Por: EMILIO MARÍN
Lo que se juega en Ecuador en las elecciones del domingo
Lo que se juega en Ecuador en las elecciones del domingo
El domingo 19 hay elecciones presidenciales y legislativas
en Ecuador y compiten ocho fuerzas políticas. Sin Rafael Correa, la oficialista
Alianza-País quiere profundizar la Revolución Ciudadana, y la derecha
interrumpirla.
El politólogo argentino Atilio Borón escribió que las
elecciones en Ecuador eran como la batalla de Stalingrado. Quizás fue una
comparación un tanto exagerada, pero con el mérito de llamar la atención sobre
lo que se está jugando allí para los ecuatorianos y el resto de
latinoamericanos.
En el ejemplo meneado por Borón no había terceras
posiciones: sólo la victoria de la URSS de José Stalin o la del Tercer Reich de
Adolfo Hitler. Y en Quito tampoco cabe el tercer ismo, aunque se pueda
disimular la polarización porque se presentan 8 listas. También allí es válida
la opción binaria: o triunfa la correísta Alianza-País, con Lenín Moreno, o lo
hace alguna de las listas opositoras, con el ex banquero Guillermo Lasso, del
partido CREO, o la neoliberal Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano.
Los aspirantes Paco Moncayo, del Acuerdo Nacional por el
Cambio (basado en Izquierda Democrática, socialdemócratas y hasta marxistas
contrarios a Correa, como el PCMLE); Dalo Bucaram, de Fuerza Ecuador; Iván
Espinal, de Compromiso Social; Washington Pesández, de Unión Ecuatoriana y
Patricio Zuquilanda, de Sociedad Patriótica, no tienen chances.
Las encuestas son coincidentes en que marcha adelante la
dupla Moreno-Jorge Glas, con el 34 por ciento de intención de voto; y se
disputan la posibilidad de llegar a un balotaje Lasso, que tiene el 22 por
ciento y Viteri, con el 12.
Según la legislación, para definir todo en primera vuelta el
ganador debe obtener el 40 por ciento más un voto, con 10 por ciento de
diferencia respecto al segundo, o bien el 50 por ciento más uno. La oligarquía
debe estar lamentándose aún la división entre sus candidatos porque eso abre la
posibilidad de que Moreno los derrote. Esas clases dominantes envidian la
compactación que fabricaron sus colegas empresarios en Venezuela, donde -junto
con la embajada estadounidense y la agencia AID- logró con parto de nalgas la
aparición de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) con la candidatura unificada
de Henrique Capriles y luego con listas para la Asamblea Nacional. Y así le
propinaron al gobierno de Nicolás Maduro una dura derrota en diciembre de 2015,
cuando coparon la Asamblea Nacional.
En Ecuador esa unidad no fue posible. La derecha podría
ilusionarse en que igual puede dar el batacazo, trayendo a colación las
presidenciales de Argentina en 2015, cuando Mauricio Macri y Sergio Massa
tampoco pudieron congeniar una lista única. Y de todos modos lograron derrotar
al kirchnerismo y desalojarlo del gobierno tras doce años.
Lo que se juega
Se dirime la presidencia y vice de Ecuador por cuatro años,
así como los 137 escaños parlamentarios de la Asamblea Nacional y 5 para la
comunidad andina, estando convocados a votar unos 12 millones de ecuatorianas.
Si es por los antecedentes, el favoritismo está de parte de
Alianza-País. Desde los comicios de noviembre de 2006, cuando ganó la
presidencia Rafael Correa, en adelante, este oficialismo triunfó diez veces.
Además de los profundos cambios políticos y sociales que
introdujo, debe valorarse también la nueva Constitución promulgada en 2008 tras
la convocatoria a asamblea constituyente. No todos los gobiernos progresistas
se atrevieron a dar ese paso. Hugo Chávez, Evo Morales y Correa sí lo hicieron;
los Kirchner y Lula da Silva-Dilma Rousseff no.
A pesar que las encuestas mantienen en todos los casos a
Moreno como el favorito, nadie puede negar absolutamente que vaya a necesitarse
una segunda vuelta. Y de ser así, se abriría una linda oportunidad para la
oposición derechista enlazada a los sectores económicos concentrados que se
sienten lesionados por diversas medidas de inclusión social y desarrollo
nacional adoptadas en la década.
Una circunstancia diferente, en cotejo con las victorias
anteriores del oficialismo: es la primera oportunidad que no lleva como
candidato a Correa. Él gobernó tres mandatos y declinó competir por un cuarto
diciendo que nadie es imprescindible, y que Moreno y Glas podrían ganar y
gobernar muy bien. Moreno fue su vicepresidente entre 2007 y 2013, cuando ese
lugar quedó para el actual vice, Glas.
