El presidente norteamericano está obsesionado con hacerle la
guerra a Irán. Además de retirar su firma del tratado nuclear con los persas,
sigue agrediéndolos. Viene perdiendo.
Uno de los últimos episodios de agresión estadounidense
contra la República Islámica de Irán fue el 20 de junio. Enviaron un dron RQ-4
Global Hawk de la Armada y un avión espía P.8 tripulado por 35 marines, a
violar la soberanía iraní. Era una maniobra de provocación de la administración
Trump: si las defensas islámicas derribaran el avión tripulado, el Global Hawk
recogería todas las imágenes y Washington justificaría una guerra o un ataque
sin precedentes contra la nación persa.
Como casi siempre ocurre, los imperios subestiman a las
naciones del Tercer mundo. ¿Qué hicieron los iraníes? En primer lugar,
cumplieron con el derecho y obligación de defender sus fronteras ante un
enemigo declarado que los viene agrediendo desde la victoria de la revolución
islámica, febrero de 1979.
«Cuando un avión cruza nuestras fronteras, ha cruzado nuestra
línea roja y tenemos derecho a defendernos», destacó Hasan Rohani, el
presidente iraní.
En segundo lugar, lo hicieron en modo militar, porque así
estaba planteada la agresión, pero en forma sabia: derribaron el dron espía y
no el avión tripulado. Así mostraron su respeto por la vida, aún de sus
enemigos. Y lo explicaron internacionalmente, con lo que dejaron al desnudo lo
torpe, inhumano y vulnerable que es Donald Trump.
El Pentágono creía
que, como el dron volaba a gran altura (puede hacerlo hasta 18.000 metros), no
corría riesgo. El otro avión, tripulado, ofrecía un blanco mucho más fácil como
perfil de radar, pero los defensores le apuntaron al dron. Esta cuesta según agencias
internacionales 120 millones de dólares y según los iraníes casi el doble. Un
misil 3-Khordad, variedad propia que enriqueció modelos vendidos por Rusia
desde 2016, abatió al dron y sus restos fueron recogidos por la marina iraní.
«El enemigo ha enviado su avión de reconocimiento y de
vigilancia más avanzado a la zona prohibida, y todo el mundo ha visto cómo este
dron fue abatido», dijo el contraalmirante Hossein Khanzadi, comandante de la
marina. Agregó: «lo digo con total confianza: esta demoledora respuesta puede
repetirse, y el enemigo lo sabe».
El derribo provocó alegría y seguridad en la población
iraní. Se demostró que las agresiones aéreas como las cometidas por EE. UU.
contra Irak, Afganistán y Siria, no pasarán impunes. El país tiene con qué
defenderse.
Eje del Mal.
El dron fue abatido y los agresores tuvieron derrotas
políticas. Quisieron desmentir que aquél hubiera invadido las fronteras de
Irán, pero este país presentó al mundo las pruebas: los restos del Global Hawk
y sus coordenadas. Los yanquis tuvieron que callarse la boca.
La otra derrota, más importante, la sufrieron cuando Trump
ordenó bombardear objetivos iraníes como represalia por aquella humillación y
faltando unos minutos para llevarla a cabo ordenó levantarla. Adujo que un
general le había informado que esos bombardeos iban a causar 150 muertos.
El neonazi tuvo la intención de bombardear y matar. ¿Y luego
dio marcha atrás por el número de víctimas? ¿Acaso no se informa antes de tomar
determinaciones que pueden provocar una guerra tan costosa en sangre y dólares?
En buena hora que haya dado marcha atrás, pero esa ida y vuelta muestra el tipo
imbécil y criminal que mora en el Salón Oval.
Trump no quería dar esa imagen de debilidad. Entonces
redobló sus sanciones, que ya eran muy graves, alcanzando el 24 de junio al
líder máximo iraní, el ayatola Ali Khamenei, el canciller Mohamad Javad Zarif y
ocho comandantes, entre ellos Ali Reza Tangsirí, de la Fuerza Naval de los
Guardianes de la Revolución.
El presidente Rohani desenmascaró: «¿los estadounidenses
quieren negociar? Si son honestos, ¿por qué sancionan al ministro de Exteriores
de Irán al mismo tiempo que pretenden querer negociar? Es evidente que
mienten».
A todo esto, deben sumarse otras agresiones. En mayo de 2018
Trump se retiró del pacto nuclear firmado en 2015 con Irán por los 5 miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. El país ponía
límites de calidad y cantidad a su uranio enriquecido y las potencias dejaban
sin efecto las sanciones en su contra.
Esa ruptura del tratado no tuvo ningún fundamento real ni
legal, pues según la Agencia Internacional de Energía Atómica aquél era
perfectamente cumplido por Teherán.
Las agresiones recrudecieron a partir de noviembre de 2018.
En abril pasado sancionaron como «organización terrorista» a los Guardianes de
la Revolución, un cuerpo de élite de las Fuerzas Armadas. En mayo Trump quitó
la exención que había dispensado a cinco países europeos, Japón y China para
que provisoriamente pudieran adquirir petróleo persa sin ser sancionados.
El bloqueo norteamericano en Irán es similar al objetivo que
persiguen en Cuba y Venezuela: provocar privaciones y hambre en las
poblaciones, para inducir a revueltas y golpes de Estado que liquiden la
revolución islámica, el socialismo cubano y el chavismo bolivariano.
Hacen mucho daño en esas economías y esos hogares, pero,
dialécticamente, también provocan mucha bronca en esos pueblos, que no culpan a
sus gobernantes sino a los que mandan en Washington. Saben que allí está el
verdadero eje del Mal.
ortizserg@gmail.com
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