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viernes, 11 de enero de 2019

Monsanto-Bayer dominan la Política para despoblar el mundo


Por Norma E. Ferreyra:
Nadie puede imaginar, lo que hacen estos monstruos perversos, en los países del mundo pero muy especialmente, en Argentina y en México, que usaron como laboratorios de experimentación, para medir cómo podía realizarse el exterminio humano y reducir la población mundial, muy drásticamente.
Y voy a mirar a la Política, que fue operándose en Latinoamérica con las Mineras y los agronegocios, en especial Monsanto, quien se alió al coloso Bayer, para agregar a su negocio más poder y venenos.


Huerquen - Comunicación en colectivo del jueves 8 de noviembre de 2018, ha publicado que una nueva Ley de Semillas se cocinaba a espaldas de todos

En Argentina, para el martes 13 de noviembre la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados convocó a plenario de comisiones en busca de lograr dictamen y avanzar al tratamiento de una nueva Ley de Semillas antes de fin de año. Desde hace meses las corporaciones del agronegocio vienen negociando con el Poder Ejecutivo los lineamientos generales para una nueva ley de semillas, que habrá de otorgarles a las semilleras, como Bayer-Monsanto, Syngenta, Don Mario y otras, la posibilidad de terminar con el “derecho de uso propio” de los agricultores, y cobrar regalías cada vez que un agricultor utilice una semilla sujeta a derechos de obtentor. Transformando así un derecho de todos en una excepción para algunos (inscriptos en registros ad-hoc). Este no es el primer intento de modificación de la Ley de Semillas Argentina, y es parte de una ofensiva que se da en todo el mundo. Hasta ahora en nuestro país las contradicciones entre los actores y la resistencia de las organizaciones los hizo fracasar, pero estamos ante un nuevo embate que amenaza con dar un paso trascendental.

El “uso propio” consiste en el derecho de replantar las semillas obtenidas en las cosechas anteriores. Hasta ahora, cuando un agricultor compra una bolsa de semillas paga dentro del precio los derechos de propiedad intelectual (“derechos de obtentor”) que pudieran tener; no obstante puede reservar una parte de las semillas obtenidas en la cosecha para resembrar en el siguiente ciclo. Las corporaciones buscan cortar con este derecho, y pretenden una nueva ley que les garantice cobrar de regalías CADA VEZ que un agricultor utilice “sus” semillas. Si bien desde las organizaciones campesinas y de la sociedad civil decimos que es una aberración que las semillas puedan estar sometidas a alguna forma de propiedad intelectual (porque sostenemos que las mismas son patrimonio de la humanidad y deben estar al servicio de los pueblos) esta modificación busca avanzar en sentido opuesto profundizando aún más el control corporativo sobre las semillas que son la base de toda cadena agroalimentaria y agroindustrial.

La agricultura nace hace más de 10.000 años, cuando las comunidades campesinas y los pueblos originarios del mundo “domestican” semillas de plantas silvestres y las empiezan a transformar de distintas maneras. En ese vínculo se creó la enorme biodiversidad que nos alimentó por miles de años. Ninguna semilla agrícola sale de un tubo de laboratorio y cualquier “mejora” sobre la que las empresas pretendan cobrar derechos de propiedad intelectual se apoya en esos miles de años de mejoramiento fitogenético que hicieron las comunidades alrededor del mundo. Es decir, que se apoya en el trabajo de otros. Por eso cuando una empresa dice que una semilla es “suya” oculta un robo al patrimonio de toda la humanidad.

El Gobierno Nacional tomó la decisión política de avanzar con una nueva Ley de Semillas; y en este tiempo se sucedieron una serie de reuniones reservadas a un puñado de corporaciones (ASA, Aapresid, Aacrea, Arpov, SRA, CRA y Coninagro, que hasta 2016 venían teniendo desacuerdos sobre las características de la misma) junto con legisladores y funcionarios. Desde ya, que las discusiones entre ellos son sobre los márgenes de rentabilidad que cada sector busca mantener y no el derecho a la alimentación de nuestro pueblo. De esta negociación fuimos excluídos la enorme mayoría de lxs argentinos, las organizaciones campesinas, las universidades nacionales, los pueblos originarios, las asociaciones de consumidores, los organismos de ciencia y técnica etc etc etc

 El contenido del “consenso” en este selecto grupo de actores trascendió a cuenta gotas a través de los medios de comunicación que, en su enorme mayoría, se dedicaron a instalar en la opinión pública los latiguillos con que las corporaciones buscan fundamentar su posición; lisa y llanamente “operando” para ellas.

En paralelo la Comisión de Agricultura de Diputados puso en agenda el tema y retomó los proyectos presentados hasta el momento (4 proyectos de distinta autoría, más el de Federación Agraria y el que presentó un conjunto de organizaciones campesinas y cátedras universitarias), pero el proyecto auspiciado por el Ejecutivo y que contiene los puntos de “consenso” entre las corporaciones nunca estuvo sobre la mesa. “Como corresponde” la comisión convocó a audiencias donde expusieron una serie de organizaciones, legisladores, y personalidades ligadas al tema, fundamentando en distintos sentidos, y una vez cumplido el trámite de “escuchar todas las voces” se dispone a dictaminar.

