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sábado, 16 de junio de 2018

Sobre la economía venezolana son varios los cuentos que nos han echado


Por Pasqualia Curcio:

1. Suelen decir que en Venezuela solo se produce petróleo. No es cierto: del total de la producción nacional, solo 16% es petrolera.

2. Dicen también que el principal problema de nuestra economía es que dependemos del petróleo que representa el 99% de las exportaciones, lo cual nos hace vulnerables ante las variaciones de los precios internacionales del hidrocarburo. El problema no es el petróleo, es el sector privado que históricamente solo ha exportado el 1%.


3. El que somos una economía de “puertos” es otro de los mitos. El hecho cierto es que desde 1976 y hasta 2014, la importación per cápita en toneladas disminuyó 55%, aunque si las medimos en dólares, éstas aumentaron 366%. La inflación de nuestros principales socios comerciales no fue de tal magnitud.

Descontando el efecto sobrefacturación del cual se han valido los grandes capitales, sobre todo los transnacionales para apropiarse de nuestras divisas, las importaciones equivalen al 17% del PIB. Como dato curioso les contamos que las importaciones en EEUU son 11% del PIB, las de España 20%, Rusia 22,99%.

4. Nos han dicho que todos los alimentos que comemos son importados. Nada más alejado de la realidad: del total de los alimentos disponibles, 88% son producidos en tierras venezolanas. Se produce 99% de las raíces y tubérculos, 92% de los azúcares, 97% de las hortalizas, 92% de las carnes, 99% de los huevos, 98% de las frutas y de la leche, 63% de los cereales. Importamos trigo, leguminosas y soja. En cuanto a la agroindustria, está concentrada en una decena de empresas transnacionales.

5. Es parte de las historias urbanas que desde 1999 fue desmantelada la empresa privada: cómo explicar entonces que la producción en el sector privado aumentó 35% desde 1999 (la actividad de las instituciones financieras y de seguros privados aumentó 375%; el comercio 64%; el transporte y almacenamiento 46%; las comunicaciones 332%; la agricultura, ganadería y pesca 27%; la manufactura 12% y los servicios inmobiliarios 50%).

6. El que el gobierno expropió casi todas las empresas privadas es otro de los cuentos que desde hace algunos años se escucha. Reflejan las cifras que de las 28.222 unidades económicas de la actividad industrial, solo 363 está en manos del sector público.

En esta guerra económica que estamos librando, no se trata solo de cuánto y qué se produce, sino de quién lo produce.

Decía Sun Tzu que en las guerras “un general inteligente lucha por desproveer al enemigo de sus alimentos”. En nuestro caso, no es que el enemigo nos está desproveyendo de los alimentos, las maquinarias y repuestos para la producción, sino que ha sido y sigue siendo el encargado del suministro. No sigamos financiándolo con divisas baratas y materia prima subsidiada.

No sigamos financiándoles la guerra económica.

pasqualinacurcio@gmail.com

miércoles, 18 de octubre de 2017

Chile país maniatado

Por Pablo Salvat Bologna:

Así lo parece estimado lector y lectora. Lo hemos venido experimentando hace ya tiempo y los eventos del cambio climático y su rebote en la vida cotidiana de todos nosotros, lo dejan ver. Me refiero por ejemplo, a la conducta de empresas transnacionales como Enel, o a la de Aguas Andinas, y otras más que, como ellas, tienen un control muy importante de ciertos bienes, fundamentales para la vida, como lo son la energía y el agua. Estar maniatado, es, como se sabe, estar “atado de manos”. Algunos lo dicen, exagerando: estar atado de pies y manos. Pero quienes están atados de pies y manos no tienen,  en principio, casi ninguna posibilidad de reaccionar y actuar frente a su situación.



No creo sea lo que sucede con nosotros. Tenemos siempre un margen para  ejercitar nuestra autonomía crítica; la libertad de acción, reflexión y creación comunitario-colectiva de lo nuevo –en medio de lo viejo-, a pesar de lo que indica la así llamada “evidencia empírica”.  Pero esto es posible en el marco de una idea de  política  que la define como praxis, y no como ingeniería social basada en un supuesto conocimiento científico-técnico al que acceden solo algunos privilegiados. Si la política es praxis, entonces tenemos como sujetos y miembros de comunidades, la posibilidad de hacer aparecer algo que antes era inexistente; podemos deliberar sobre el quehacer de cada uno y de las instituciones, e interrogarlo desde nuestras demandas y nuevas finalidades normativas. Ahora, quiénes estamos atados de  manos?.

