Por Eduardo
Contreras:
Hasta un
acto central realizaron hace poco los partidos de Derecha junto a los de la
Concertación, para celebrar los “30 años de democracia” que se habrían iniciado
en 1990 con la presidencia de Patricio Aylwin y su abrazo con el dictador
Augusto Pinochet, Comandante en Jefe del Ejército.
No es
posible dejar pasar este acto porque en un momento político especial como el
que vive el país, resulta indispensable contar con todos los antecedentes y
elementos que permitan estructurar correlaciones de fuerzas que hagan posible
que de verdad se produzca cambios de fondo reales en la organización del Estado
de Chile que debiera surgir como consecuencia de una Nueva Constitución Política.
Ello
implica poner fin al modelo ultraderechista y neoliberal impuesto por la
dictadura y consagrado y mantenido con mínimas modificaciones que rige en
nuestro país y que es la causa de fondo para que el pueblo en octubre pasado
haya gritado “¡Basta!” y echado a andar por el camino del cambio. Cuando se
habló de la protesta por el alza en 30 pesos del pasaje del Metro, las masas
gritaron “No son 30 pesos, son 30 años”. Sí, eso es. Treinta años con un Estado
paralizado en materia de logros para el pueblo, un país manejado por los
grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros, que controlan los medios
de comunicación y los institutos armados. Es decir, una Constitución que
entregó el poder absoluto a los poderosos en contra del pueblo.
Los que firmaron
el llamado “acuerdo por la paz” de noviembre del 2019 son los mismos sectores
que en 1990 ante el avance y radicalización de la lucha del pueblo chileno y el
temor a una salida realmente democrática, negociaron el fin de la dictadura,
sin derrotarla, sino simplemente vistiendo el mismo modelo con un ropaje
supuestamente democrático. Sin soltar las llaves del poder real. Son los que
mantuvieron a Pinochet como Comandante en Jefe, los que más tarde fueron a
buscarlo a Londres para salvarlo de la condena que le esperaba en España, son
los que han mantenido la misma institucionalidad, las mismas reglas del juego,
los mismos institutos armados con vínculos con el poder económico y con los
conocidos niveles de corrupción de sus mandos.
Hoy resulta
indispensable traer a la memoria el histórico acto del teatro “Caupolicán”
aquel 27 de agosto de 1980 en donde el orador fue el ex mandatario Eduardo Frei
Montalva.
El mismo
que, habiendo apoyado a los golpistas del 73, sin embargo, reaccionó ante la
realidad vivida en esos años hasta llegar a transformarse en la principal
figura pública opositora a la dictadura. No por nada es que, como se ha probado
judicialmente, Frei fue asesinado por la dictadura.
En ese
histórico acto, Frei Montalva se refirió expresamente a la Constitución
pinochetista, la misma que, con cambios cosméticos, nos rige hasta hoy. Y dijo
entonces “Aprobar esta Constitución es una opción que contradice toda la
historia de Chile. Es la anti – historia” Y agregó “Su contenido revela una
confianza ilimitada en los mecanismos de concentración del poder y una
desconfianza igualmente ilimitada en el pueblo, en el parlamento, en los
partidos políticos, en los organismos de base y en los municipios “Votar este
proyecto de Constitución, ilegítimo en su origen, inconveniente en su texto, es
un caso de ciencia ficción o una burla “. Cabe entonces preguntarse si fue
ético celebrar esos 30 años desde el contubernio entre la dictadura y la
Concertación. Es como si los partícipes no hubieran tomado nota de la masiva
protesta precisamente en contra de esos 30 años en favor del gran empresariado
y en contra del pueblo.
En la
ominosa ceremonia estuvo presente el ex mandatario Ricardo Lagos, aquel que en
1971 escribió “La Concentración del Poder Económico”, libro en el que aboga por
la propiedad estatal de todos los medios de producción. Es el mismo que pocos
años más tarde renegó de su propio pensamiento. Por supuesto también estaba el
ministro Hernán Larraín, el amigo de
Paul Schaeffer y defensor del centro de torturas de los nazis en Chile conocido
como Colonia Dignidad (¿?) Con razón se suman hoy a la Derecha grupos de
raigambre nazi como los del “Capitalismo Revolucionario” en tiempos en que se
suceden los asaltos a locales del Partido Comunista.
Y Piñera
habla al país del “respeto al Estado de Derecho” y del rechazo a la ilegalidad
y a la corrupción, olvidándose de su propia historia personal, como por ejemplo
aquella causa penal en su contra, el rol N° 99.971 - 6 del Segundo Juzgado del
Crimen en la que el 27 de agosto de 1982 el magistrado Luis Correa Bulo decretó
su detención como autor del delito de Estafa al Banco de Talca. Francamente no
hay nada que celebrar por aquellos 30 años. Los partidos políticos de derecha y
de centro, supuestamente democráticos, negociaron con la dictadura y
mantuvieron su antidemocrática Constitución y el mismo modelo económico.
Quienes
festejan los 30 años no llevan en cuenta lo que piensan las bases de sus
partidos, que no comparten el actual modelo de sociedad de nuestro país y están
por los cambios. Más bien, tienen presente las ideas centrales del histórico
discurso de Frei Montalva cuando la antidemocrática Constitución vigente recién
aparecía.
Esta y no
otra es la realidad.
eduardocontreras2@gmail.com
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