Por Sergio Ortiz:
Maduro se fortalece de cara a las elecciones de noviembre
La situación de Venezuela sigue siendo difícil por la concurrencia de dos factores disímiles y desproporcionados. Por un lado influye la tenaza imperialista de un bloqueo que empezó cuando Hugo Chávez era presidente y continuó, recrudecido, en los años de Nicolás Maduro, desde 2013 hasta hoy.
Aquella agresión externa, que da cobertura
a los agentes del imperio dentro de Venezuela, con el ejemplo mayúsculo del
“presidente encargado” Juan Guaidó, es la causa principal de las penurias
económicas, sanitarias y de otro orden que padece la nación bolivariana.
De todos modos conviene no perder de vista
los errores y limitaciones del mismo gobierno de Maduro y que él ha admitido en
forma pública, en reuniones y visitas a lugares de trabajo. Entre otros, hay
mucha corrupción en las filas gubernamentales, en niveles altos e intermedios,
por ejemplo en la empresa insignia del país, la petrolera PDVSA y Gas Comunal.
Hecha esa admisión, vale aclarar que buena
parte de la administración Maduro lucha contra esos fenómenos, aunque a veces
se minimizan. Por ejemplo, la Contraloría General de la República informó en
febrero de este año que en gran parte el problema había sido solucionado
mediante la obligación de que los legisladores deben presentar su declaración
jurada de bienes. En Argentina también rige esa cláusula y sin embargo abundan
los testaferros, la fuga de capitales y las cuentas en guaridas fiscales.
Aquella declaración jurada puede ser un papel mojado, amén de que no sólo es la
clase política la que se enriquece ilegalmente sino sobre todo los núcleos del
poder económico, y eso debe suceder también en Caracas.
Al imperio no le ha temblado el pulso para
someterla a todo tipo de sanciones, desde penalizar sus exportaciones de
petróleo hasta robarle la subsidiaria en EE UU, CITGO; adueñarse de sus
reservas de oro en bancos de Londres, etc. Esa política criminal venía de antes
pero recomenzó en tiempos de Barack Obama con la declaración de que Venezuela
constituía un peligro para la seguridad nacional estadounidense. El ladrón
gritando “al ladrón”.
Donald Trump llevó esa política agresiva al
extremo de formar el Cartel de Lima con los gobiernos afines para procurar
derrocar a Maduro y en ese marco reconoció como “presidente encargado” a
Guaidó, un líder opositor de la Asamblea Legislativa. No tuvo éxito en sostener
a ese figuretti, pese a proveerle muchos millones de dólares para sus haberes,
los sueldos de los legisladores adictos y los miembros de una “Corte Suprema de
Justicia” trucha, instalada en Colombia.
Incluso apelaron a empresas de seguridad
estadounidenses y mercenarios adiestrados en bases de la Colombia de Iván
Duque, para intentar desembarcos en Venezuela y cometer atentados terroristas,
incluso uno con drones con explosivos en contra de Maduro. Todo eso fue
fracasando e incluso el mandato legislativo de Guaidó se venció, cuando asumió
la nueva legislatura tras las elecciones de noviembre de 2020. De todos modos
el daño fue hecho y no sólo a la economía muy dependiente del petróleo sino en
todos los campos. En lo político, por caso, con la demonización de Maduro como
un dictador que organizaría fraudes electorales como una de sus actividades
preferidas cuando no está violando los derechos humanos.
Esas críticas no se atenuaron cuando el
presidente dictó un indulto amplio y demasiado generoso para los políticos
presos antes de las legislativas de 2020. Buscaba que los partidos de la
oposición moderaran su táctica violenta y participaran de esos comicios, pero
sólo algunos decidieron participar. La mayoría de los integrantes del MUD, Movimiento
de Unidad Democrática, boicoteó las urnas con el argumento de la proscripción,
fraude y otras mentiras desmentidas por la realidad, el sistema electoral
transparente y la opinión unánime de los observadores internacionales.