Pues los chilenos y aquellos que no siendo de origen nacional, son parte ya del país.  Atados de manos respecto a la posibilidad de ejercer nuestra soberanía política; nuestra cualidad  de ciudadanos, de último garante de legitimidad de instituciones y sistemas. Por cierto, eso tiene que ver con las posibilidades de ejercer y asumir una libertad real, y no meramente formalista, escriturada, pero impotente a final de cuentas. Este estar “atado de manos” no afecta obviamente solo a la ciudadanía, sino también a sus mediaciones institucionales, partiendo por una de las más importantes, el propio Estado.

 Esto ha sido muchas veces presentado por los medios y las elites de poder como fruto de un proceso cuasi-natural, por lo cual no cabe ni crítica ni tampoco pretender su superación o cambio. Pero todos sabemos que los productos históricos tienen como protagonistas de un modo u otro a los propios humanos, a sus fuerzas unidas tras intereses, y a  las luchas por el poder terrenal. Por eso podemos decir que, nuestra  situación como sociedad, se relaciona con la imposición de un proceso de modernizaciones neoliberal, esto es, con una fase nueva de desarrollo capitalista, a la cual corresponderá un nuevo tipo de Estado.

Si el capitalismo liberal pre segunda guerra mundial se sostuvo sobre el librecambismo, el patrón de intercambio basado en el oro, el colonialismo y la primacía inglesa; post Segunda Guerra Mundial, el modelo de desarrollo se sostuvo en un keynesianismo social, las instituciones de Bretton Woods, el bipolarismo de la llamada Guerra fría y los procesos de integración regional.

En cambio, con la imposición del neoliberalismo, se rompen los límites nacionales, se logra maniatar a los Estados, liberar de cortapisas el accionar de los mercados y el capital, establecer controles internacionales de lo que hace cada país (léase, Banco Mundial, FMI, OMC, OECD, entre otras) y establecer que los Estados Unidos quedarán como gendarme en solitario de la marcha del mundo. Se trata entonces de una modernización neoliberalita globalizada, de la mano del capital y las nuevas tecnologías.
   
Claro, en la crisis de los 70, la salida para el modelo fue orientarse a recuperar la tasa de ganancia. Cómo hacerlo? Pues, lo hemos visto y padecido: reduciendo los costos de producción, entre ellos, principalmente los salarios, desintegrando el sindicalismo, deslocalizando las empresas, pagando bajos impuestos, aumentando la explotación (del trabajo y de la naturaleza), endeudando a ciudadanos y países, reduciendo el gasto público, privatizando bienes públicos y sociales.

Al mismo tiempo, nunca  antes las finanzas han tenido el poder e influencia, abierta o soterrada, que ejercen hoy. Y, sin embargo, puede constatarse, antes y después de la crisis del 2008, el aumento escalofriante de las desigualdades, la creciente crisis del medioambiente y el desgobierno de la cosa pública. Todo ello pareciera demandar cambios importantes, tanto a nivel mundial como en nuestro propio país.

Sin embargo, la soberanía ciudadana y popular se haya – al igual que los Estados-, en este cuadro, maniatada. Y ese estar maniatada por estos poderes globalizados, es en buena medida responsable de la crisis de legitimidad que atraviesa todo el campo del quehacer político (de nuevo, dentro y fuera del Estado).  En buena medida de ahí viene la sensación de impotencia, desencanto, y abstencionismo  que por ahora recorre el accionar ciudadano. Una panelista de televisión hablaba, a propósito del despropósito estatal en el  Sename,   que somos ciudadanos huérfanos. 

  Uno de los logros de la modernización neoliberal de todos estos años, ha sido la liquidación del vínculo social, para ser reemplazado por la lógica de mercado. Pero eso no es todo. Este proceso se acompaña de una anexión y modificación de la orientación del Estado de parte de las elites de poder.

Éste ya no puede tener grados mayores de autonomía propia. No puede ponerse al servicio de las mayorías, o de alguna idea fuerte de justicia social  o bien común. Para sobrevivir en la jungla globalizadora,  tiene que servir  los intereses del gran capital, de sus negociantes, empresarios, bancarios, sean nacionales o transnacionales. Es decir, estar al servicio del 1% de la población.  Ese 1% es el único que tiene poder para decidir con grados de libertad y de esa manera, coaccionar y delimitar lo que pueden las opciones políticas electorales.

