Por Leandro Albani:
El fin de semana, mercenarios del Estado Islámico se
manifestaron en contra del presidente de Francia y en respaldo a su principal
financista: Recep Tayyip Erdogan.
La foto no es de hace unos años atrás, cuando el Estado
Islámico (ISIS) controlaba buena parte de los territorios de Irak y Siria, y
tenía bajo su control la vida y la muerte de entre ocho y diez millones de
personas. Tampoco es una nueva campaña de propaganda del grupo que aterrorizó
(y todavía lo hace) a Medio Oriente. La imagen (como los videos que circulan en
las redes sociales) fue tomada este fin de semana en Serekaniye, en el norte de
Siria, ciudad ocupada ilegalmente por milicias mercenarias respaldadas por
Turquía.
El objetivo del acto en el que participaron un puñado de terroristas fue respaldar al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en su pelea abierta con el mandatario de Francia, Emmanuel Macron. El sábado, el Jefe de Estado turco aseguró con su par francés “realmente necesita someterse a exámenes mentales”, tras las declaraciones de Macron, a principios de octubre, de que su gobierno luchará contra el “separatismo islámico” que, según él, amenaza con establecer su control sobre ciertas comunidades musulmanes en Francia. “El problema es una ideología que afirma que sus propias leyes deben ser superiores a las de la República”, había dicho el presidente de Francia.
La respuesta de Erdogan a Macron fue directa: “¿Cuál es el
problema de esta persona llamada Macron con los musulmanes y el islam? Macron
necesita tratamiento a nivel mental. ¿Qué más se le puede decir de un jefe de
Estado que no comprende la libertad de creencias y que se comporta de esta
manera con millones de personas que viven en su país y que son miembros de una
fe diferente?”.
La retórica de Erdogan es conocida: presentarse como líder
de la comunidad musulmana a nivel mundial, despotricar contra quienes critican
al Islam –aunque esa crítica esté dirigida a concepciones como las que impulsa
ISIS-, y sumarse a la carrera del control del poder musulmán, principalmente en
Medio Oriente, en el marco de su política de expansión territorial y ocupación
de territorios de la región. Esto último se puede comprobar con las operaciones
militares de Turquía en el Kurdistán sirio e iraquí, en Libia y ahora en el
apoyo a Azerbaiyán en la guerra desatada contra Armenia y Nagorno Karabaj.
Mucho antes que ISIS encontrara la derrota militar en la
pequeña aldea de Baghouz, en la provincia siria de Deir Ezzor, en batallas
milimétricas contra las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), la tutela de los
seguidores del malogrado Abu Bakr Al Baghdadi pasó de Arabia Saudí a Turquía.
Desde entonces, el Estado turco se empeña en brindarles una cobertura total a
los milicianos de ISIS, que dejaron sus vestimentas negras, se cortaron las
barbas y se sumaron a grupos irregulares como Sultan Murad, Failaq Al Sham o
División Al Hamzat, que integran el autodenominado Ejército
Nacional Sirio (ENS), la fuerza ocupante de Serekaniye, de la ciudad de Tel
Abyad y del cantón kurdo de Afrin. La otra modalidad es que directamente el
Estado turco los envíe de forma semi-oficial a los territorios donde busca
tener el control, como los casos de Libia y Nagorno Karabaj.
En el caso puntual de Serekaniye, un año de ocupación turca
implicó el desplazamiento forzado de miles de pobladores, la masificación de
saqueos y secuestro de personas, y la turquificación de la zona, con la cual
Ankara implementa a la fuerza su propio idioma y enseñanzas en escuelas.
Un ejemplo de los métodos de Turquía en Serekaniye los dio,
el 22 de octubre pasado, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que
informó de que las fuerzas turcas y sus facciones aliadas asaltaron el pueblo
Rihaniyah, en la zona rural cercana a la ciudad. En esta ocasión, los
mercenarios abrieron fuego contra los autos en medio de la búsqueda de varias
personas.
El OSDH aseveró que en Serekaniye “continúan las violaciones
contra quienes desean llegar a Turquía desde las zonas” ocupadas, “mientras que
los miembros de las facciones respaldadas por Turquía están introduciendo de
contrabando personas y algunos materiales en Turquía, aprovechando su poder”.
El organismo agregó que “los miembros de las facciones respaldadas por Turquía
están deteniendo a mujeres de nacionalidad siria y no siria, y pidiendo grandes
sumas de dinero a cambio de su liberación”. Como si esto fuera poco, el OSDH
reveló el aumento de tensiones entre las propias milicias pro-turcas, “en un
contexto de disputas y conflictos entre ellas, que siempre se convierten en
enfrentamientos”.
A principios de octubre, el Consejo de Derechos Humanos de
la Organización Naciones Unidas (ONU) denunció los crímenes de guerra cometidos
por los aliados de Turquía en Afrin, Serekaniye y Gire Spi. En un informe, el
Consejo detalló los crímenes cometidos por los mercenarios, que tiene entre sus
blancos principales a las mujeres de la región. Organizaciones de derechos
humanos locales, de los cantones de Afrin y Cizîrê también presentaron
investigaciones recientes en que constataron la política de desplazamiento
forzado y ocupación territorial de las fuerzas financiadas por el gobierno
turco.
Mercenarios pro turcos de la División Al Hamzat / ANHA
Desde la Administración Autónoma del Norte de Siria (AANES),
encabezada por los kurdos, como también desde las Fuerzas Democráticas de Siria
(FDS), denuncian casi diariamente los ataques y violaciones a los derechos
humanos cometidos por los cruzados enviados por Erdogan. Ahora, Turquía redobló
los bombardeos contra la ciudad de Ain Aissa, con el fin de tomar el control de
otra zona más del Kurdistán sirio.
La semana pasada, la AANES difundió un comunicado en el que
expresó que Ankara sigue lanzando bombardeos contra la región pese a todos los
llamamientos internacionales para que ponga fin a sus incursiones militares. La
Administración Autónoma recordó que existen acuerdos, por separado, de Turquía
con Estados Unidos y Rusia, para que detenga sus ataques. A su vez, la AANES
enfatizó que las fuerzas rusas y estadounidenses en la región deben cumplir sus
responsabilidades y detener los avances turcos.
La foto tomada en Serekaniye es una prueba más, entre las
cientos que existen, del vínculo ideológico, político y financiero entre el
Estado turco y las células de ISIS activas en el norte de Siria. Para Erdogan,
la conquista de territorios, bajo la premisa de revivir la “grandeza” del
Imperio Otomano, es una parte fundamental de su política exterior. Los kurdos,
árabes, asirios, armenios, turcomanos, ya sean musulmanes, cristianos o
yezidíes, del norte de Siria lo saben muy bien y por eso lo combaten con las
armas que tienen a su alcance. Para el resto del mundo, los crímenes ordenados
por Erdogan pesan menos que sus compras masivas de armamento de guerra a
Estados Unidos, Europa y Rusia.
leandroalbani@gmail.com
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