Por Carlos Flanagan:
El domingo 30 de junio, tuvieron lugar en Uruguay las
elecciones internas partidarias, rumbo a las elecciones nacionales del domingo
27 de octubre. Votó el 40% del padrón
electoral superando el 37% de la elección anterior del año 2014.
Hay que señalar que desde que existen, nunca las campañas
hacia las elecciones internas de los partidos han logrado la repercusión y
entusiasmo popular que sí concitan las de elecciones nacionales.
En los dos partidos que de acuerdo a todas las encuestas
tienen chance de disputarse el triunfo en las elecciones de octubre - el Frente
Amplio (en el gobierno desde el año 2005) y el Partido Nacional - no hubo
sorpresas en cuanto al candidato ganador de la elección que definió las
candidaturas presidenciales de cada partido (el Ing. Daniel Martínez y Luis
Lacalle Pou respectivamente).
El lunes 1º de julio la Corte Electoral dio los datos del
escrutinio primario donde votaron 1.076.821 personas.
El Partido Nacional fue el más votado totalizando 448.132
votos (30.000 más que en 2014) Luis Lacalle Pou fue el ganador con el 54% y
240.943 votos, el segundo lugar fue para Juan Sartori logrando el 22% con
92.707 votos y Jorge Larrañaga terminó en tercer lugar con el 17 % y 78.450
votos.
El Frente Amplio obtuvo 255.072 votos (46.000 menos que en
la anterior); el ganador fue Daniel Martínez con el 42% y 107.023 votos, el
segundo lugar fue para Carolina Cosse con el 26% y 65.035 votos, Oscar Andrade
se ubicó tercero con 23% y 58.817 votos y Mario Bergara finalizó en cuarto
lugar con el 9% y 23.688 votos.
El Partido Colorado obtuvo 181.384 votos (41.000 más
respecto a la de 2014); el economista Ernesto Talvi obtuvo un claro triunfo con
el 54% y 97.447 votos, el expresidente Julio María Sanguinetti finalizó segundo
con el 33% y 59.415 votos y José Amorín Batlle fue tercero con el 13% y 24.054
votos.
Los tonos de las campañas
El clima interno en cada partido durante la campaña
electoral ha sido diametralmente opuesto. En el Partido Nacional hubo duros
enfrentamientos entre precandidatos sobre todo entre Larrañaga y Sartori.
Por primera vez en el país, irrumpió como precandidato del
Partido Nacional un joven outsider multimillonario que vivió la mayor parte de
su vida fuera del país y de su realidad. Gastando millones de dólares en
publicidad y en toda su campaña, Juan Sartori que votó el domingo por primera
vez en su vida, logró ubicarse segundo entre los precandidatos, relegando a un
tercer puesto al Senador Jorge Larrañaga de una extensa trayectoria política.
Sin embargo sólo alcanzó un 22%; lo que indica que al menos por ahora no se
repitió el fenómeno que se ha dado en otros países.
En el extremo opuesto, el Frente Amplio, como siempre,
aprobó en diciembre del pasado año en su Congreso -corolario de meses de
discusiones y elaboraciones en todos los organismos de base y sintetizadas en
unidades temáticas centrales preparatorias – su programa único para el período
2020 – 2025 y a su vez decidió habilitar y respaldar cuatro precandidaturas en
pie de igualdad; las de Daniel Martínez, Carolina Cosse, Óscar Andrade y Mario
Bergara.
Más allá de las campañas de cada uno, se organizaron varios
actos unitarios del FA con la participación y oratoria de los cuatro
precandidatos. Y así con estos actos se inició y se cerró la campaña.
Hacia afuera, todos los discursos de los partidos de oposición
hicieron hincapié en el problema de la inseguridad (tema que cala en forma
importante en las capas medias) y trataron de mostrar una imagen de un país
estancado y en crisis.
Por su parte el Frente Amplio se centró en mostrar las
cifras que indican un crecimiento económico ininterrumpido en sus 15 años de
gobierno (hecho inédito en la historia del país), así como indicadores que
muestran a Uruguay como el país de mayor justicia distributiva en A. Latina. La
pobreza bajó de un 39,9% en 2004 a un 8,1 al cierre del año 2018 y la
indigencia en el mismo período bajó de un 4,7% a un 0,1%. Más allá de los
logros económicos y sociales alcanzados, todos los precandidatos indicaron que
había que profundizar muchos aspectos del proceso de cambios en el próximo período
de gobierno.
