a llamar “países de mierda”.
Trump recortó el presupuesto de asistencia para América
Latina, pero pidió reservar 500 millones de dólares para financiar a la
oposición venezolana. El plan incluye un recorte del 23 % para el Departamento
de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usa id), que ahora
cuentan con 52.000 millones de dólares aprobados por el Congreso y a los que
Trump desea sumar 40.000 millones de dólares.
Unos 209 millones de dólares de esos fondos irían a parar a
Colombia, que actualmente cuenta con 143 millones de dólares. Colombia es
considerada tradicionalmente por EEUU como su aliada más leal en Sudamérica. El
Plan Colombia, dirigido a estabilizar a un Estado debilitado a lo largo de
décadas por el conflicto armado, ha sido alabado como uno de los mayores éxitos
de la política exterior estadounidense en los últimos años.
Para América Latina, los objetivos centrales son, precisamente,
los temas que resultan determinantes para Trump (comercio, medioambiente y
migración), tanto frente a sus votantes como en lo que se refiere a su
posicionamiento internacional. Por ello, es casi inevitable que haya un
conflicto de intereses permanente.
Y pese a la retórica agresiva y racista de Trump, la
política exterior en la región está marcada por una continuidad respecto de las
medidas bilaterales y multilaterales del gobierno de Barack Obama. Para el
gobierno de Trump, el eje de todas las consideraciones políticas es el «poder
de caos» de América Latina. Desde su campaña electoral, el tema central fue el
freno a la inmigración, marcado ya por el gobierno de Obama. Su aplicación
significó millones de deportaciones (sobre todo a México y Centroamérica) y la
reducción en 30% la inmigración ilegal en la frontera con México (cifras de en
2017).
En su relación bilateral con distintos países, lo que más
parece interesar a Trump es lograr ventajas competitivas para las empresas
estadounidenses en los mercados internacionales y contribuir así a reducir el
déficit comercial crónico de su país. En ninguno de los casos se vislumbran
«medidas defensivas» efectivas por parte de América Latina para atenuar los
efectos asimétricos; y es algo que aparece como poco factible debido a la falta
de cohesión regional estimulada por Washington.
Nuevamente el terrorismo de EEUU y el Grupo de Lima
El Grupo de Lima, que este lunes emitió en Chile una
declaración que califica al Gobierno venezolano como “una amenaza a la paz y la
seguridad internacionales” y convocó a otros países a sumarse al cerco contra
Caracas, “reiteró una vez más sus propósitos injerencistas” en contra de Venezuela,
plegándose a las “instrucciones perversas de Estados Unidos”, denunció el
presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
A que agrego que “El Grupo de Lima reiteró una vez más sus
propósitos injerencistas contra el Gobierno de Venezuela y señaló una supuesta
influencia negativa de #Cuba. Nuevamente siguen las instrucciones perversas de
los #EEUU. Nuestra respuesta es #Dignidad contra Doctrina Monroe #Somos Cuba”,
publicó Díaz-Canel en su cuenta de Twitter.
El Grupo reiteró este lunes sus propósitos injerencistas
contra el Gobierno de Venezuela y propuso a otras naciones e instituciones
sumarse a su empeño por derrocar a las autoridades del país sudamericano, en
una declaración de 17 puntos.
La declaración, firmada por los representantes de los
gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala,
Honduras, Panamá, Paraguay y Perú y de la proscrita Asamblea Nacional de
Venezuela, pretende responsabilizar de la actual situación interna de Venezuela
al gobierno de ese país, al que califica de “una amenaza a la paz y la
seguridad internacionales, con efectos regionales y globales”.
Igualmente, llama a la comunidad internacional a adoptar
sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro y poner a disposición del
apócrifo gobierno -inexistente- de Juan Guaidó los bienes pertenecientes al
pueblo venezolano en el extranjero.
Esa petición, que viola directamente la soberanía venezolana
y las leyes internacionales, se contradice con otro de los puntos en el cual
los firmantes dicen apoyar “un proceso pacífico de recuperación” de la
democracia y del Estado de derecho en la República Bolivariana de Venezuela,
conducido por los propios venezolanos en el marco de la Constitución y el
derecho internacional.
Estos conceptos han mostrado la realidad antidemocrática del
Grupo de Lima, un modelo apócrifo no avalado por instancias legales, solo
actúan en función de la ordenes del terrorista Donald Trump, presidente inmoral
y mentiroso, que no cumple sus acuerdos y denigra a los presidentes del Grupo
de Lima, acusándolos de perritos, ante la exigencia de un presidente inmoral,
que no respeta a la mujeres y abusa de ellas, además ha sido acusado de
pederasta, con este currículo podemos entender, los secuestros de niños de
inmigrantes, abusando en cárceles de menores, con mamelucos rojos, siendo estos
menores separados de sus padres, y hacinados en barracas y alambres, lo que
demuestra que EEUU es un estado terrorista e inhumano.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional
diegojolivera@gmail.com
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