Por Julio Sergio Alcorta Fernández.:
Para muchos de nosotros se ha hecho interminable la
expectativa de conocer cuáles son los acontecimientos que nos deparan, en estos
dos meses que quedan para que llegue y se celebre el primer martes del mes de
noviembre las famosas elecciones presidenciales en los Estados Unidos de
América.
En mi caso particular, sigo insistiendo en que la estrategia
principal de la administración de Donald Trump y sus asesores, es diseminar, o
más bien desparramar en todo ese pueblo, tan acostumbrado a padecer de las
barbaries y el salvajismo de mandatarios inescrupulosos, embusteros e ineptos,
imágenes ficticias, a veces fabulosas, y por qué no, también auténticas, cuando
se les ocurre utilizarlas, atiborrándolo de episodios y lances de MIEDOS Y DE
TEMORES.
Miedo a los emigrantes, al terrorismo, a las drogas, a la
criminalidad, al comunismo, a lo socialista, al resquebrajamiento del imperio
del consumo, al deterioro del bienestar, a sus congresistas corruptos, a la
pérdida de hegemonismo, a sus guerras infinitas. Miedo a China, a Rusia, a
Irán, y hasta Maduro; y naturalmente a los estúpidamente señalados por Bush
hijo, de los 60 y más oscuros países.
Y es tanto así que Donald Trump y su pandilla han estimado
ser poseedores de esas habilidades, por su exaltado nacionalismo, el énfasis en
el slogan “América First”, una actitud y un estilo prepotente, machista, duro,
a veces grosero, y sus discursos de enfrentamientos.
¿No fue algo parecido, salvando épocas y peculiaridades de
pueblos, como en la década del 30 del pasado siglo en Alemania, recurrieran a
una figura como Hitler?
Por otro lado, ¿se ha analizado con suspicacia y
detenimiento, y a veces considerando posibilidades de ser exagerado y
fantasioso, de que dentro de las maniobras y las estratagemas a emplear exista
una confabulación, en que se evalúe como de gran provecho y utilidad las manifestaciones
en contra del actual gobierno, sobre todo las que se tornan radicales y
violentas?
Mientras más violentas y crueles, MÁS MIEDO Y TEMOR de la
población, y lógicamente mejor para Trump. Incluso muchos otros pudieran pensar
que las mismas se han desvirtuado en su esencia y hasta que se han politizado
para beneficio del Partido Demócrata.
Al mismo tiempo, estamos en presencia de un proceso
eleccionario totalmente diferente, pues se trata de cometidos tan irracionales,
extravagante y a veces absurdos, que se utilizan y manipulan para llegar a
elegir sus mandatarios: EL VOTO ELECTORAL, que fue aprobado hace más de 200
años, permaneciendo intacto hasta la fecha, en perjuicio de la democracia
popular.
Como sabemos, las elecciones no la ganan el que más votos
populares recibe, sino el que obtenga la mayoría de los VOTOS ELECTORALES, que
se componen de 538 votos, equivalente a los 435 representantes y 100 senadores,
más 3 del Distrito de Columbia, que representa la Capital Federal. A cada Estado se le otorgan tantos votos
electores según su población y otros índices importantes escogidos.
Recordemos que esto ha dado lugar a serias contradicciones,
que han obstaculizado el consenso social, como las que acontecieron en las
elecciones del año 2000, en las que, Al Gore, por el Partido Demócrata, perdió
con George W. Bush hijo, a pesar de recibir más votos populares, interviniendo
el Tribunal Supremo, que decidió que el ganador fuera Bush, después de un mes
sin conocerse quien iba a ser el elegido.
Y otro caso reciente, en el año 2016, cuando Hillary
Clinton, por el Partido Demócrata, perdió con Donald Trump, por el Partido
Republicano, a pesar de haber obtenido, según se publicó, más de un millón de
votos populares que el contendiente republicano.
Además de todo este desbarajuste de la tan afamada
democracia de ese poderoso imperio, lo más significativo y asombroso, es que,
en los Estados Unidos de América, con una población de aproximadamente 320
millones de habitantes, los ciudadanos con derecho al voto ascienden a
alrededor de 227 millones, y las abstenciones siempre oscilan entre un 40 a un 50%.
O sea, que el presidente de esa nación es elegido por un 30 a un 35% de los
ciudadanos con derecho al voto.
Para concluir, lamentablemente nos encontramos en estos
momentos , en una insólita y muy preocupante definición de quien será definitivamente el próximo
mandatario de esa poderosa nación, con la seria agravante de que dentro de sus
dos únicos bandos, nos tropezamos con elementos y personajes que se han
revelado como poseedores de la fuerza necesaria para obtener la victoria a como
sea, dirigidos y guiados por el actual presidente a ser reelegido, con todas
sus características de un nuevo ”fuhrer” al frente de sus hordas fascistas.
jalcorta@nauta.cu
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