Hace aproximadamente un mes publiqué en este mismo espacio
dos artículos titulados “Mucho más que una guerra comercial. El conflicto de
Estados Unidos contra China” en los que daba datos para argumentar las razones
por las que considero que existe un trasfondo mucho más profundo y de carácter
estructural en este conflicto. Creo que darle denominación de “guerra
comercial” da sustento a una parte de la contienda: su condición de guerra,
pero no la otra, la de ser estrictamente comercial.
En ese sentido apuntaba a entregar información que permitía
razonar sobre este ámbito, afirmaba que había una base política y filosófica en
esta contienda que, si bien no retrotrae a la guerra fría, coloca otra vez
sobre el tapete del debate internacional elementos de carácter ideológico que
parecían haber desaparecido de las discusiones sobre la estructura y el
contenido del sistema internacional.
A este respecto, algunos lectores de estas líneas me
escribieron para preguntarme que quería decir al hacer tal afirmación. Este trabajo
pretende, sino dar respuesta total a la pregunta, al menos entregar algunos
elementos de análisis para que cada quien se forme su propia idea al respecto.
Aunque es imposible agotar este tema en uno o dos artículos,
daremos algunos elementos, que asocian la discusión a la diatriba que emana de
la controversia respecto de si China volvió al capitalismo o si se encuentra en
la primera fase del socialismo y lo que es aún más importante, si su devenir
apunta a un definitivo retorno al capitalismo o si el desarrollo de la sociedad
y los planes gubernamentales orientan al país hacia el socialismo.
En una larga carta -inédita hasta ahora en su totalidad- que
el comandante Ernesto Che Guevara le escribiera a Fidel Castro el 26 de marzo
de 1965, poco antes de su partida al Congo y que fue publicada en La Habana el
pasado 14 de junio en conmemoración del 91 aniversario de su natalicio, como
parte del libro “Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967”, el Che hace un
extenso análisis en el que profundiza en 4 temas específicos: errores en la
política económica, sistema de financiamiento presupuestario, función del
partido y recomendaciones generales.
En el primero de ellos, rememorando a Marx, se refiere a los
períodos necesarios para la construcción de la nueva sociedad. Después de hacer
una profunda critica a la Unión Soviética y a los países socialistas de Europa
con los que Cuba sostenía especiales relaciones y “hacer una crítica
constructiva, por si puede servir para mejorar algunos problemas que continúan siendo
graves”, afirma que: “China tardará centenares de años en tener el ingreso per
cápita de los Estados Unidos. Aún si consideramos que el ingreso per cápita es
una abstracción, midiendo el salario medio de los obreros norteamericanos,
cargándole los desocupados, cargándole los negros, todavía ese nivel de vida es
tan alto que a la mayoría de nuestros países le costará mucho llegar a él. Sin
embargo, vamos caminando hacia el comunismo”.
Aunque China, no había comenzado a desarrollar la política
de reforma y apertura y se encontraba en medio de la debacle por la “revolución
cultural”, el Che fue capaz de proyectar sus ideas sobre el futuro. En ese
contexto, estableció que un aspecto básico es el de la “técnica” la cual, según
él, junto a la toma de conciencia conducen al comunismo en una fase ulterior.
Para explicarlo se hace unas preguntas y las responde de la
siguiente forma: “…qué es la producción si no el aprovechamiento cada vez mayor
de la técnica; y qué es el aprovechamiento cada vez mayor de la técnica si no
el producto de una concentración cada vez más fabulosa de capitales, es decir,
una concentración cada vez más grande de capital fijo o trabajo congelado con
relación al capital variable o trabajo vivo. Este fenómeno se está produciendo
en el capitalismo desarrollado, en el imperialismo. El imperialismo no ha
sucumbido gracias a su capacidad de extraer ganancias, recursos, de los países
dependientes y exportarles conflictos, contradicciones, gracias a la alianza
con la clase obrera de sus propios países desarrollados contra el conjunto de
los países dependientes. En ese capitalismo desarrollado están los gérmenes
técnicos del socialismo mucho más que en el viejo sistema del llamado Cálculo
Económico que es, a su vez, heredero de un capitalismo que ya está superado en
sí mismo y que, sin embargo, ha sido tomado como modelo del desarrollo
socialista”.
La velada crítica al modelo soviético, no esconde sin
embargo su aceptación de la necesidad del desarrollo de la tecnología y la
obtención de capitales, que en ese momento eran cotos exclusivos del
capitalismo incluso en su fase imperialista, pero intuye que en él se
encuentran “los gérmenes técnicos del socialismo”.