Lenin es un profesional en administración recibido en la
Universidad Central de Ecuador y tras desempeñarse como vicepresidente fue a
cubrir un puesto en la ONU, en Ginebra, en la oficina que trata el tema de
personas con discapacidad. Él quedó parapléjico por un disparo que sufrió en un
asalto en 1998 y se moviliza en silla de ruedas. Con muchísima mala fe, que los
argentinos llaman mala leche, la derecha hizo campaña mediática preguntando
sobre su estado de salud, negándole capacidad para gobernar.
Un punto a considerar en lo electoral: ¿tendrá Moreno el
mismo nivel de votos y adhesión que el ya comprobado de Correa? Puede que sí,
pero habría que convenir que este no era el mejor momento para experimentar
cambios en ese máximo nivel, debido a circunstancias adversas internas, más las
dificultades propias de la región y la llegada del huracán imperialista Donald.
Problemas en casa
Esta elección es muy complicada porque en 2015 y 2016 hubo
problemas y retrocesos de la economía ecuatoriana, en comparación con los
avances de la década iniciada el 17 de enero de 2007 con Correa en el Palacio
de Carondelet.
La caída de los precios internacionales del petróleo fue un
durísimo golpe a los ingresos del fisco. Como su moneda es el dólar, herencia
maldita que no cambió el correísmo, su apreciación dejó a Ecuador en
condiciones menos competitivas para la exportación, frente a productos peruanos
y colombianos, su competencia. Eso combinado tuvo el mismo resultado de menos
ingresos y actividad económica para un país que venía prosperando.
En Argentina se dice “sobre que éramos pocos, parió la
abuela”. En el caso ecuatoriano, a la merma de su PBI en 2015 se le agregó el
terrible terremoto de abril de 2016, que provocó muchas pérdidas humanas y
destrucción material y gastos. El PBI cayó 3,5 por ciento en 2016. Eso sí, las
consecuencias negativas del fenómeno no fueron tan gravosas para los más
humildes porque Correa adoptó medidas para proteger sus ingresos, con programas
solidarios y mayores impuestos a los sectores más ricos.
Ese gobierno, opuesto por el vértice al neoliberalismo, era
enemigo de la teoría del derrame y en vez de aguardar a que los sectores más
concentrados dejaran caer algunos recursos hacia el pobrerío, los gravó con
impuestos a la herencia, a la renta, etc. Se burló de “la teoría del goteo”,
que no tenía ningún asidero con la científica ley de gravedad.
La economía dio algunos pasos hacia atrás, aunque
morigerados en su impacto en las capas populares. ¿Hasta qué punto influenciará
negativamente el voto? ¿Les alcanzará a Lasso o Viteri para frustrar una
victoria de Moreno en primera vuelta?
Campañas sucias
El mandatario hizo muchísimo por mejorar la situación del
país y de las mayorías populares, sea en situaciones “normales” como en las
excepcionales como la reconstrucción luego del terremoto del año pasado.
Con los beneficios de la renta petrolera incrementó
notablemente los presupuestos de Educación y Salud, invirtió en infraestructura
y planes de vivienda, dotó a los humildes de asignaciones para escolares,
madres, ancianos, etc. Así fue que el PBI ecuatoriano aumentó desde los 46.802
millones de dólares de 2006 hasta los 110.000 millones en 2016; la economía
creció a un promedio anual del 4,5 por ciento.
Y si bien esos beneficios fueron generales, lo remarcable es
que sacaron de la pobreza a 2 millones de personas, bajando el desempleo hasta
el 4,5 por ciento.
Las clases dominantes, en cambio, están rabiosas por esos
logros y por la emergencia del pobrerío, con una política “populista” reñida
con el Consenso de Washington y los libretos del FMI y el Banco Mundial, cuyo
representante en Quito fue expulsado por Correa apenas asumido.
Lasso y Viteri, haciéndose eco del establishment, incluyeron
la promesa de derogar 14 impuestos de Correa. Eso apunta a desfinanciar al
Estado, como alertó Moreno, con negativas consecuencias sobre los programas del
Estado y el empleo.
Con tal de poner obstáculos a la campaña de Alianza-País,
los medios de comunicación ligados a la derecha, a Miami y la Sociedad
Interamericana de Prensa, agitaron y denunciaron sin pruebas al gobierno. Por
ejemplo, al vicepresidente Glas lo denunciaron de firmar contratos con
Odebrecht. Eso sí existió para repotenciar una refinería, pero no hubo hasta
ahora ninguna prueba de que el ingeniero, por entonces ministro, hubiera
recibido una coima. Lo escrachan como si hubiera pruebas como las hay contra el
ex presidente peruano Alejandro Toledo y sin los elementos aportados en contra
del jefe de la AFI de Argentina, Gustavo Arribas.
Lo que esos medios no le perdonan a Ecuador es su nueva ley
de Comunicación, similar a la ley de medios de Argentina, con un propósito más
plural y antimonopolios que la limitada 26.522.
El domingo se sabrá si Ecuador sigue su rumbo victorioso,
sumado al reciente de Nicaragua, o si es continuidad de las derrotas populares
en Argentina y las legislativas de Venezuela y el referendo de Bolivia.
ortizserg@gmail.com
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