Por eso afirma alguien como J.C. Monedero, que una de las principales tareas pendientes que tenemos, tiene que apuntar a  la  refundación del Estado. En particular, en todos nuestros países, los que más han sufrido lo que llama la “noche neoliberal” desde  Río Grande hasta Tierra del Fuego, y los que tienen por tanto muchas dificultades para crear nueva institucionalidad, para empoderar al pueblo, generar corresponsabilidad popular,  imaginar  un modelo que supere al capitalismo y el estatismo, y se oriente hacia una “sociedad donde la emancipación deje de ser un deseo para ser una realidad cotidiana y siempre en construcción”. Será esto alguna vez posible entre nosotros?
psalvat@uahurtado.cl 

lunes, 11 de septiembre de 2017

Irresponsables declaraciones del vicepresidente de Guatemala

Por Ilka Oliva Corado:

No reconozco al señor Cabrera como vicepresidente de mi país. Ni a él ni a ningún miembro del gabinete de la corrupción que ha infestado el gobierno de Guatemala.

Por haber aprovechado el río revuelto de las manifestaciones del 2015, él es vicepresidente de Guatemala, un puesto inmerecido, demasiado grande para una persona que no respeta a su pueblo. No es digno del lugar que ocupa. Él y toda la clica criminal que infesta el Estado de Guatemala no representan a nuestro país, representan a una mínima parte que votó por la continuidad de los saqueos, las empresas transnacionales, los feminicidios, las limpiezas sociales, la corrupción y el neoliberalismo; el patriarcado, el machismo y la misoginia en el país.



Un gabinete de marionetas que se ha atrevido a irrespetar a su pueblo, que lo abusa, lo tortura y lo desaparece. Un clan de ingratos que se ha atrevido a la injuria y a la mancilla.

Hay que explicarle con manzanas al señor Cabrera, que la migración de guatemaltecos hacia Estados Unidos es forzada, son obligados a abandonar su lugar origen, y a dejarlo todo para salvar sus vidas, para buscar techo y comida en otras tierras, porque el gobierno de Guatemala es un Estado fallido, corrupto y un saqueador que se ha olvidado de sus funciones básicas. No hay mayor culpable de estas migraciones que el Estado del país. Las migraciones son forzadas y en lugar de solaparlas, el señor Cabrera debería exponer la mediocridad de su gobierno ante la dignidad de los migrantes.

Ya quisiera el señor Cabrera, tener los arrestos de los guatemaltecos que migran sin documentos, ya quisiera tener las agallas para emprender una hazaña como esta, ya quisiera tener la dignidad de miles de migrantes que viven en Estados Unidos porque su país de origen les negó la vida. La vida.

El gobierno actual es un ejército de vasallos, que no merecen al pueblo de Guatemala y no merecen a los migrantes que los honran en el extranjero. Por eso es urgente que estos personajes impresentables salgan del gobierno, es urgente un cambio radical en el país, ya es tiempo que Guatemala tenga una oportunidad.

Escribo estas letras en nombre de miles de guatemaltecos que trabajan 3 turnos de lunes de domingo, para poder enviar las remesas que mantienen a flote al país. Porque son ellos los que mantienen respirando a Guatemala, son ellos, esos migrantes que fueron expulsados, los que levantan la cara y sacan el pecho por el país. No la horda de mequetrefes, corruptos, oportunistas, majeadores y vasallos que han infestado en gobierno del país.

Que sepa el señor Cabrera, que los migrantes indocumentados dignifican a Guatemala en el extranjero, algo que no ha podido hacer el gobierno. Un gobierno inoperante que es incapaz de brindar las condiciones para un retorno masivo de connacionales y mucho menos para detener las migraciones forzadas. Que sepa el señor Cabrera que sus declaraciones son vergonzosas y deplorables, dignas de una clica criminal que más temprano que tarde será expuesta en las plazas del país y enfrentará la justicia.

