Por Amable Fernández
La verdadera hazaña de Cuba no sólo ha sido inaugurar el
proyecto socialista en el continente de los Libertadores. En su odisea
libertaria Cuba triunfó épicamente en la cruenta, dura, larga e intensa batalla
por su independencia (después de medio siglo, EEUU –la potencia depredadora–,
admite su fracaso). La grandeza de Cuba, entonces, más allá de la epopeya, ha
sido emprender desde el corazón del Caribe la liberación de todo el planeta…
Es más, como anhelo utópico, sin embargo, el sueño de Fidel
es lo más cercano al concepto de Libertad que en Suramérica practicó Simón
Bolívar. De manera que, Fidel sería entonces –junto a otros paladines del siglo
XIX, entre ellos Sucre y Martí– el discípulo que en el siglo XX asimiló mejor
la teoría y la praxis de El Libertador. Porque Simón Bolívar, el líder
inmortal, desafió y traspasó los linderos de la ambición colonialista europea
hasta derrotar al imperio español (sembró así, en las antiguas colonias, la más
digna de las cualidades humana: el amor por la Libertad).
Por lo tanto, épicamente hablando, la lucha de verdadera hazaña de Cuba han sido –más allá del siglo XX– el suceso más insólito de
cuantos aconteceres han conmocionado a la humanidad, pues (como si se tratara
de un acontecimiento propio de ciencia ficción), un pueblo rebelde que habita
una isla del Caribe, desafía lo imposible y derrota a la bélicocracia más
sanguinaria y asesina del planeta.
La hazaña de Cuba, repito –después de la segunda guerra
mundial– ha sido el esfuerzo sobrehumano más grande del siglo XX. Pero la gesta
cubana no sólo se empeñó en quitarse de encima el yugo cruel e indignante del
imperio, sino que desde su nacimiento la Revolución cubana peleó para impedir
que el planeta entero fuese convertido en propiedad privada del yanqui
sionismo.
Así que, ese héroe, el revolucionario Fidel, dejó para el
porvenir el ejemplo más aleccionador: sólo la lucha unificada de los pueblos
del mundo salvará al planeta derrotando la ambición imperial. Y si Quijote fue
un alucinado, su empecinada defensa de los afligidos y su terca necesidad de
enderezar entuertos, inspiró en Fidel una bolivariana lucidez de guerrero capaz
de detener el sanguinario saqueo mundial del yanqui sionismo internacional.
Además, como si fuera poco, en una especie de insólito
realismo mágico, visto incluso desde los paradigmas de la postmodernidad, al
personaje Fidel Castro Ruz podría considerársele –en cuerpo y alma– la
reencarnación de muchos héroes juntos… Claro que, si nada más nos refiriéramos
al rostro y los demás rasgos físicos, Fidel sería entonces, iconográficamente,
el líder más parecido a la figura del Quijote…
De hecho no sólo estoy hablando únicamente de lo que para
todos los pueblos del mundo ha significado la indoblegable voluntad de Fidel,
sino que este líder de la Revolución cubana –continuador como Chávez de la
batalla de Bolívar– liberó varias patrias africanas… Y como la obra martiana de
Fidel es de profunda voluntad libertaria, su hazaña heroica nos recuerda al
Bolívar colosal que escribió: Jesucristo, Quijote y yo somos los tres grandes
majaderos de la Historia…
*Escritor surmerideño (Venezuela).
amablefernandezs@gmail.com
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