DE CARA A LAS ELECCIONES
La “dictadura” bolivariana es muy
particular, porque es muy afecta a cumplir todos los cronogramas electorales. Y
el 21 de noviembre serán los comicios para gobernador y alcaldes de todo el
país, junto con la integración de los nuevos concejos legislativos y
municipales en los estados y provincias.
El oficialista Partido Socialista Unificado
de Venezuela, PSUV, tuvo el domingo 8 sus elecciones primarias con una
importante concurrencia, pues ejercieron su derecho más de 3.5 millones de
afiliados y simpatizantes sin carnet. Según el número dos de la agrupación,
Diosdado Cabello, fueron a votar 5 millones pero ante las largas colas muchos
dijeron que no iban a poder esperar.
Los medios de la derecha y el imperio, por
ejemplo Desinfobae, publicaron artículos haciendo hincapié en las diferencias
entre distintas listas que participaban de aquella primaria del PSUV. En
algunos casos puntuales habría habido no sólo discusiones sino incluso algunos
golpes de puño. Y especulaban con que los electores habían privilegiado
candidatos civiles antes que militares bolivarianos, lo cual es relativo pues
Carmen Meléndez, ministra del Interior y militar (es almirante), fue la
ganadora para la alcaldía de Caracas. También decían que algunos candidatos que
responden a Maduro disputaban con los que se alineaban con Cabello, tratando de
inventar una ruptura entre ambos dirigentes.
Pero, aún si esas fabulaciones tuvieran
algo de cierto, serían una desmentida fuerte a las acusaciones de una
“dictadura monolítica” instalada en el Palacio de Miraflores, que no admitiría
internas ni diferencias.
La realidad es otra: cuando hay primarias,
es lógico que compitan varios candidatos del PSUV y luego, el esfuerzo mayor es
recomponer la unidad de cara a las elecciones generales del próximo noviembre.
Maduro pidió en la madrugada del lunes 9, a horas de finalizada aquella
compulsa, que los diferentes sectores de unan como un solo puño. Incluso así y
todo habrá algunos debates y cambios en las listas del oficialismo porque el
PSUV debería negociar con otros partidos aliados que integran la coalición Gran
Polo Patriótico. Y algunos cargos deberán ceder a esas fuerzas.
DOS BUENAS INICIATIVAS
Una buena iniciativa del gobierno fue
aceptar abrir una negociación con partidos de la oposición, con mediación de
Noruega; sería en México, con el visto bueno del anfitrión Andrés Manuel López
Obrador. En principio se dijo que darían comienzo el 13 de agosto, pero eso no
está confirmado. Los gobiernos progresistas de la región, por caso el de Perú, ha
manifestado por medio de su canciller Héctor Béjar que ve con esperanza la
apertura de esos diálogos. Cabe subrayar que siempre el gobierno bolivariano
estuvo abierto a las negociaciones y que los que las arruinaron fueron los
opositores de la MUD.
Habrá que ver ahora si esa oposición se
pone de acuerdo en dialogar, porque son muchas y diferentes las posturas de AD,
Primero Justicia, Voluntad Popular, Vente Venezuela y otros grupos. Si van
habrán dejado de lado a Guaidó, porque estarían hablando con el gobierno
legítimo de Venezuela y no con ese impostor.
Ojalá prospere el diálogo y los opositores
se deslinden de esos grupos más violentos y antidemocráticos, que defienden el
bloqueo imperial contra su propio país.
La otra buena noticia es que Venezuela
viene resistiendo bien a la pandemia del coronavirus. Por supuesto que hay
contagiados y muertos, pero en menor medida y proporción que en muchos otros
países de la región y del mundo.
El 11 de agosto la vicepresidenta
venezolana Delcy Rodríguez informó el cuadro de situación: Venezuela reporta un
total de 314.480 contagios y un total de 3.733 fallecidos.
El mismo día el ministerio de Salud de Argentina informaba de 5.052.884 contagios y 108.388 fallecimientos. Un poco más de respeto, señores críticos de Venezuela. ¡Venezuela se respeta!
Excelente artículo. La verdad que se esta viviendo en Venezuela. Esperemos a ver el desarrollo de las próximas eleciones a desarrollarse en el mes de noviembre.
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