Que aprenda modales y respeto el señor Cabrera y que sepa que cada vez que hable de migrantes indocumentados tiene que lavarse la boca con jabón y piedra poma, porque son los que le dan de comer a él y a su familia.

ilka@cronicasdeunainquilina.com 

sábado, 11 de febrero de 2017

Los precios de los alimentos: Venezuela y el resto del mundo

Por: Yacarlys Arienta

En un artículo anterior pude abordar, grosso modo, el desenvolvimiento de los precios de los alimentos en el mundo, los cuales experimentaron una ligera caída por quinto año consecutivo, y se dio además un panorama del caso contrario representado por nuestro país.


En esta edición, quisiera centrarme en explicar las causas de ello.
El índice de precios de los alimentos según la FAO está constituido por cinco grupos de alimentos:
1. Cereales, entre los que destacan el arroz y el maíz, los cuales experimentaron un ligero aumento de precio, por un tema de perspectivas en cuanto a condiciones meteorológicas y aumento de la demanda; sin embargo, con el trigo sucedió lo contrario, por estimaciones de sobreproducción.
2. Aceites vegetales, los cuales mostraron un aumento significativo con respecto a años anteriores, motivado a aumento de la demanda y disminución de la oferta (caso del aceite de palma), las perspectivas meteorológicas y perspectivas de aumento del uso de biocombustibles hicieron su parte en esta subida del índice.
3. Productos lácteos, quienes registraron alzas moderadas en algunas presentaciones, dado que la demanda de estos rubros se mantuvo en ascenso; sin embargo el índice demuestra disminución con respecto al año anterior.
4. Carne, se dieron caídas en las cotizaciones de carne de ovino, bovino, porcino y aves de corral, lo que se tradujo en disminución del índice con respecto al año anterior.
5. Azúcar, aunque en diciembre mostró una abrupta caída motivada a la devaluación del real brasileño frente al dólar, originándose una sobreoferta por parte del Brasil como mayor exportador y productor de este rubro, el índice del año 2016 cerró en alza con respecto al año anterior, como consecuencia de la escasez de suministros en los países productores.

En síntesis, el mercado mundial de alimentos experimenta descensos o aumentos de precios por las llamadas leyes de la oferta y la demanda, las perspectivas en cuanto a las condiciones meteorológicas de los principales productores y el valor del dólar con respecto a otras monedas.

Pero, ¿cuáles son las causas de aumentos de precios de los alimentos en Venezuela? Podríamos perdernos enumerando un listado si de eso se tratase, podríamos discutir todas las teorías existentes sobre la inflación y se generarían aún más dudas, o, como intentaré hacer, podemos centrarnos en algunos rasgos distintivos de nuestra economía, para explicar el “incontrolable fenómeno” de aumento generalizado de precios.
La (no) producción de alimentos: es conocido por todos que Venezuela no es precisamente una potencia en producción agrícola y/o agroindustrial, nos centramos en la producción y exportación de hidrocarburos, los cuales, además, registraron una caída significativa de precios desde 2014, lo que ha disminuido significativamente nuestros ingresos en divisas y se traduce inmediatamente en desaceleración del ritmo de importaciones de alimentos a los que estábamos acostumbrados en tiempos de altos precios petroleros. Por aquí reservaremos una variable, disminución de la oferta de alimentos.

Control de las cadenas de distribución-comercialización en manos privadas: aunado a las condiciones de no producción, nos encontramos con una burguesía empresarial del sector que apuesta (típico del capitalismo) a la maximización de las ganancias, y es dueña de la manufactura en sus plantas (empaque y procesamiento de materia prima), enajena el verdadero trabajo productivo campesino adueñándose de su plusvalía, es dueña de almacenes, centros de distribución y también del eslabón de la comercialización. Tenemos otra variable a la cual atribuirle el aumento de precios, los canales de distribución. Es importante señalar que a pesar de los esfuerzos de la Misión Alimentación por liderar este renglón, no se encuentra ni cerca del control que ejerce el sector privado que ronda el 70%.

Señala el economista indio y Premio Nobel de Economía en 1998, Amartya Kumar Sen, en su trabajo más destacado, Pobreza y hambruna, que las desigualdades en los mecanismos de distribución de alimentos son los responsables del hambre, y no directamente la escasez de alimentos.

Y quien tiene un papel preponderante, el fenómeno especulativo, que se expresa en los cambios bruscos de precios en tiempos tan estrechos que no responden a hechos concretos de comportamiento de variables económicas (oferta, demanda, liquidez, producción, tipo de cambio).