El factor militar
Un partido recién creado, “Cabildo Abierto” que lleva como
candidato al ex - Comandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos, sin tener
lucha interna, obtuvo 46.887 votos y se ubicó como la cuarta fuerza política del
país. Indica la existencia de una derecha dura, posiblemente nostálgica de la
época dictatorial, que no hay que pasar por alto en el análisis.
Las perspectivas hacia octubre
Es preocupante que durante su campaña el Frente Amplio no
planteó claramente (salvo en el caso de Andrade en alguna oportunidad) la
necesidad de obtener los votos en la primera vuelta de las elecciones de
octubre que aseguren mantener las mayorías parlamentarias propias como ha sido
desde el 2005 hasta hoy.
Por el contrario, uno de los precandidatos, Mario Bergara
manifestó el 3 de mayo: “Las mayorías parlamentarias fueron importantes sobre
todo en el primer gobierno para permitir reformas estructurales, pero
condicionan el juego político. A mí no me quita el sueño obtener las mayorías
parlamentarias, en este último gobierno nos trajo más dolores de cabezas que
soluciones. Incluso no nos permitió, por ejemplo, con las FFAA o la inserción
externa, discutir adecuadamente algunos temas”.
Considero que el compañero cometió un serio error en su
análisis. Partiendo de un hecho puntual cierto, sacó una conclusión política
general equivocada.
A diferencia del PT en Brasil que nunca las tuvo, el Frente
Amplio en sus tres períodos de gobierno pudo aprobar leyes sólo con sus votos.
Por el contrario, el PT debía negociar la aprobación de cada
ley construyendo mayorías circunstanciales específicas. Para la aprobación de
la siguiente, ya debía armar una nueva ingeniería con otros sectores que lo
hicieran posible.
Esto no sólo le generó un gran desgaste, sino que además
pagó el alto precio político consistente en que los contenidos de las leyes
aprobadas no eran en muchos casos los que originalmente el gobierno hubiera
deseado y planteado.
Finalmente, en la campaña electoral, Fernando Haddad se limitó
a mencionar los logros obtenidos en los gobiernos de Lula y Dilma sin denunciar
el carácter retrógrado y fascistoide de Bolsonaro. Y cuando lo quiso hacer en
los días finales de la misma, fue muy tarde.
En Uruguay algunos compañeros parecen olvidar los años de
gobiernos blancos y colorados desde la salida de la dictadura en 1985 hasta el
2005, durante los cuales en el Parlamento votaban unidos en bloque sus leyes
como si fueran una aplanadora y rechazaban toda propuesta de la izquierda
(expresión puntual de la lucha de clases que nunca dejó de existir y sigue
vigente).
La apuesta de la derecha – más allá de los discursos sobre
propósitos de armar una coalición - no es ganar las elecciones de octubre
(saben que el FA, muy probablemente con un margen menor, volverá a triunfar en
una segunda vuelta); sino conquistar – ahí si coaligados - las mayorías
parlamentarias que le permitan torpedear la labor legislativa del gobierno
durante todo el período, como primer paso de su plan de reconquista del gobierno
en el año 2025.
En definitiva estamos en una cruz de los caminos: o en la
campaña de estos tres meses hacia octubre el FA reacciona, reverdece sus
definiciones fundacionales y hace énfasis en que se contraponen dos proyectos
antagónicos de país; el neoliberal privatizador que ya conocimos en los años 90
y nos llevó al abismo de la crisis del año 2002 y el de la izquierda, que sin
dudas deberá profundizarlo en sus alcances para seguir avanzando hacia una
realidad de mayor justicia social; y para ello insistir en la imperiosa
necesidad de lograr una votación que asegure mayorías parlamentarias propias, o
en caso contrario, de no hacerlo y perderlas, probablemente se iniciará un
proceso de tránsito hacia una futura derrota.-
carlos.flanagan@gmail.com
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