Por Miguel A. Barrios:
Estamos presenciando un momento crucial en el Medio Oriente
con el último ataque a las refinerías petroleras de Aramco, en Arabia Saudita.
La serie de crímenes impunes que cometían permanentemente los norteamericanos,
los israelíes y últimamente los saudíes han llegado a un momento de dramática
inflexión. Ya lo habíamos visto con el derribo del dron norteamericano de
última generación en el Golfo Pérsico. Y antes, en el triunfo contundente en
Siria del Frente Multipolar, donde quizás para muchos, todavía, no alcanzan a
visualizar y comprender el rol de la resistencia islámica con eje en la
República Islámica en ese polo formado entre Rusia, China e Irán, al derrotar a
la organización terrorista ISIS – Estado Islámico -, que precisamente no
constituía ni un Estado, ni tampoco era islámico, sino un engendro con vínculos
con EEUU como se desprende de documentos de wikileaks (“Clinton armó al ISIS
según wikileaks” en Geopolítica de Rusia. Viernes 07 de octubre 2016 www.geopolitica.ru).
Los líderes del polo de poder unipolar no ocultan su
frustración y su impotencia ante el crecimiento y fortaleza de este polo de
poder que es la Resistencia islámica dentro del polo multipolar y que significa
una nueva etapa de la política mundial que se traduce por primera vez en un
sistema mundial multipolar, multicivilizacional y desoccidental.
El bombardeo con drones a la refinería saudí que dejó fuera
de abastecimiento al 50 % de la producción petrolera saudí, lo que equivale a
un 5 % de la producción mundial y que a la fecha llevó a un incremento del 20 %
en el precio del crudo en los mercados internacionales, marca un antes y un
después en la región.
Todavía no se conoce la fuente de este ataque, lo que se
dice es que sigue la “investigación”. Ya se han alzado voces disonantes en
torno a lo sucedido. Unos dicen que puede ser un ataque de falsa bandera para
salvar a la decaída economía saudí de las enormes pérdidas por la baja del
precio y una guerra que se le ha prolongado más de lo esperado con el pobre
Yemen al que, equivocadamente, se solía denominar el “Patio trasero” de Arabia
Saudita.
El pueblo yemení se cansó de que sus gobernantes fueran
puestos a dedo por los saudíes en coordinación con los norteamericanos e
ingleses para el control del estratégico paso de Adén y otros beneficios
estratégicos. El golfo de Adén, también conocido como golfo de Somalia, es un
golfo en el océano Índico, ubicado entre la región del cuerno africano y la
península arábiga, localizándose con ello entre los continentes de África y
Asia. El golfo de Adén es una vía muy importante para el tránsito de la
producción de petróleo de golfo Pérsico, lo cual le da una notable relevancia
mundial y hacia el noroeste, está conectado con el mar Rojo.
La política de Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita de
aumentar la producción del crudo saudí para bajar el precio del crudo y afectar
las economías de Irán, Rusia y Venezuela ha sido contraproducente en primer
lugar para la propia Arabia Saudita.
Para nosotros es dudoso y algo lejano que se pueda tratar de
un ataque de falsa bandera por la rápida aparición de los militares yemeníes
mostrando el tipo de drones utilizados para el ataque y amenazando con nuevos
bombardeos si no ponen fin a su prolongada agresión sobre su pueblo indefenso.
La resistencia yemení, después de cinco años de bombardeos a
sus civiles y territorio, tiene derecho a defenderse ya que nadie es capaz de
detener a Arabia Saudita y aquellos que podrían hacerlo, prefieren priorizar
negocios con la venta de armas al Reino a costa de la sangre de los civiles
yemeníes, sus escuelas, hospitales, centros urbanos y demás infraestructura del
país más pobre del mundo árabe, algo criminal que debería avergonzar a la
humanidad.
Estados Unidos prefiere culpar a Irán del ataque, en parte
porque les cuesta reconocer que los yemeníes con armas fabricadas por ellos,
hayan podido poner en jaque a Arabia Saudita que había gastado cifras
millonarias en los famosos sistemas de defensa Patriot, que fueron un rotundo y
muy caro fracaso.
Tal es así, que cinco años de bombardeo al Yemen no hicieron
que se alce ninguna voz en los gobiernos occidentales, pero cuando se quemas
petróleo de una refinería duele más que el grito desgarrador de los niños
yemeníes.
Trump ya dijo que no quiere una guerra contra Irán y que,
frente a la acusación a Irán sobre el ataque, solo aumentará las sanciones. En
Irán se dice que la “máxima presión” norteamericana ya ha tocado su techo y de
que ahora en más, solo han de ir disminuyendo por las medidas que se vienen
tomando para escapar a estas presiones dentro del eje multipolar.
Una de estas medidas es la de incrementar la independencia
del dólar en las transacciones económicas y las relaciones bancarias directas
en el eje asiático fuera del área de influencia financiera occidental. Algo
acordado con fuerza en la última reunión en Ankara esta semana entre Putin,
Erdogan e Irán.
Todos estos acontecimientos ocurridos en los últimos meses
en el Medio Oriente muestran que la política de sanciones contra Irán está
lejos de ser efectiva. Este fracaso saudí y la fortaleza de la resistencia a
las agresiones saudíes, israelíes y norteamericanas, aumentan la grieta en este
frente y suma crítica de dentro y de afuera a la permanente política de
agresiones que llevan adelante en el mundo y en particular en el Medio Oriente.
Las acusaciones de Estados Unidos o Arabia Saudita contra
Irán no solo están totalmente desprovistas de pruebas, sino que carecen de toda
fuerza viniendo de ellos. En primer lugar, porque iniciaron la agresión al
Yemen y no pueden evitar que éste desarrolle una defensa ante esa agresión.
Con respecto a las supuestas armas entregadas por Irán,
también no tiene sentido esa acusación cuando Arabia Saudita emplea armas que
Alemania, Inglaterra, España, Norteamérica les venden. ¿Por qué si ellos lo
hacen, no podría hacerlo Irán también? Aunque Irán niega tener algo que ver con
la legítima defensa que ejerce el Yemen.
En resumen, este nuevo hecho, sin duda el más grave contra
Arabia Saudita, muestra la impotencia y el fracaso de la agresión saudí al
Yemen y el pantano en que se está hundiendo la corrupta monarquía que serrucha
literalmente a sus opositores. Cada día son más los que en Occidente no quieren
aliados de esta naturaleza, a los que además se los acusa, nada menos, que de
la caída de las Torres Gemelas. No creemos que el 11/9 haya sido obra de Arabia
Saudita. Las buenas y jugosas relaciones en términos económicos que guardan las
potencias con Arabia Saudita, muestran que ellos tampoco creen que la monarquía
haya estado involucrada en la misteriosa caída libre de las torres gemelas y
alrededores.
Argentina – Dossier Geopolítico
licpereyramele@gmail.com
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