Por Jorge Aniceto Molinari:
Se reunieron el presidente de Argentina, Ing. Mauricio Macri
y de Brasil, Sr. Jair Bolsonaro –creo que tiene grado militar- y anunciaron que
van a crear el “peso-real” como medida monetaria común entre ambos países,
invitando además a Uruguay y Paraguay, con la aspiración de que cuando sea
derrocado el Presidente Constitucional Nicolás Maduro, se incorpore Venezuela.
Ni siquiera hablan de elecciones, que es precisamente lo que les preocupa en
sus respectivos países.
Sin duda que ya hoy los gobiernos de Macri y Bolsonaro son
para sus respectivos países, para la economía regional y para la preocupación
de estabilidad financiera ecuménica del Fondo Monetario Internacional un “peso
real” en que lo más sano de sus respectivas sociedades sueña con poder superar en
corto plazo.
El anuncio no ha tenido mayores repercusiones, que las del
comentario preocupado de los que ven transcurrir la crisis sin la menor idea de
cómo salir de ella. Es más, en el panorama pre-electoral en que se encuentran
nuestros países en medio de una campaña de subida mediocridad conceptual el
anuncio como se dice ahora, no mueve la aguja. Ahora además con el agregado del
“destape” judicial que viven ambos países.
El anuncio tampoco preocupará a estos propios actores en
cuanto a en que divisa guarecer sus fortunas personales. Es una idea a promover
en la vida de la gente para que el comercio entre naciones vecinas no se vea
entorpecido por los vaivenes monetarios. Sus ministros de “economía”,
“justicia” y ellos mismos seguramente seguirán confiando sus ahorros personales
a monedas como el dólar, el euro o el yuan y a buen resguardo en eso que los
“opositores” llaman los “paraísos fiscales”.
Es interesante
recordar el proceso de creación del Euro, que tenía el objetivo concreto de en
el espacio económico de la comunidad europea crear un instrumento que
favoreciera el desarrollo económico propio de la comunidad en su conjunto.
Lo hemos escrito: la izquierda europea no entendió el
desafío. Esa misma izquierda que nos habló de la “primavera árabe”, mientras
los intereses de la gran industria del armamento procedían a incrementar la
guerra y la destrucción en esos países; tampoco entendió que la creación del
Euro era una oportunidad para doblar la apuesta y volver al planteo de Lord
Keynes al salir de la segunda guerra mundial de que debía eliminarse las
diferencias monetarias e ir a una moneda única y universal.
Recordemos que esta iniciativa en esa circunstancia
histórica fue “derrotada” por la acción de la pujante economía de EE.UU. que
había pasado a ser el centro del capitalismo en el mundo y pretendía hacer de
su moneda también centro a la vez que respetaba las “economías nacionales y sus
monedas” sobre las cuales necesariamente tendía a imponer su hegemonía. Europa
era un mapa de divisiones y el sueño de la comunidad aún no había nacido en los
desarrollos de las burguesías nacionales con antecedentes particulares en cada
una de imperialismo.
En este caso de Macri-Bolsonaro ni siquiera es eso, es
apenas el deseo ante el retroceso constante de sus economías y ante la
inestabilidad monetaria poner alguna medida que facilite el comercio regional.
Con una guiñada a Trump: el deseo de derrocar a Maduro
Lo afirmamos nuevamente, prácticamente no existe en el
mundo, posibilidades reales de que una diferencia monetaria en alguna zona del
planeta signifique un beneficio para la gente a ser manejado por un gobierno
determinado. Con lo cual estamos diciendo que todo manejo monetario favorece a
un sector determinado de la economía en detrimento de la población en general.
Acá en el Uruguay, por ejemplo, que a diferencia de cuando
la crisis del 2001 el respaldo financiero es importante, un día sí y otro
también, los sectores vinculados a sus exportaciones, que son los de mayor peso
en la economía reclaman devaluaciones de la moneda nacional con la valorización
del dólar para producir el ajuste en los ingresos de la población en general y
ellos puedan disponer de dólares para sus movimientos en las especulaciones del
mercado mundial. Jamás los oirán hablar del costo financiero, costo que va en
aumento en todo el mundo a medida que crecen los paraísos fiscales y los
endeudamientos.
