viernes, 3 de marzo de 2017

El quijote de Martí es bolivariano

Por Amable  Fernández 

La verdadera hazaña de Cuba no sólo ha sido inaugurar el proyecto socialista en el continente de los Libertadores. En su odisea libertaria Cuba triunfó épicamente en la cruenta, dura, larga e intensa batalla por su independencia (después de medio siglo, EEUU –la potencia depredadora–, admite su fracaso). La grandeza de Cuba, entonces, más allá de la epopeya, ha sido emprender desde el corazón del Caribe la liberación de todo el planeta…



Es más, como anhelo utópico, sin embargo, el sueño de Fidel es lo más cercano al concepto de Libertad que en Suramérica practicó Simón Bolívar. De manera que, Fidel sería entonces –junto a otros paladines del siglo XIX, entre ellos Sucre y Martí– el discípulo que en el siglo XX asimiló mejor la teoría y la praxis de El Libertador. Porque Simón Bolívar, el líder inmortal, desafió y traspasó los linderos de la ambición colonialista europea hasta derrotar al imperio español (sembró así, en las antiguas colonias, la más digna de las cualidades humana: el amor por la Libertad).

Por lo tanto, épicamente hablando, la lucha de verdadera hazaña de Cuba han sido –más allá del siglo XX– el suceso más insólito de cuantos aconteceres han conmocionado a la humanidad, pues (como si se tratara de un acontecimiento propio de ciencia ficción), un pueblo rebelde que habita una isla del Caribe, desafía lo imposible y derrota a la bélicocracia más sanguinaria y asesina del planeta.

La hazaña de Cuba, repito –después de la segunda guerra mundial– ha sido el esfuerzo sobrehumano más grande del siglo XX. Pero la gesta cubana no sólo se empeñó en quitarse de encima el yugo cruel e indignante del imperio, sino que desde su nacimiento la Revolución cubana peleó para impedir que el planeta entero fuese convertido en propiedad privada del yanqui sionismo.

Así que, ese héroe, el revolucionario Fidel, dejó para el porvenir el ejemplo más aleccionador: sólo la lucha unificada de los pueblos del mundo salvará al planeta derrotando la ambición imperial. Y si Quijote fue un alucinado, su empecinada defensa de los afligidos y su terca necesidad de enderezar entuertos, inspiró en Fidel una bolivariana lucidez de guerrero capaz de detener el sanguinario saqueo mundial del yanqui sionismo internacional.

Además, como si fuera poco, en una especie de insólito realismo mágico, visto incluso desde los paradigmas de la postmodernidad, al personaje Fidel Castro Ruz podría considerársele –en cuerpo y alma– la reencarnación de muchos héroes juntos… Claro que, si nada más nos refiriéramos al rostro y los demás rasgos físicos, Fidel sería entonces, iconográficamente, el líder más parecido a la figura del Quijote…
De hecho no sólo estoy hablando únicamente de lo que para todos los pueblos del mundo ha significado la indoblegable voluntad de Fidel, sino que este líder de la Revolución cubana –continuador como Chávez de la batalla de Bolívar– liberó varias patrias africanas… Y como la obra martiana de Fidel es de profunda voluntad libertaria, su hazaña heroica nos recuerda al Bolívar colosal que escribió: Jesucristo, Quijote y yo somos los tres grandes majaderos de la Historia…

*Escritor surmerideño (Venezuela).


amablefernandezs@gmail.com

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