Aun cuando no descarto la influencia que puede tener el aumento de la masa monetaria en el incremento de la inflación, no tengo un enfoque monocular al respecto. Incluso, analizar las economía venezolana en su conjunto se hace cada día más cuesta arriba, ya sea por la no disponibilidad de datos oficiales o por el comportamiento mismo de la economía real, que no se corresponde con teoría alguna. Se hace necesario, por tanto, establecer análisis multivariables para entender y explicar el comportamiento de la inflación.
Quien pretenda analizar el aumento generalizado y constante de los precios de bienes y servicios desde la perspectiva monetarista y atribuir al crecimiento de la masa monetaria la inflación, tiene una visión sesgada para analizar un fenómeno muy complejo. Es importante aclarar que la masa monetaria y la inflación son variables que se alimentan entre sí, tienen una relación bidireccional y tienen una alta correlación. Pero sería muy ingenuo pensar que en Venezuela, de no crecer o disminuir la masa monetaria, los precios no crecerían, o inclusive podrían disminuir. No, no es así. Y no es de esa forma porque otras variables intervienen de forma simultánea. Lo mismo ocurre con la tasa del tipo de cambio del dólar paralelo, ¿quién puede pensar que de restringir o reducir la cantidad de bolívares circulantes disminuiría el precio del dólar today? En nuestro país esa relación que quieren atribuir algunos economistas, de que si aumenta la liquidez se origina inflación, es inversa, al menos en los últimos años. Aquí aumentan los precios y el gobierno buscando garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores ordena el aumento de salarios.

Otro dato importante con respecto a ese componente especulativo tiene que ver con el gran diferencial observado en precios internacionales de productos alimenticios y el valor de esos mismos bienes en nuestro país, que se puede fundamentar incluso con prácticas del comercio a menudo usada por este sector para incrementar los precios de manera fraudulenta, como es el caso de la sobrefacturación o el mecanismo de precios de transferencia que en nuestro caso se da, sobre todo, con las empresas transnacionales que tienen como método de fijación el siguiente:

Precio de transferencia = precio de costo + beneficio a la casa matriz [1] + precio de reventa
Pero en el precio denominado de reventa generalmente las partes relacionadas en Venezuela no respetan los márgenes establecidos por nuestra legislación, además los precios de transferencia, por lo general, son empleados como un mecanismo de transmisión encubierta de beneficios que vulneran la recaudación fiscal.
Asimismo, la convivencia de varios tipos de cambio, y la no claridad en los diferentes acuerdos cambiarios establecidos por el BCV que no hacen distinción en cuanto a rubros alimenticios específicos, deja mucho margen a la imaginación de los importadores, por lo que le otorga una gran libertad a la hora de establecer precios.

Recientemente, el Ministerio del Poder Popular para la Salud, a través de la publicación en Gaceta Oficial N° 40.959 del 4 de agosto de 2016, autorizó la libre venta y comercialización en el territorio nacional de distintos grupos de alimentos importados, los cuales podemos ver desde entonces en los anaqueles a precios con diferenciales exorbitantes comparados con los establecidos para los productos nacionales que se encuentran en el sistema de control de precios, y esto se debe a esa ausencia de claridad en los contratos, o lo ya mencionado sobre la facturación artificial, o los precios de transferencia.