En franca contradicción con esto, costos financieros que los
adelantos tecnológicos tienen a minimizar en el plano administrativo y nos hacen
pensar en lo que será el mundo del futuro cuando la sociedad se libere de las
condicionantes actuales.
El gobierno sabe por otra parte –el equipo de economía ha
sido conteste en eso- que puede avanzar en las medidas de control y
bancarización que van imponiendo las autoridades monetarias a nivel mundial y
que generalizadas no son una traba para las inversiones a través de los medios
financieros en el país.
Ahora que a nivel de todo el espectro político no se hable
del tema, es por lo menos una prueba de la enorme orfandad ideológica, salvo
claro está, la intervención de Mujica en la ONU de la que no se habla y él
tampoco.
Es si uno de los puntos centrales que en la izquierda
deberíamos estudiar. Todos recordarán que don José Batlle y Ordoñez se oponía
al impuesto a la renta, y en la izquierda hacíamos caudal con esa posición para
diferenciarnos del pensamiento de Batlle sin analizar que significaba, era la
época en que socialismo y estatizaciones eran sinónimos. Sin embargo, la caída
del capitalismo de estado, en la llamada Unión Soviética, nos ha obligado a
estudiar estos temas y a volver a los maestros. Hoy tampoco se puede plantear
un sistema tributario que no tenga en cuenta el tema de las inversiones, al
menos hasta que el país y su izquierda vuelvan a replantear en el plano mundial
la necesidad de cambiar radicalmente los sistemas impositivos que existen en el
mundo. Los impuestos deben ser sobre la circulación del dinero, dando muerte a
sistemas basados en el consumo, el trabajo y las pensiones. Haciendo que
ninguna transacción sea válida sino está debidamente registrada donde la
sociedad lo determine.
Los países y estos en particular, están agotando las
estructuras fiscales que les puede ofrecer el capitalismo como sistema. Uruguay
ha tenido la virtud de defender las conquistas sociales, pero ya nuestros
vecinos han arremetido contra ellas, que es lo que reivindica Javier De Haedo,
economista que ha planteado el aumento del IVA. Es por eso que es necesario
plantearse el tema impositivo con cabeza universal como lo insinuó Mujica en la
ONU y que luego no tuvo continuidad su razonamiento. Lo que equivocadamente
plantea Cristina Fernández de que Argentina debe tomar el ejemplo de Trump y
replegarse a sus fronteras ya no se puede aplicar prácticamente en ningún país
del mundo, teniendo en cuenta además que China y su entorno, que se están
convirtiendo en el centro del capitalismo mundial lideran el libre comercio.
En nuestra zona continental, hay una moneda única a través
de la cual se manejan todas las importaciones y todas las exportaciones y es el
dólar; las otras monedas, las nacionales, son para el manejo al ajuste de los
ingresos de los propios pueblos. Por eso que es criminal hablar de soberanía
monetaria cuando ella no tiene ninguna oportunidad de existir y los derechos
que una emisión de moneda puede generar al país hoy ya no existen ni siquiera
en EE.UU. que está permanentemente controlado por el mercado mundial que a la
vez que le exige, le permite ciertos movimientos en la emisión. Recordemos que
China mantiene reservas en dólares capaces de incidir directamente en el
mercado mundial.
Insistimos que el gobierno del mundo en pugna ya no radica
en naciones sino en los conglomerados empresariales multinacionales, y son
ellos los que en medio de esta crisis fijan las condiciones de emisiones de
dólares, euros y de las restantes monedas que pesan en el mercado mundial.
Esta propuesta Bolsonaro-Macri tiene también otras lecturas.
El perfil sociológico de nuestros países está cambiando rápidamente. Estos países
son exportadores y para exportar cada vez se precisa menos gente. Es terrible,
pero esta es la base del crecimiento de ideas que fomentan la grieta social,
que no es otra cosa que fascismo. La derecha no lo puede decir abiertamente,
pero necesita que haya menos gente, que se bajen los costos pues su nicho de
producción no tiene que ver con el desarrollo social, eso lo ven como un
fenómeno ajeno en esa China consumidora gobernada por un Partido Comunista.
El problema es que nuestros agentes políticos han caído en
un círculo vicioso que sin una apertura programática es imposible romper. El
tema de la moneda es crucial, no puede haber una moneda para la gente que vive
de su trabajo y otra para los que manejan el mundo de los negocios.
sipagola@adinet.com.uy
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