Por Emilio Marín:
Sobre las guaridas fiscales y los abusos de menores en Chile
Este mayo debe valorarse como positivo en la acción del
Papa. En simultáneo condenó a las guaridas fiscales y autocriticó el rol de la
Iglesia sobre abusos de menores en Chile.
En marzo pasado el Papa Francisco cumplió sus primeros cinco
años de papado, después que la “fumata blanca” del 13 de marzo de 2013
anunciara al mundo que “habemus papam”. Como le pasa a todo líder político,
religioso en su caso, las opiniones están divididas. Y en su país de origen esa
división fue mutando en cuanto a quienes aplaudían y quienes criticaban, antes
y después de aquella asunción.
Es que el cardenal Jorge Bergoglio tenía buena sintonía con
la derecha y se oponía a muchas iniciativas del gobierno de CFK, no sólo a la
ley del matrimonio igualitario. Sin embargo, como Sumo Pontífice fue adoptando
posiciones más críticas del neoliberalismo y más favorables a la causa que él
sintetizó en Tierra, Techo y Trabajo. PRO-Cambiemos, especialmente Elisa
Carrió, se convirtió en una crítica furibunda, en tanto el kirchnerismo y
organizaciones sociales de desocupados y de Derechos Humanos pasaron a
considerarlo casi un Dios. El cronista no lo cree así no sólo porque no cree en
dioses sino porque no considera que todo de Francisco haya sido maravilloso.
Sin embargo, nobleza atea obliga, en el balance general del quinquenio el saldo
es positivo, con límites.
En misas, homilías y encíclicas, Francisco venía abogando
por un mundo más justo, por resolver los temas de la pobreza, el hambre y las
guerras, haciendo críticas filosas al dominio odioso del capital financiero
internacional. Lo hacía en referencia a la economía, la cultura, los medios de
comunicación y el medio ambiente, con posturas bien intencionadas. En algunos
tópicos el cronista considera que se equivocó, como cuando afirmó que ya empezó
la Tercera Guerra Mundial, sólo que en episodios. Es un debate para otra
ocasión.
El jueves 17 de mayo el Vaticano emitió un documento,
avalado con su firma, considerando a las guaridas fiscales como lavado de
dinero sucio: “no es posible ignorar que esas sedes offshore se han convertido
en lugares de lavado de dinero sucio, es decir, fruto de ganancias ilícitas
(robo, fraude, corrupción, asociación criminal, mafia, botín de guerra)”.
Este punto de vista contacta con presidentes como Evo
Morales y los expresidentes Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner. En
las últimas elecciones en Ecuador se aprobó en consulta popular que quienes
tienen depósitos en esos antros no puedan ser funcionarios en ningún poder del
Estado. Hay un proyecto inspirado en eso de la senadora CFK, de dudoso
tratamiento con esta correlación de fuerzas política en el Senado y la política
argentina.
Y ahí se repite la sintonía y/o falta de sintonía con el
arco político local. La condena papal a las guaridas fiscales implica un golpe
directo a Mauricio Macri y sus ministros y secretarios que tenían o tienen el
grueso de sus fortunas en el exterior, en empresas o depósitos y acciones,
evadiendo el pago de impuestos o con orígenes más cuestionables desde el punto
de vista ético y legal.
El informe vaticano alude a la deuda pública: “numerosas
economías nacionales se ven de hecho agobiadas por el pago de los intereses que
provienen de esa deuda y, por lo tanto, se ven en la necesidad de hacer ajustes
estructurales con ese fin”. A contramano de esa crítica papal, Macri, Luis
Caputo y Nicolás Dujovne están felices de contraer deuda externa y volver al
FMI.
Están a la vista gruesas diferencias entre el Vaticano y el
gobierno argentino. Una pena que Francisco no se decida ni se anime a viajar a
Buenos Aires. Su palabra ante un millón de personas podría tener un efecto
demoledor para con el ajuste.
Autocrítica y purga
La segunda acción positiva del Pontífice ocurrió también el
17 de mayo, al concluir tres días de sus reuniones con 34 obispos venidos de
Chile para considerar los abusos sexuales y violaciones de menores por curas
pedófilos en ese país en los años ‘80 y ‘90.
Al final de esos encuentros todos los religiosos trasandinos
presentaron por escrito sus renuncias, que serán evaluadas por Francisco.
Pueden ser seis o siete los que deban colgar los hábitos y todos los boletos se
juegan a la cabeza del obispo de Osorno, Juan Barros.
En Chile, Argentina, México, Estados Unidos y muchísimos
países más, han habido casos de curas pedófilos. Acá el cura Julio Grassi, de
la Fundación Felices los Niños, fue condenado pero eludió años ir a la cárcel
entre otras cosas por el apoyo de Bergoglio y la Iglesia.
Varias víctimas denunciaron a un cura chileno abusador,
Fernando Karadima, director espiritual del obispo Barros. Los menores
aseguraron que éste fue testigo y encubridor del agresor, al que siguió
protegiendo, hasta que en 2011 la Iglesia tuvo que retirar al abusador. Pese a
tantas críticas por encubridor, igual Barros fue nombrado obispo por Francisco,
en 2015.
En enero de este año el Papa llegó a Chile y en tres de sus
misas lo tuvo a Barros concelebrándolas, lo que provocó indignación. Cuando los
periodistas le preguntaron por esa cercanía, el viajero lo defendió y dijo que
esas acusaciones eran “calumnias”.
Francisco hizo un giro, tardío pero positivo, como otros que
dio en su vida. Envió a Chile a investigar al obispo de Malta, Charles
Scicluna, quien preparó un informe tras 50 reuniones. Llamó al Vaticano a tres
de las víctimas, para recibir su testimonio y pedirles perdón. Y sobre esa
base, convocó entre a los 34 obispos chilenos, que le presentaron sus
dimisiones.
Fue un gesto muy positivo del Papa. Más vale tarde que
nunca. Ahora hay que ver las medidas prácticas, pero su autocrítica y la purga
fueron valiosas, casi propias del marxismo y no del Vaticano.
ortizserg@gmail.com
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