Por Juan Martorano:
Recientemente, portavoces del gobierno ruso han señalado una
nueva ronda de diálogo entre representantes del Gobierno de Nicolás Maduro y
representantes de Juan Guaidó, en Oslo, capital de Noruega, en el marco de los
diálogos para la firma de un acuerdo de paz política y gobernabilidad.
El diputado Juan Guaidó ha expresado, cual muchacho
malcriado, que no habrá ningún diálogo con la representación del gobierno,
salvo que se trate de definir “el cese de la usurpación”. Realmente, es
decepcionante el supuesto liderazgo que este sujeto dice tener por parte de los
sectores de la oposición.
Si algo hay que reconocer, son las palabras del ex senador
adeco y militante opositor Carlos Raúl Hernández, un hombre del que discrepó
política e ideológicamente, pero que en algún programa le oí decir, y a mi
parecer tiene razón: “Que el éxito de la política está no en la cantidad de
muertos que puedas generar, sino en la cantidad de acuerdos que puedas
alcanzar”. En esto estoy completamente de acuerdo.
Obviamente, los acuerdos que comparto no tendrán jamás que
ver con los que históricamente las élites y cúpulas gobernantes de este país
llegaron en su momento en detrimento de las clases populares, de los
eternamente excluidos. El acuerdo al que me refiero, y que debe llegarse, es el
que garantice, además de la convivencia entre venezolanos, independientemente
del signo político- ideológico, el que garantice el funcionamiento normal, el
acceso a medicamentos, bienes, servicios e insumos, y que permita una sana
confrontación de las ideas, de la política, sin que ello implique llegar
agredirnos y a matarnos.
Recuerdo cuando estando en las calles de Caracas y de mi
querida Puerto Ordaz, en el marco de la convocatoria al proceso popular
constituyente por parte del Presidente de la República, Nicolás Maduro, en el
año 2017, que parafraseando lo ocurrido en 1999 con Chávez, luego de aprobada
mediante referendo la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
fuimos a un proceso de relegitimación total de la institucionalidad venezolana:
desde la Presidencia de la República hasta las Cámaras Municipales de aquel
entonces, fueron objeto de ese proceso, durante todo ese año 2000, que es
importante recordar.
Obviamente, las circunstancias de 1999 comparadas con las de
2019 no son las mismas, y si bien he expresado que estamos en el mismo proceso
constituyente de hace 20 años, las circunstancias de tiempo y lugar son las que
nos permitirán la ocurrencia de ciertos eventos y circunstancias.
Y en ese sentido, no pondremos en juego ni nos plantearemos
un escenario de elecciones generales como lo ocurrido en el año 2000, porque
simplemente la vanguardia opositora, la cual en estos momentos representa la
extrema derecha fascista supuestamente liderada por Juan Guaidó no se merece
que le hagamos el mandado, así de simple. En el año 2000 había aún una
oposición democrática (en lo que se refiere a su dirigencia por lo menos) con
el que había ciertos niveles de respeto y diálogo, y de ahí la decisión de ir a
ese proceso de elecciones generales, o mega elecciones, como se conoció en
aquel entonces, y fuimos a ese escenario así planteado. La actual degeneración
e intransigencia política de la derecha no permite que se dé y sobre todo
acepté tal propuesta, ya que incluso ellos la plantean, con la adicional
condición de que el chavismo como fuerza política no participe en dicha
contienda. ¿Y entonces? ¿Cuál es el miedo?
A mi juicio, y pese al complejo y difícil escenario que vive
nuestro Estado- Nación, sé que lo que expresaré acá desatará las furias del
averno de la más extrema derecha fascista, pero no me importa lo que ellos
señalen. Si en este momento fuésemos a un escenario electoral general, poniendo
en juego incluso la Presidencia de la República, no me cabe la menor duda que
el chavismo ganaría dichos comicios, pero no tanto por el tema de gestión, la
cual sin duda ha tenido errores incontrovertibles que nadie niega, pero pese a
ello, se trata del modelo de inclusión y del legado y enseñanzas de Hugo
Chávez, las cuales además de vigentes, se ha demostrado que funcionan, y es el
ejemplo que el imperialismo quiere exterminar.
Además de ello, la dirigencia opositora no se ha cansado de
cometer errores políticos y de hacer malos cálculos, además de no interpretar
correctamente el verdadero sentir del pueblo. Piensan que decir que si están
dialogando con el gobierno, implicaría una cesión a sus principios y el fin de
la actual confrontación, y nada más lejos de la verdad.
Y lamentablemente, y es ahí donde se equivocan, producto de
su engreimiento y soberbia, se levantarán de la mesa, y dejarán nuevamente sus
sillas vacías, a la espera de un acuerdo político, que incluso contribuya a la
restitución del necesario Estado de bienestar, el cual también beneficia a la
propia base social opositora, que también ha sido golpeada por el accionar de
la extrema derecha. Este pequeño dato se los doy y no cobro por ello.
Es entonces, donde el llamado formulado por el Jefe de
Estado, que además es en estos momentos el máximo líder de la Revolución
Bolivariana, que advirtió al PSUV, pero creo que esto hay que hacerlo extensivo
al resto de organizaciones políticas aliadas y movimientos sociales que
respaldan a la Revolución Bolivariana, prepararnos para el escenario electoral,
que una vez que la extrema derecha pretenda frustrar el acuerdo político para
garantizar la paz, motive a que la Asamblea Nacional Constituyente ordene al
CNE a la convocatoria a las elecciones parlamentarias, a los fines de restituir
la gobernabilidad que el oposicionismo pretende continuar confiscándonos.
Así que, sin descuidar las tareas de gestión que sin duda
tenemos, del impulso de los necesarios diálogos y rectificaciones, pero si es
bueno ir avizorando los posibles candidatos y candidatas de las fuerzas
revolucionarias, a los fines de recuperar la mayoría del parlamento nacional, y
recuperar la gobernabilidad pérdida. Ese será un nuevo escenario de batalla,
que nos permitirá conquistar la paz.
Además de ello, un triunfo de las fuerzas revolucionarias y
chavistas podría convertirse, en el necesario desencadenante histórico para
reapertura la nueva oleada revolucionaria en este lado de la Patria Grande, a
los fines de recuperar los avances, logros y conquistas logrados durante la
década pasada.
El imperialismo no se quedará de brazos cruzados, y hará
todo lo posible por incluso participar en dicha contienda, y mantener el
control del parlamento para tratar de destruir nuestro Estado- Nación. No los
sobreestimemos, pero tampoco los subestimemos.
La apuesta es muy alta, no exenta de riesgos y amenazas,
pero creo que Chávez se la hubiese jugado igual. Y creo que eso es lo que hay
que hacer.
Ciertamente, inicialmente había expresado que había que
esperar el año que viene, que sería cuando ordinariamente el parlamento debía
ser renovado, pero ante la amenaza latente y real promovida por una institución
que ha decidido plegarse a los intereses hegemónicos, y por vivir un momento no
convencional, y además constituyente, pues entonces que se aceleren los tiempos
y se proceda a esa convocatoria a elecciones parlamentarias, como parte del
nuevo ciclo electoral que está a punto de aperturas.
Espero en próximos artículos ahondar en otras
consideraciones a este respecto.
¡Leales Siempre! ¡Traidores Nunca!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
jmartoranoster@gmail.com
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