miércoles, 13 de mayo de 2020

Mercenarios, cipayos y afines



Por Homar Garcés:

Venezuela ha sido víctima de diversas formas de agresión por parte de Estados Unidos, indistintamente de quién se halle ocupando la Casa Blanca, en una estrategia combinada de acciones que incluye la puesta en marcha de una diplomacia siempre amenazante y el respaldo abierto a bandas armadas (con captación de delincuentes comunes, ligados al narcotráfico colombiano) que, de una u otra forma, contribuyan a la sustitución del gobierno de Nicolás Maduro por uno más acorde a sus intereses. Ahora, en medio de la pandemia del Covid 19, Venezuela se ve acosada por grupos de mercenarios, entrenados, equipados y financiados por el régimen imperialista estadounidense y sus gobiernos satélites de este continente, creando una situación similar a la experimentada década atrás por Cuba y Nicaragua, sólo por el hecho de no compartir la ideología que profesan sus líderes.



Asimismo, la utilización de mercenarios recuerda lo acaecido en Libia. Sin embargo, a diferencia de aquel escenario, las tácticas de los cipayos de este país se han caracterizado por un reiterado fracaso, teniendo a su favor que sus principales representantes se mantienen en libertad, en una inexplicable impunidad que es acremente cuestionada desde hace tiempo por la mayoría de la población venezolana. Todo ello en el marco de los planes estadounidenses para derrocar, primero al gobierno de Hugo Chávez y, actualmente, a Maduro, teniendo como clímax el golpe de Estado propiciado el 11 de abril de 2002, gracias a la acción concertada de los medios televisivos al servicio del antichavismo que le hicieron ver al país y al resto del mundo una realidad distorsionada, pero ajustada a su objetivo de tomar el poder.

Como ingrediente adicional, el régimen de Donald Trump ha endurecido y extendido las sanciones económicas que iniciara Barack Obama al calificar a Venezuela como una amenaza contra la seguridad de Estados Unidos, lo que se ha manifestado en dificultades para acceder a diferentes rubros e insumos necesarios para la actividad económica venezolana, pretendiendo de esta forma ahogar la economía nacional y estimular el descontento popular, de manera que este sea el caldo de cultivo para un alzamiento general que permita a Estados Unidos y a sus gobiernos satélites intervenir sin pudor alguno en los asuntos internos de Venezuela, tal como ya lo hacen ver cada vez a través de todos los medios de información. Esto último hizo que mucha gente migrara, atraída por las ofertas de bienestar y de apoyo de los gobiernos del continente, en una jugada que buscaba estimular un éxodo masivo de familias venezolanas que sirviera de excusa para condenar internacionalmente a Maduro y, finalmente, desalojarlo de la presidencia.

Con lo que no han contado (ni medianamente entendido) la cúpula política imperialista y los cipayos dentro y fuera del país es que la mayoría del pueblo venezolano tiene tras de sí una larga historia de luchas por su emancipación integral, lo que terminó de confirmarse al producirse la rebelión popular del 27 de febrero de 1989 cuando se le quiso imponer el paquete de medidas económicas neoliberales del Fondo Monetario Internacional como también al votar masivamente por Chávez en cada elección presidencial.

Aun arrastrando todas las penalidades creadas por el resentimiento y la ambición de poder de la oposición derechista, esta mayoría sabe que bajo un gobierno dirigido desde Washington no serán respetadas las diferentes conquistas sociales, políticas, culturales y económicas alcanzadas al amparo de la Constitución bolivariana y la democracia participativa. Y no porque exista un adoctrinamiento efectivo de parte del chavismo sino porque ha sido la misma derecha cipayo quien lo expresa con su discurso y su violencia racista, adosados a un repudio pertinaz de la Constitución vigente. Ante un panorama donde se deroguen todos los logros (aún limitados) de la democracia participativa, los sectores populares optan por mantener su amplio respaldo a Maduro y al chavismo.

Quienes ignoran, a propósito, e inconscientemente, la historia de luchas del pueblo venezolano no sabrá explicarse a sí mismos y a los inquilinos de la Casa Blanca el porqué de su continuo fracaso. Incluso, habría que advertir que otro tanto ocurre con un porcentaje de "líderes" chavistas que se mantienen aferrados a las viejas estructuras del Estado burgués liberal, pero esto ya sería otro tema pendiente por abordar. Mientras tanto, la realidad que confrontan mercenarios, cipayos y afines, bajo la tutela directa del régimen imperialista gringo, no es otra que la de un pueblo consciente de los pasos necesarios para alcanzar sus ideales de democracia participativa y protagónica, de autodeterminación y de soberanía; al contrario de aquellos que anhelan su total sumisión y exclusión del escenario público. Materia que les cuesta mucho asimilar a sus contrarios.

mandingarebelde@gmail.com

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