Por Juan Pablo Cárdenas S.:
Leo el testimonio de un médico italiano que se muestra
sorprendido por la alarma pública que ha provocado en Chile el Coronavirus. Nos
dice que él vive y trabaja en uno de los países que tiene altos índices de infectados
y que allí la población parece tener plena conciencia de que se trata de uno de
los virus más benignos y con más baja letalidad, como lo demuestran, por lo
demás, todas las cifras mundiales. Nos advierte que la histeria provocada en
Chile es completamente exagerada, si se considera que al escribir estas líneas
solo tenemos cuatro casos de pacientes que habrían portado el mal desde el
extranjero y todos, hasta aquí, ya se encuentran muy lejos de arriesgar sus
vidas.
Desde La Moneda, el Coronavirus le ha ofrecido una
oportunidad magnífica al presidente Piñera y a sus subordinados para atemorizar
al país y tratar de ponernos a todos en ascuas frente a un riesgo mucho menor
que el provocado por los miles de pacientes que mueren esperando atención en los
hospitales públicos y por los que seguirán falleciendo a diario por la
influenza y otras enfermedades de alta letalidad. El propio jefe de estado no
cesa de hablar y dictar cátedra sobre este tema para evitar seguramente un
pronunciamiento sobre las acuciantes demandas sociales de nuestra población y
que son las culpables de los padecimientos de los millones de pensionados, los
cientos de miles de niños infectados por las drogadicciones y la miseria.
Además de las víctimas que aumentan por el maltrato cotidiano y criminal que
Carabineros ejerce sobre los que han debido salir a las calles a reclamar por
sus derechos conculcados, por los abusos de los poderosos y la corrupción de
los gobernantes.
Con la prensa adicta, Piñera, el ministro de Salud y otra
serie cómplices copan los canales de televisión con noticias alarmistas que
desplazan a las que son realmente importantes en Chile y el mundo. Noticiarios,
matinales y toda suerte de programas para cumplir con este propósito. Supuestos
periodistas o noteros abyectos que ven en este tema una verdadera oportunidad
mantener sus puestos de trabajo, cuando ya el Festival de Viña se ha esfumado y
los embustes sobre Venezuela y otros países perdieron atractivo. Nunca tantos
profesionales de la salud y de otras especialidades han tenido espacios tan
exquisitos en los medios de comunicación para obtener clientes. Tal como los
laboratorios, farmacias y clínicas para especular con los precios de aquellos
productos o fármacos que pudieran ser útiles para el día en que la epidemia y
pandemia “golpee” a nuestro país.
De lo que se trata es atemorizar a la población para que se
quede quieta ojalá la mayor parte de su tiempo y en sus casas. Para que se
suspendan los espectáculos masivos donde la rechifla y las consignas contra
Piñera crecientemente superan los aplausos a los deportistas y artistas. Para
ello, las autoridades han llegado a hacernos un ofertó de licencias médicas
para quienes se sientan afiebrados, nerviosos o temerosos de haber contraído un
mal que en el mundo jamás podrá superar la cifra de muertos o mutilados por las
guerras y desastres naturales.
Como tampoco la de los cientos de miles o millones de
latinoamericanos afectados por las diversas pestes; la de los millones de
africanos y asiáticos asesinados por el hambre y las políticas neoliberales o
la de los cientos de miles de europeos o estadounidenses que se suicidan o
fallecen por el hartazgo de sus hábitos culinarios y vicios.
Algunas autoridades de Gobierno y de la derecha más
recalcitrante hasta manifiestan su esperanza de que se posterguen el itinerario
institucional, el plebiscito y las próximas elecciones, ya que estos eventos
podrían constituirse en un fatal “caldo de cultivo” del Coronavirus, si se
piensa, por ejemplo, en los recintos de votación, las reuniones y
manifestaciones. Evidenciando con ello
el temor que le tienen a que el país se infecte realmente de buenas ideas, y el
descontento social y las movilizaciones sean el ariete de los cambios tan
soñados. Del “Chile Nuevo” que Mariano Puga, nuestro ejemplar sacerdote obrero,
visualiza en su agonía. Ahora que el pueblo, según él, ha despertado.
Lo que más debiera intimidarnos, en realidad, son las
alucinaciones y la desvergüenza de Sebastián Piñera, que ya no es capaz,
siquiera, de percibir el rubor que provoca hasta en sus más cercanos seguidores
sus delirantes y desatinadas alocuciones en que, además de su obsesión por el
Coronavirus, se traiciona en su machismo rampante y otros des criterios que lo
han convertido en el principal hazmerreir del país.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Este huevon está loco El y su familia están a punto de morir y se atreve a mezclar dos temas que no tienen nada que ver en su contenido.
ResponderEliminarTípico huevon tendencioso y fanático.