Por Roberto Marra
La expresión argentina “derecho viejo”, significa que “algo
debe hacerse sin demora”. También puede interpretarse como “tomar un rumbo sin
desviarse”. Sin embargo, vemos que el Poder Judicial de nuestro País no parece
interpretarlo de la misma forma. Si hay una cosa que no cumple es hacer algo
sin demora. Además, por lo visto en estos tiempos, su rumbo se desvía
permanentemente, pareciendo seguir los designios del poder económico. Hasta se
podría decir que forma parte de él, como una corporación imprescindible para
resguardar sus intereses y objetivos.
Los “Supremos” se especializan en demorar resoluciones que
puedan afectar los intereses corporativos, como cuando se trató de la famosa
Ley de Medios, pero corren a los relojes si los perjudicados pueden ser los más
vulnerables de la sociedad. No hacen nada “derecho viejo”, cuando de la
protección a los trabajadores se trata. Pero sí cuando la demanda es de los
grupos económicos más concentrados.
Sin tapujos, son jueces y parte, algunos de ellos,
convirtiendo sus fallos en prebendas a sí mismos, con la desfachatez de quien
no tiene que rendir cuenta a nadie, pues su poder, creen, excede al del pueblo que los sostiene.
Pero no solo la Corte Suprema se desvía de sus obligaciones
constitucionales y morales. En todos los ámbitos de la justicia nacional o
provinciales, existen este tipo de conductas, apañadas por cierto poder
político que obtiene, por ello, ventajas temporales para dar continuidad a sus
malversaciones de la confianza pública.
No son novedosas estas formas de “impartir justicia”.
Prácticamente desde los comienzos de nuestra Patria, las oligarquías se
apoderaron de este sector donde se decide sobre la legalidad, aportando
apellidos que hasta hoy en día continúan incólumes transitando los pasillos de
los tribunales, intocables e inconmovibles, ocupando los más importantes
cargos.
Sus presencias y las de sus acólitos de apellidos menos
ilustres, tienen un solo objetivo: evitar el cambio. Uno que le dé, al viejo
derecho, la necesaria renovación de conceptos y valores, capaces de empoderar a
los verdaderos dueños del destino de una Nación: su Pueblo. Uno que le otorgue
a la Sociedad el sostén moral de una Justicia respetuosa de las decisiones que
sus mandantes tomen. Uno que acepte siempre, que todo debe hacerse sin
extraviar su rumbo, “derecho viejo”.
ro_marra@hotmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario