Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
“Eso no esta muerto, no me lo mataron
Ni con la distancia ni con el vil soldado”
Silvio Rodríguez
A mediados del año 2011, a instancias de Ernesto Villegas
quien en ese entonces era el director del periódico Ciudad Caracas comencé esta
aventura de escribir un artículo semanal. El primero, publicado en medio de
grandes protestas estudiantiles el 11 de agosto de ese año se tituló “`Por la
razón o la fuerza´, Chile está vivo”. Vengo ahora, ocho años después a
corroborar esa afirmación.
Ese escrito concluía señalando que: “… la derecha regresó y
todo siguió igual, salvo que se desvaneció el efecto somnífero bajo el influjo
de una nueva generación que no conoció la dictadura, pero si sus perniciosos
efectos antidemocráticos y neoliberales. Restricciones al estudio y al trabajo,
pobreza encubierta, una de las distribuciones más inequitativas del mundo,
privatizaciones por doquier, falta de oportunidades, un futuro incierto y otras
perlas han hecho estallar el paraíso de Pinochet y la Concertación. Hoy los
jóvenes están en las calles y luchan por sus derechos. Han comenzado a hacer
válido el lema del escudo de Chile, “Por la razón o la fuerza”. Toda la fuerza
de la juventud chilena está en favor del pueblo en su lucha. Chile está vivo”.
Tenía plena seguridad que esto iba a ocurrir, recuerdo
aquellas palabras de Raúl Pellegrin en octubre de 1988, pocos días después del
plebiscito que permitió perpetuar la dictadura en forma de democracia protegida
por una Constitución que fue “aprobada” cuando no había parlamento, ni
registros electorales, cuando los partidos políticos y sindicatos eran
ilegales, cuando como dijo el propio dictador, no se movía ni una hoja sin que
él lo supiera.
Pellegrin, jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez
(FPMR) lo alertó con una extraordinaria visión de largo plazo pocos días antes
de entregar su vida en la lucha contra la dictadura: “… ahora con esta
democracia naciente que viene a disfrazar la dictadura y sus crímenes, se
avecinan tiempos difíciles para los revolucionarios, intentarán destruirnos, el
enemigo nos cercará, nos aniquilará, destruirá nuestra logística y las
comunicaciones, mellarán nuestra confianza, nuestra moral, intentarán aislarnos
del pueblo. Intentarán perpetuar su modelo de dominación económica y política,
intentarán maquillar y legitimar la esencia de un sistema injusto y criminal.
En ese difícil escenario que se avecina, quedaremos muchas veces aislados, sin
provisiones, sin medios, cercados, agobiados, muchos de nosotros posiblemente
caeremos. Sin embargo, en este difícil momento se define el carácter histórico
de nuestra lucha, no debemos dejar de luchar, mantener la lucha irrenunciable
del pueblo por la dignidad y la justicia”.
Que no se diga ahora que no se sabía lo que se estaba
entronizando: el modelo “perfecto” de democracia neoliberal tutelada por
“socialistas” que tenían y tienen precio y una alianza de partidos que eran y
son capaces de vender su alma al diablo con tal de maximizar ganancias. Habían
descubierto que la política era un buen negocio a través del cual era fácil
engañar y esquilmar al pueblo. No digo nada de la derecha, el golpe de Estado
contra Allende y los 17 años de dictadura con su secuela de asesinados
torturados, desaparecidos y exiliados hablan por si solos.
Lo cierto es que unos y otros se confabularon para mantener
el modelo pinochetista durante los últimos 29 años que para muchos fue parte
del ocaso de la vida que protagonizaron durante las luchas políticas de la
década de los 70 y 80 del siglo pasado. Pero que para los jóvenes que nacieron
tras el fin de una dictadura que no conocieron y que tuvieron la “oportunidad”
de desarrollarse en una democracia plagada de vicios, de componendas, de
colusiones, corrupción, malos manejos y entrega del Estado y el país a las empresas
privadas, la mirada es de presente y de futuro.
La democracia para esos jóvenes que hoy están en las calles
luchando por sus derechos es la que expone educación, salud, seguridad social y
servicios (incluyendo el agua) totalmente privatizados. Les quisieron hacer
creer que la democracia era así, que es normal que haya cinco familias dueñas
del 30 % de la riqueza nacional y que es un hecho natural que el 70% de la
población esté endeudada para mantener una burbuja de estabilidad a fin de
decirle al mundo que éste era un país que se caracterizaba por poseer una clase
media en constante expansión.
Todo explotó y se desmoronó a partir del 18 de octubre, los
que supusieron que la dictadura había muerto, se tendrán que convencer ahora
que no es así, el gobierno le declaró una vez más la guerra al pueblo, al que
catalogó de delincuentes, vándalos y desalmados. La esposa de Piñera
caracterizó las manifestaciones como una ”invasión alienígena” que obligaba a
los ricos a “tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los
demás”.
Las imágenes más que las palabras han mostrado durante estos
días la dimensión de la brutalidad fascista que al igual que el 11 de
septiembre de 1973 emergió a la luz pública después de permanecer oculta
durante décadas bajo el manto de una oligarquía voraz refugiada en una alianza
con el gobierno de Estados Unidos que la protege.
Los que suponían que el “Nunca más” era cierto, han visto
con asombre el resurgimiento de la CNI en forma de civiles armadas con fusiles
de guerra asolando, reprimiendo, torturando y asesinando a la población civil.
La doctrina de seguridad nacional que cataloga al pueblo como enemigo renació
de la mano de Piñera, de su gobierno y de las instituciones que son amparadas
por la Constitución de Pinochet.
Y en medio de todo este panorama que contradictoriamente
expresan desolación por un lado y determinación y lucha por el otro, una
noticia muy grave ha quedado sumergida bajo el torrente de información de estos
días.
En lo que supone el formal renacimiento del “Plan Cóndor”,
el 17 de octubre pasado se realizó en Santiago -tras su creación en Brasil- la
segunda reunión de jefes de servicios de Inteligencia para dar continuidad al
funcionamiento de la Red de Inteligencia Sudamericana Frente al Crimen Organizado
y el Terrorismo (Riscot), Tal tenebrosa red está conformada por siete países de
Sudamérica: Chile, Colombia Argentina, Brasil, Perú, Paraguay y Uruguay. El
objetivo es intercambiar información sobre amenazas y riesgos a nivel regional,
lo cual es un eufemismo largamente utilizado para justificar la implementación
de la ya mencionada doctrina de seguridad nacional contra nuestros pueblos.
Tal reunión fue conducida por Luis Masferrer en su condición
de director de la Agencia Nacional se Información (ANI) de Chile, continuadora
de la Dirección de Seguridad Pública e Informaciones y del Consejo Coordinador
de Seguridad Pública, nombre oficial de la lúgubre “Oficina” creada por
Patricio Aylwin para lavar la cara de la CNI pinochetista y a través de la cual
se le entregó al partido socialista la conducción de la represión de las
organizaciones revolucionarias.
Todo este entramado se ha puesto otra vez en funcionamiento
en días recientes, con las consecuencias que hemos podido ver de forma amplia
en imágenes y audios que presagian el regreso a una situación que se creía
definitivamente enterrada en el pasado.
sergioro07@hotmail.com
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