La maniobra: El martes 13 de noviembre la Comisión de Agricultura convoca a plenario de comisiones (agricultura, más la de presupuesto y la de legislación) para emitir dictamen y así pasar al tratamiento en la cámara de diputados, pero como el proyecto del ejecutivo y las empresas nunca se presentó como tal (sino que circuló en off) la maniobra puede ser la siguiente:

Poner en tratamiento los proyectos en danza y decir “que se unifican” aún cuando el texto resultante no tenga nada que ver con el de los proyectos presentados formalmente: ahí es donde el “borrador” del ejecutivo deja las sombras y aparece sobre la mesa, y su texto se transforma en la “síntesis” sobre la que dictaminar. Con el parloteo a favor, las empresas y el gobierno podrían lograr dictamen de mayoría en la comisión, y dejar las voces disonantes en un testimonial dictamen de minoría. Digna del Cirque du Soleil, una carambola que puede dejar la Ley de Semillas que pretenden las corporaciones lista para su votación en la Cámara de Diputados antes de fin de año.

Lo que está en juego es enorme. En los países donde las corporaciones lograron imponer sus leyes de semillas pasan cosas tremendas: persecución de agricultores, criminalización del intercambio, destrucción de cosechas y mayor control corporativo sobre los alimentos y sus precios. Por este camino la humanidad ya perdió el 75% de la agro-biodiversidad que nos alimentó ancestralmente, es decir que tenemos 75% menos de tipos distintos de comida disponibles lo que en el contexto de cambio climático puede llegar a ser dramático. La propia FAO admite el aumento de la hambruna y la mala alimentación de 1.500 millones de personas en el mundo; y hace pocas semanas visitó nuestro país Hilal Elver, relatora especial sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU, y reconoció que el agronegocio no busca alimentar al mundo como dicen sino hacer negocios; y que si de alimentación se trata hay que apostar a la agroecología y a lo que ya hacen campesinos e indígenas que producen el 70% de lo que comemos.

Los “consensos” de los poderosos del agronegocio no nos incluyen a la enorme mayoría de lxs agricultores y ciudadanos de este país. Hay que alertar sobre estas maniobras y movilizarnos para impedirlas. Desde distintos espacios de articulación como la Multisectorial contra la Ley Bayer-Monsanto de Semillas o el espacio de organizaciones campesinas y de la sociedad civil que redactó el proyecto alternativo, sin dudas que nos manifestaremos denunciando todo esto y convocando a lxs argentinos a impedir que este saqueo se consume. Depende de todos nosotros.
NORMAEF10@hotmail.com

sábado, 2 de septiembre de 2017

Los terratenientes del agro argentino tienen libertad para sembrar el horror.

Por Norma Estela Ferreyra:

Nadie puede negar, ni ocultar, que Argentina, México y España fueron elegidos como laboratorios experimentales de la multinacional Monsanto, exponiendo a los pueblos a sus fertilizantes y herbicidas muy tóxicos, como el glifosato, que se abrió paso en el mundo, a fuerza de engordar la billetera de quienes podían ponerle frenos.  Y no hubieron científicos ni médicos, que pudieran evitar las consecuencias, o tal vez, hubo algunos, que no fueron escuchados y que, inmediatamente, eran refutados por semejante pulpo empresario que pisaba fuerte en todos los países del mundo. Así, los organismos estatales, que debían analizar los tóxicos e informar a quienes les correspondía prohibirle a Monsanto que vendiera químicos que resultaban nocivos a largo y a corto plazo, para quienes trabajaban con ellos y los fumigaban, incluso, para la misma naturaleza, su tierra, su fauna, su flora y sus habitantes, que consumían esos productos transgénicos, varias veces fumigados y envenenados de tóxicos.


Incluso, los médicos que comenzaron a hablar de las enfermedades que iban apareciendo con el correr del tiempo, fueron silenciados. Gran cantidad de ganado aparecía muerto y el silencio se imponía.  Imagino que los presidentes, recibían informes falsos y no fueron debidamente asesorados, porque el dinero que ofrece la Multinacional es siempre muy tentador, tanto para los entes como para las personas que debían analizar y aprobar esos productos. Estamos, sin dudas, frente a un delito contra la humanidad, por someter a los ciudadanos a una experiencia como ésta, que deriva en cánceres, en enfermedades desconocidas  y en permitir que la ciudadanía consuma, como actualmente lo hace, productos con químicos que envenenan su cuerpo y que deterioran su salud, especialmente, la de los niños y ancianos.

Es tan poderoso Monsanto, que ningún país lo puede sacar, una vez que se instala. Pero ahí no termina todo, porque tanto los fertilizantes, como todos los productos que vende la empresa, tienen uso intensivo y sin límites. Y eso es responsabilidad del gobernante, o sea, del  presidente. ¿Por qué?

