domingo, 3 de febrero de 2019

Chile no acepta lecciones de una dictadura, pero vive bajo la Constitución de Pinochet



Por Rolando Prudencio Briancon:

Cabe inicialmente aclarar que el gobierno de Maduro no tiene un ápice de ser una dictadura, ni que Venezuela esté viviendo bajo ese tipo de régimen; por cuanto, por una parte, Nicolás Maduro es producto del voto del 67% de los venezolanos; pero además que la democracia venezolana es una de las que más vivencias electorales ha tenido en lo que va en este algo más de un año y medio, que contra viento y marea quieren sacarlo del poder.

La verdad es que no se esperaba que no sea otra la resentida actitud del capitulado canciller -ex comunista en su momento-chileno Roberto Ampuero Espinoza, quien respondiendo al embajador venezolano Jorge Arreaza, le dijo: “Chile no acepta lecciones de moral de ninguna dictadura”; después que el canciller venezolano, señalara que el gobierno chileno “vendió su soberanía y autonomía a EE.UU., al reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado”.

Y es que en cierta medida es comprensible, que quien ha vendido su alma a la extrema derecha, como es a la del gobierno de Sebastián Piñera, reaccione tan revesera e hipócritamente como acaba de hacerlo Ampuero, pues habiendo sido ex militante del partido Comunista de Chile, se asiló durante la dictadura de Pinochet en Alemania Oriental y Cuba posteriormente, donde obtuvo el título de licenciado en Literatura Latinoamericana; sea hoy un despechado detractor, y ya no sólo de la Revolución cubana, sino también de la bolivariana.

Claro que esos pueden ser los traicioneros traumas que a nivel personal tiene Ampuero, pero que presuma que Chile es un ejemplo de país democrático; basta con enterarse que no es sino una farsa, como ha sido la vida política de Ampuero, pues para nadie es un secreto que Chile sigue viviendo bajo la Constitución de 1981 y de 150 leyes más que las dictó el más despiadado dictador del Plan Cóndor. Ésa es pues la razón por la que no sólo Ampuero transija sus principios, sino que hoy obedezca las órdenes que desde los EE.UU., le han mandado para que reconozca a Guaidó.

La historia está llena de traidores y reveseros; pero también de resistencias, y cada quien ya han tomado sus opciones. Roberto Ampuero no es más que un triste traidor; y a Venezuela le toca, como siempre lo han hecho los pueblos, resistir y revertir esta arremetida del imperio yanqui; un imperio que también está en decadencia.

prudenprusiano@gmail.com

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