miércoles, 27 de noviembre de 2019

CHILE: CONVOCAN CONSTITUYENTE CON “VÁLVULA DE SEGURIDAD”



Por Carlos Iaquinandi Castro:  
“Algo tendrá que cambiar para que nada cambie”  El Gatopardo, de Lampedusa

Primero recurrieron a la represión, hablaron de “guerra”, y sacaron a la calle a Carabineros y equipos antimotines. Pero era mucho pueblo en la calle y además muchos jóvenes, muchos. Después especularon con el previsible cansancio de los manifestantes. Volvieron a equivocarse, éstos sumaron música, ingenio, arte y más ganas de cambio y siguieron en las calles. Entonces esgrimieron el caos, los saqueos. Aquellos sucesos puntuales se convirtieron en el argumento que le permitía al gobierno hablar de paz y seguridad.



Aunque los detenidos en su mayoría tenían antecedentes delictivos, ellos eligieron confundir y atribuir los saqueos a los manifestantes. Pero también les fracasó cuando más de un millón de personas recorrieron pacíficamente Santiago e insistieron en sus demandas. Había que hacer algo para detener las protestas que ponían en riesgo el propio sistema de poder. No eran suficientes los más de 20 muertos, 2.500 heridos, miles de detenidos o las decenas de privados parcial o totalmente de la vista por los balines policiales.

Fue entonces cuando según sus propias palabras el presidente Piñera dudó entre declarar el estado de excepción y recurrir al ejército para reprimir o bien crear las condiciones para un “diálogo nacional” en el Congreso. Admitió que las demandas en las calles “eran justas y legítimas”. Y así preparó el escenario donde – en los salones parlamentarios - se gestó el “Acuerdo por la paz social y una nueva constitución”. Los posibles náufragos del sistema, escogieron lo que deben haber considerado “el mal menor”. Ofrecer una puerta falsa.

 “Algo tendrá que cambiar para que nada cambie”.

Entonces utilizaron el último recurso: simular que cedían; preparar el engaño, envolverlo en palabras solemnes, como “Convención Constitucional” y activar dos o tres reaseguros “técnicos” para evitar un resultado no deseado. Y lo consiguieron. No fueron solamente los integrantes de Chile Vamos, (los del presidente Piñera) los que aprobaron la propuesta; también los de la ex Concertación, y lo que ya es “completar el cartón”, los partidos del Frente Amplio. Todos, conservadores, liberales, socialistas, democristianos, radicales, acordaron que lo mejor era conceder algo que no implique “retroceso o pérdidas” al sistema que integran. Y en los confortables salones parlamentarios (y en algunos otros más discretos), “cocinaron” el mecanismo para intentar terminar con el movimiento popular en las calles. Y con ello, desmontar los pedidos de renuncia del presidente, y establecer un desvío para que la fuerza de las protestas “se canalice por vías institucionales y democráticas”, eso sí, con final controlado.

No hay peor sordo

Convocan a un “plebiscito” para que, ante todo, la gente diga si quiere o no reformar la Constitución heredada de la dictadura. ¿Es que no han escuchado este clamor de cientos de miles de chilenos por las calles desde hace casi un mes pidiendo Asamblea Constituyente?  La verdadera intención que tienen es terminar con las manifestaciones y “patear hacia adelante” la solución a los justos reclamos. Los parlamentarios cocinaron este acuerdo a puertas cerradas y además tomaron varios reaseguros para desviar a vía muerta las demandas y las luchas populares.

Se han inventado que una de las opciones sea la de una “convención constitucional” que pueda ser “mixta”. O sea, con un 50% de parlamentarios y un 50% de electos por la gente. Pero, además, se aplicará el actual sistema electoral, diseñado para servir a los grandes partidos pro empresariales y de la casta de políticos millonarios. Pero en el caso de que el pueblo se las ingeniara para superar esta carrera de obstáculos, se reservan una “llave” decisiva: para ser aprobadas las propuestas tienen que tener más de 2/3 de los votos de esa “convención”.  Supongamos que, si son 100 miembros, 34 pueden bloquear al resto. El actual sistema quedaría intacto. Y, además, “democráticamente”. Una última “válvula de seguridad” por si falla todo lo anterior.

De lo histérico a lo histórico.

Por eso al concretar el acuerdo se abrazaban y repetían como loros que “era un día histórico para Chile”. Sí, para ellos, porque suponen que será el día que salvaron su status, y la continuidad de un sistema injusto, basado en privilegios y desigualdad. Es ingenuo pensar que ellos harían algo diferente.  Ellos son precisamente quienes aceptaron la herencia de la dictadura y profundizaron sus injusticias, que privatizaron la educación y la sanidad, que no recuperaron los recursos naturales privatizados y saqueados, que destruyeron el sistema de pensiones entregándolo a privadas, que fijan sueldos miserables a los trabajadores y que han violentado y militarizado a las comunidades mapuches. Lo lamentable es que partidos como el histórico socialismo de Salvador Allende sea uno de los firmantes del acuerdo, al igual que el Frente Amplio. En este último caso, hay una fuerte oposición interna, entre quienes se incluye el actual alcalde de Valparaíso Jorge Sharp. El “día histórico” para ellos, los parlamentarios, fue el dia en el que lograron acordar una salida tramposa a la justa indignación de las mayorías. Para el pueblo lo será el 18 de octubre, cuando estalló la gran movilización ciudadana que hoy se mantiene.

Acusan a Piñera en el Congreso por violar los derechos humanos.

Once diputados en representación de ocho partidos de la oposición, redactaron unas acusaciones constitucionales contra el presidente Piñera. Lo consideran un deber ético y democrático ineludible. Argumentan su presunta responsabilidad en la violación de los derechos humanos cometidas por agentes del estado en la represión de la protesta social que ha provocado decenas de muertos y centenares de heridos. La acusación es una figura reconocida por ley y deberá ser tratada en el Congreso, pero difícilmente prospere porque los partidos gubernamentales tienen mayoría.

El pueblo sigue su marcha

En las calles, en las plazas, siguen las movilizaciones, continúan los cabildos abiertos y las reuniones en barrios y sindicatos para debatir propuestas y aportes para una nueva constitución. Un texto que incorpore las reivindicaciones políticas, sociales y económicas que reclama una mayoría social. La frase de Allende “la historia es nuestra y la hacen los pueblos”, cobra plena vigencia en esta gigantesca movilización popular encabezada por los jóvenes chilenos.

Redacción de SERPAL
serpal@nodo50.org

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