En síntesis, la inflación venezolana del sector alimentos tiene un gran componente estructural que puede coquetear con alguna teoría como la de Juan Noyola [2] o incluso con los mecanismos de reproducción de Kalecki y su hipótesis de formación de precios diferenciada por sectores [3]. La disminución de la oferta que se da por la baja productividad del sector agrícola, sumada a la no compensación por vía de importaciones, restringe la oferta y da paso al componente especulativo de quienes controlan el sector a través de prácticas de escasez inducida, sobrefacturación, incorporación o traslado del aumento del precio del dólar ilegal a toda la economía de manera lineal (pero no sucede lo contrario si este precio disminuye), en conclusión, lógica capitalista de maximizar ganancias.
“Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50%, es temerario. Al 100%, arrasa todas las leyes humanas, y al 300%, no se detiene ante ningún crimen”. Karl Marx.
[1] En forma de royalty.
[2] Economista, reconocido como el autor original de la teoría estructuralista latinoamericana de la inflación.
[3] Michael Kalecki (1983). Las ecuaciones marxistas de reproducción y la economía moderna.
Los precios de los alimentos: Venezuela y el resto del mundo
Por: Yacarlys Arienta
En un artículo anterior pude abordar, grosso modo, el desenvolvimiento de los precios de los alimentos en el mundo, los cuales experimentaron una ligera caída por quinto año consecutivo, y se dio además un panorama del caso contrario representado por nuestro país.
En esta edición, quisiera centrarme en explicar las causas de ello.
El índice de precios de los alimentos según la FAO está constituido por cinco grupos de alimentos:
1. Cereales, entre los que destacan el arroz y el maíz, los cuales experimentaron un ligero aumento de precio, por un tema de perspectivas en cuanto a condiciones meteorológicas y aumento de la demanda; sin embargo, con el trigo sucedió lo contrario, por estimaciones de sobreproducción.
2. Aceites vegetales, los cuales mostraron un aumento significativo con respecto a años anteriores, motivado a aumento de la demanda y disminución de la oferta (caso del aceite de palma), las perspectivas meteorológicas y perspectivas de aumento del uso de biocombustibles hicieron su parte en esta subida del índice.
3. Productos lácteos, quienes registraron alzas moderadas en algunas presentaciones, dado que la demanda de estos rubros se mantuvo en ascenso; sin embargo el índice demuestra disminución con respecto al año anterior.
4. Carne, se dieron caídas en las cotizaciones de carne de ovino, bovino, porcino y aves de corral, lo que se tradujo en disminución del índice con respecto al año anterior.

5. Azúcar, aunque en diciembre mostró una abrupta caída motivada a la devaluación del real brasileño frente al dólar, originándose una sobreoferta por parte del Brasil como mayor exportador y productor de este rubro, el índice del año 2016 cerró en alza con respecto al año anterior, como consecuencia de la escasez de suministros en los países productores.

En síntesis, el mercado mundial de alimentos experimenta descensos o aumentos de precios por las llamadas leyes de la oferta y la demanda, las perspectivas en cuanto a las condiciones meteorológicas de los principales productores y el valor del dólar con respecto a otras monedas.

Pero, ¿cuáles son las causas de aumentos de precios de los alimentos en Venezuela? Podríamos perdernos enumerando un listado si de eso se tratase, podríamos discutir todas las teorías existentes sobre la inflación y se generarían aún más dudas, o, como intentaré hacer, podemos centrarnos en algunos rasgos distintivos de nuestra economía, para explicar el “incontrolable fenómeno” de aumento generalizado de precios.

La (no) producción de alimentos: es conocido por todos que Venezuela no es precisamente una potencia en producción agrícola y/o agroindustrial, nos centramos en la producción y exportación de hidrocarburos, los cuales, además, registraron una caída significativa de precios desde 2014, lo que ha disminuido significativamente nuestros ingresos en divisas y se traduce inmediatamente en desaceleración del ritmo de importaciones de alimentos a los que estábamos acostumbrados en tiempos de altos precios petroleros. Por aquí reservaremos una variable, disminución de la oferta de alimentos.

Control de las cadenas de distribución-comercialización en manos privadas: aunado a las condiciones de no producción, nos encontramos con una burguesía empresarial del sector que apuesta (típico del capitalismo) a la maximización de las ganancias, y es dueña de la manufactura en sus plantas (empaque y procesamiento de materia prima), enajena el verdadero trabajo productivo campesino adueñándose de su plusvalía, es dueña de almacenes, centros de distribución y también del eslabón de la comercialización. Tenemos otra variable a la cual atribuirle el aumento de precios, los canales de distribución. Es importante señalar que a pesar de los esfuerzos de la Misión Alimentación por liderar este renglón, no se encuentra ni cerca del control que ejerce el sector privado que ronda el 70%.

Señala el economista indio y Premio Nobel de Economía en 1998, Amartya Kumar Sen, en su trabajo más destacado, Pobreza y hambruna, que las desigualdades en los mecanismos de distribución de alimentos son los responsables del hambre, y no directamente la escasez de alimentos.

Y quien tiene un papel preponderante, el fenómeno especulativo, que se expresa en los cambios bruscos de precios en tiempos tan estrechos que no responden a hechos concretos de comportamiento de variables económicas (oferta, demanda, liquidez, producción, tipo de cambio).