Porque más allá de lo mal  que le que estén informando, siempre está la duda, frente a los resultados que trascienden en el mundo, ya que los productos de dicha  Multinacional y de otros laboratorios, que surgieron para terminar con el hambre de los países pobres, hoy sabemos que están dispuestos a exterminarlos, simplemente, porque hay gente que está  de más, que se exilia de los países con hambre, miseria y que cruza fronteras para buscar trabajo o bienestar y por eso, resultan molestos a las personas que pertenecen al mal llamado primer mundo. Qué yo llamaría  mundo criminal y genocida de la superpoblación planetaria, donde todo parece estar permitido.

Y hablando de los laboratorios en general, bueno es recordar que los farmacéuticos, han elaborado cerca de una veintena de vacunas que deben colocarse a un bebé, al poco tiempo de nacer y que ponen en peligro su vida, ya que en su mayoría, son vacunas sintéticas. Así como  antidepresivos, antidiabéticos, anti colesterol, etc. que se destinan para lo mismo o sea para disminuir la superpoblación. Y muy especialmente, en los dos extremos de la vida (niños y ancianos) que resultan poco convenientes para el liberalismo salvaje, despiadado y criminal, que necesita esclavos que trabajen muchas horas y que les den ganancias. Y existe una labor coordinada que genera mucha ganancia. Hacen muy buen equipo, por un lado, Monsanto que con sus tóxicos enferma a la población y por el otro, la mafia de la Industria farmacéutica que produce remedios para apaliar los efectos, porque curar, lo pongo en duda.

Pero volviendo al agro de mi país, cuyos terratenientes viven llenos de lujos en las grandes ciudades y explotan sus campos a través de serviles lacayos, que no se dan cuenta de que arriesgan la vida, por unos pocos pesos, para que sus patrones estancieros, ganen mucho dinero y disfruten de viajes placenteros por el mundo, porque son ricos  y especulativos, que guardan el grano para cuando valga la pena venderlo y lo acumula en silos metálicos o en bolsas, donde deberá fumigarlos tantas veces como sea necesario, para no perder nada de la producción.

Poco cuidan de la salud de quienes trabajan, que por lo general ignoran las consecuencias futuras de ese trabajo insalubre que, además, extermina la fauna, la flora, malogra la tierra por los monocultivos, la deforestación y mata a la población aledaña a corto plazo o a largo plazo a los consumidores de esos productos tratados con fertilizantes y pesticidas de alto poder contaminante y con las consecuencias ya conocidas aunque no admitidas, ni por la Multinacional ni por quienes las dejan operar en el territorio.

Y no sólo los dejan operar, sino que no  ponen límites  ante las consecuencias de  las fumigaciones. Porque debemos tener claro que esos productos no pueden estar en manos de los terratenientes ni productores. Las fumigaciones las debería realizar un ente estatal responsable y por única vez, con los cuidados  necesarios (Cobrando ese servicio al productor)  Eso evitaría el descontrol abusivo que ellos hacen de esos tóxicos, con  muchas aplicaciones innecesarias y muy nocivas. Repito, no se deberían vender esos  productos fertilizantes y plaguicidas en forma directa sino, en todo caso, ser aplicados por organismos responsables. Lo digo para evitar el abuso indiscriminado, pero sin intentar  justificar el uso de esos productos tóxicos, que deberían prohibirse directamente.

La responsabilidad de que se permita el ingreso de estos contaminantes peligrosos y de que se apliquen libremente es, sin dudas, del Estado Nacional, que permite también a las mineras, a las potabilizadoras de agua y a muchas otras empresas, ganar dinero a costa de la salud de su pueblo. A quien le quepa el sayo, que se lo ponga, dicen los criollos argentinos y desde hace años, estamos esperando que alguien tome la iniciativa de reconocer el terrible error de haber permitido tal situación. Por otra parte, se  inunda la tierra por su impermeabilidad debido al monocultivo que no se controla, la desforestación y el abuso de estos químicos tóxicos, lo que se extiende a las grandes ciudades. Ignoro lo que sucede en México o en España; pero no creo que sea distinto a lo que pasa en mi país. Niños enfermos de cáncer, otros con manchas en toda la piel y tantas enfermedades graves y deformaciones que nunca antes se vieron y que son fruto de todo este experimento neoliberal, capitalista, impiadoso, que nuestros gobiernos lacayos permiten. La reciente decisión de la OMS de clasificar el glifosato como “probablemente cancerígeno” reactivó la polémica sobre las fumigaciones para erradicar cultivos ilícitos. Un riesgo adicional a los daños, que el uso intensivo del herbicida puede causar en la salud humana y  que han sido ampliamente documentados, aunque sin dudas, no han sido tenidos en cuenta a la hora de las decisiones presidenciales de los países que lo sufren.
VER: https://www.facebook.com/AnnurTV/videos/1650595931648824/

normaef10@hotmail.com