Por: José Luis Vázquez Domènech,
Es indudable que entre la seguridad y la libertad, han
optado desde hace ya mucho tiempo por la primera. Sobre todo, cuando se trata
de preparar una nueva injerencia o una nueva acción delictiva contra el mundo.
Y dicha seguridad tiene la particularidad de que no se instaura como un
principio de defensa, sino como una verdadera maquinaria que no cesa en su
empeño de llevar la iniciativa.
Estados Unidos y la Unión Europea, con la inestimable ayuda
y respaldo de la OTAN se han vuelto expertos en desencadenar nuevos tipos de
contiendas; instigan y provocan lo que se vienen llamando revoluciones
populares, claro está, en países perfectamente escogidos para sus propios
intereses, y con dicha justificación, se lanzan a la conquista del universo,
como patrocinadores (encima) de los derechos humanos.
Para ello, en perfecta sincronización con diferentes grupos
sociales u organizaciones propias, exportadoras de la democracia y no
gubernamentales que dicen trabajar por los derechos humanos, activan
movimientos para encender la mecha. La mecha acaba convirtiéndose en grupos
terroristas dirigidos a derrocar a los presidentes que Estados Unidos tiene en
su particular agenda. No se trata de eliminar a los dictadores porque éstos
reprimen a su pueblo, tan solo se trata de esbozar una imagen siniestra del
jefe de estado hostil para los intereses norteamericanos, y se va preparando el
terreno para la invasión.
Esta forma de actuar es letal porque es sencilla y está
perfectamente ejecutada. Primero se dinamita el gobierno. Sin gobierno no hay
ejército. Y sin ejército se crea el caos, que es el mejor terreno para sus
intereses, que no son sino pescar en río revuelto.
Paralelamente, entran en juego dos operaciones sin las
cuales no habría probabilidad de éxito. Por un lado están los personajes
utilizados para ejercer de mandatarios, de líderes, de empresarios o de
políticos que tienen asignadas las tareas a realizar. Estos sujetos,
normalmente están en conexión directa o guardan relación con entidades o
asociaciones que tienen un control exhaustivo de lo que está sucediendo en
nuestro particular mundo.
Por otro, están los denodados periodistas en nómina y
tertulianos, que guían con sus artículos y sus “opiniones” las ideas de miles
de personas, influyendo poderosamente en una falsa percepción de lo que está
sucediendo. Pero dentro de ésta estrategia es importante recordar la capacidad
que tienen para llevarnos al engaño a través, precisamente, de estos analistas
que tienen un perfil próximo al buen-rollismo y, por tanto, con una buena
acogida social. Este grupo es uno de los resortes principales de la propaganda
mediática, colaborador necesario para que las injerencias parezcan
enfrentamientos religiosos, y para que la liquidación de presidentes se
identifique con el furor de las masas enardecidas por las masacres de sus
gobiernos.
Las cosas así, tenemos completado el mecanismo de
destrucción masivo más sofisticado de este nuevo siglo. Pero para que no quede
mucha duda al respecto y para contribuir a la pedagogía política, vamos a
enumerar con precisión cómo se establece el calendario de lo que podríamos
llamar “invasiones de guante blanco”.
01- Nada como identificar al supuesto enemigo, del que se
quieren obtener pingues beneficios, y acusarlo reiteradamente, en todos los
medios, a todas horas, y de todas las formas, de dictador, asesino y, si algo
falla, de contrabandista o ladrón.
02- Difundir las noticias que mejor puedan cristalizar la
imagen deseada, mentir hasta la saciedad, inventar cuantas más atrocidades
mejor, y hacer de la prensa y la televisión el lugar perfecto para ello.
03- Crear situaciones insostenibles en los territorios que
se desea conquistar. Esto pasa por introducir agentes secretos, militares,
grupos terroristas, violadores y, a ser posible, rebeldes con causa. Éstos
últimos como los verdaderos buscadores de la resolución del conflicto que ellos
mismos generan.
04- Ante coyuntura tan sobrecogedora y dramática, responder
desde altas instancias para acabar cuanto antes con semejante panorama, dando
paso a organizaciones no gubernamentales
(Como Amnistía Intarnacional o HRW) para narrar los acontecimientos en primera persona y, después, abrir las puertas
de los cielos para que la OTAN haga justicia con sus bombas amigas.
05- Nuevamente valerse de la propaganda mediática para
informarnos debidamente de que todo lo que está aconteciendo, es decir, una
invasión, se realiza para defender a la población civil, castigada
indiscriminadamente por sus propios mandatarios.
06- Recordar que no se quiere la guerra, pero que la
situación requiere de una urgente determinación, y tal es así que incluso un
buen número de intelectuales y artistas reclaman que no se puede esperar más y
que es hora de entrar en acción. (La sociedad no puede permanecer callada y
convocamos una manifestación)
07- Después de tan ardua defensa, instalar un nuevo poder
amigo de los liquidadores, que vaciará las arcas de los bancos y dejará al país
en una merma de difícil solución.
08- Saquear hasta el agua, privatizar los bienes básicos,
adjudicar los contratos de reconstrucción a las empresas del país invasor,
vender medio país a las grandes multinacionales, y hacernos creer que ya queda
inaugurada una nueva democracia.
09- Dejar en la cuneta todos los cadáveres sin distinción, y
comenzar la rehabilitación de la mano del olvido y la compasión.
10- Los grandes periodistas, con más de un premio todos
ellos, hacen las maletas y nos trasladan con sus grandes reportajes a un nuevo
foco de atención.
Y del mismo modo que pueden trasladarnos, no viene mal
recordar que este decálogo, lo que viene a hacer no es sino ratificar las
cuatro coordenadas que guían a la mayoría de los medios de in-comunicación; mentir,
ocultar, censurar e inventar.
No a la OTAN, no a las Guerras
Colectivo Ojos para la Paz
*sociólogo, miembro del colectivo
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