Aun cuando no descarto la influencia que puede tener el aumento de la masa monetaria en el incremento de la inflación, no tengo un enfoque monocular al respecto. Incluso, analizar las economía venezolana en su conjunto se hace cada día más cuesta arriba, ya sea por la no disponibilidad de datos oficiales o por el comportamiento mismo de la economía real, que no se corresponde con teoría alguna. Se hace necesario, por tanto, establecer análisis multivariables para entender y explicar el comportamiento de la inflación.
Quien pretenda analizar el aumento generalizado y constante de los precios de bienes y servicios desde la perspectiva monetarista y atribuir al crecimiento de la masa monetaria la inflación, tiene una visión sesgada para analizar un fenómeno muy complejo. Es importante aclarar que la masa monetaria y la inflación son variables que se alimentan entre sí, tienen una relación bidireccional y tienen una alta correlación. Pero sería muy ingenuo pensar que en Venezuela, de no crecer o disminuir la masa monetaria, los precios no crecerían, o inclusive podrían disminuir. No, no es así. Y no es de esa forma porque otras variables intervienen de forma simultánea. Lo mismo ocurre con la tasa del tipo de cambio del dólar paralelo, ¿quién puede pensar que de restringir o reducir la cantidad de bolívares circulantes disminuiría el precio del dólar today? En nuestro país esa relación que quieren atribuir algunos economistas, de que si aumenta la liquidez se origina inflación, es inversa, al menos en los últimos años. Aquí aumentan los precios y el gobierno buscando garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores ordena el aumento de salarios.

Otro dato importante con respecto a ese componente especulativo tiene que ver con el gran diferencial observado en precios internacionales de productos alimenticios y el valor de esos mismos bienes en nuestro país, que se puede fundamentar incluso con prácticas del comercio a menudo usada por este sector para incrementar los precios de manera fraudulenta, como es el caso de la sobrefacturación o el mecanismo de precios de transferencia que en nuestro caso se da, sobre todo, con las empresas transnacionales que tienen como método de fijación el siguiente:
Precio de transferencia = precio de costo + beneficio a la casa matriz [1] + precio de reventa
Pero en el precio denominado de reventa generalmente las partes relacionadas en Venezuela no respetan los márgenes establecidos por nuestra legislación, además los precios de transferencia, por lo general, son empleados como un mecanismo de transmisión encubierta de beneficios que vulneran la recaudación fiscal.
Asimismo, la convivencia de varios tipos de cambio, y la no claridad en los diferentes acuerdos cambiarios establecidos por el BCV que no hacen distinción en cuanto a rubros alimenticios específicos, deja mucho margen a la imaginación de los importadores, por lo que le otorga una gran libertad a la hora de establecer precios.

Recientemente, el Ministerio del Poder Popular para la Salud, a través de la publicación en Gaceta Oficial N° 40.959 del 4 de agosto de 2016, autorizó la libre venta y comercialización en el territorio nacional de distintos grupos de alimentos importados, los cuales podemos ver desde entonces en los anaqueles a precios con diferenciales exorbitantes comparados con los establecidos para los productos nacionales que se encuentran en el sistema de control de precios, y esto se debe a esa ausencia de claridad en los contratos, o lo ya mencionado sobre la facturación artificial, o los precios de transferencia.

En síntesis, la inflación venezolana del sector alimentos tiene un gran componente estructural que puede coquetear con alguna teoría como la de Juan Noyola [2] o incluso con los mecanismos de reproducción de Kalecki y su hipótesis de formación de precios diferenciada por sectores [3]. La disminución de la oferta que se da por la baja productividad del sector agrícola, sumada a la no compensación por vía de importaciones, restringe la oferta y da paso al componente especulativo de quienes controlan el sector a través de prácticas de escasez inducida, sobrefacturación, incorporación o traslado del aumento del precio del dólar ilegal a toda la economía de manera lineal (pero no sucede lo contrario si este precio disminuye), en conclusión, lógica capitalista de maximizar ganancias.

“Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50%, es temerario. Al 100%, arrasa todas las leyes humanas, y al 300%, no se detiene ante ningún crimen”. Karl Marx.
[1] En forma de royalty.
[2] Economista, reconocido como el autor original de la teoría estructuralista latinoamericana de la inflación.
[3] Michael Kalecki (1983). Las ecuaciones marxistas de reproducción y la economía moderna.

cruiz7@gmail.com