No ha inventado nada nuevo, solo ha encontrado en la teoría
marxista los instrumentos económicos para construir el socialismo. Es
coincidente con una frase emitida por Deng Xiaoping en 1962: “No importa si el
gato es blanco o es negro, lo que importa es que cace ratones”, exponiendo de
esa manera la contradicción principal de la época. Pero, sobre todo,
entendiendo una elemental aseveración de Lenin: “El problema fundamental de la
revolución, es el problema del poder”. La posibilidad de avanzar hacia la
construcción del socialismo y la aceptación táctica de expresiones económicas
capitalistas durante la primera fase son posibles en la medida de no existencia
de dudas respecto de la orientación estratégica socialista del proceso. Eso se
garantiza cuando el poder real emana de los trabajadores y se manifiesta con la
posesión de las armas necesarias para la defensa de la revolución.
Al respecto, en 1994, Deng expuso que: “En lo teórico
debemos llegar a comprender que la diferencia entre capitalismo y socialismo no
reside en problemas como la disyuntiva planificación o mercado. En el
socialismo también hay economía de mercado, igual que existe control
planificado en el capitalismo. ¿Acaso en las condiciones del capitalismo ya no
hay control alguno y uno puede portarse a su libre voluntad? ¡El trato de
nación más favorecida no es otra cosa que control! No se crea que practicar
cierta economía de mercado es seguir el camino capitalista. ¡Nada de eso! Tanto
la planificación como el mercado son necesarios. Sin desarrollar el mercado,
uno no tiene acceso ni siquiera a la información mundial, lo que significa
resignarse a quedarse a la zaga”.
Al referirse al mismo tema, el Che, intentando descubrir las
causas que ocasionaban algunos frenos visibles en la estructura de la economía
cubana enunció en la carta antes mencionada que: “Se nos puede decir que todas
esas pretensiones nuestras [se refiere a eliminar categorías capitalistas como
mercancía entre empresas, interés bancario y otras y tomar los últimos
adelantos administrativos y tecnológicos del capitalismo] equivaldrían también
a pretender tener aquí, porque los Estados Unidos lo tienen, un Empire State y
es lógico que nosotros no podemos tener un Empire State, sin embargo, sí
podemos tener muchos de los adelantos que tienen los rascacielos
norteamericanos y técnicas de fabricación de esos rascacielos aunque los
hagamos más chiquitos. No podemos tener una General Motors que tiene más
empleados que todos los trabajadores del ministerio de Industrias en su
conjunto, pero sí podemos tener una organización, y, de hecho, la tenemos,
similar a la General Motors. En este problema de la técnica de administración
va jugando la tecnología; tecnología y técnica de administración han ido
variando constantemente, unidas íntimamente a lo largo del proceso del
desarrollo del capitalismo, sin embargo, en el socialismo se han dividido como
dos aspectos diferentes del problema y uno de ellos se ha quedado totalmente
estático. Cuando se han dado cuenta de las groseras fallas técnicas en la
administración, buscan en las cercanías y descubren el capitalismo”.
En China, la política de reforma y apertura iniciada en
1978, encaró estos dos aspectos como uno solo, dando respuesta -de alguna
manera- para China a las inquietudes que el Che esbozaba para Cuba.
Deng Xiaoping fue reiterativo en asegurar que el camino de
China era el camino del socialismo. En mayo de 1985 durante una reunión con un
académico taiwanés insistió en que en China iban a persistir en el socialismo
“…y de ningún modo emprenderemos el decadente camino capitalista” estableciendo
que la distinción entre socialismo y capitalismo es que el primero persigue “la
prosperidad común de todo el mundo, en lugar de desembocar en la polarización
entre ricos y pobres”, reiterando que se debe tratar con severidad a los que
pugnan por la liberalización burguesa e infringen la ley. El problema del poder
nunca ha estado al margen del pensamiento chino, sobre todo cuando se le
relaciona con la idea confuciana de que lo más importante es garantizar la
estabilidad del país.
En diciembre de 1986, en una reunión con dirigentes del
Comité Central del Partido Comunista, fue enfático en decir que: “Al aplicar la
política de apertura al exterior, captar la tecnología extranjera y utilizar
fondos del exterior, lo hacemos tan solo como algo suplementario de la
construcción socialista, sin permitir que esto nos aparte del camino
socialista”.
En abril de 1987, durante una reunión con Lubomir Strougal,
primer ministro de Checoslovaquia, reiteró que: “El primer punto que hemos
deducido de nuestra reflexión [respecto al desarrollo de la economía] es la necesidad
de persistir en el socialismo y, para tal efecto, librarse de la pobreza y el
atraso, desarrollar en sumo grado las fuerzas productivas y, de este modo,
hacer valer las características del socialismo como sistema superior al
capitalismo”.
Al mes siguiente, Deng recibió a Alfonso Guerra, alto
dirigente del Partido Socialista Obrero Español. Le explicó que el PNB per
cápita de China en 1980 era de 250 dólares anuales y que se habían propuesto
duplicarlo para 1990 y llevarlo a 1.000 dólares para fines del siglo XX. Expuso
que, aunque seguiría siendo bajo por habitante, el poderío del Estado habrá
crecido considerablemente. En ese momento, Deng le dijo a Guerra que esperaban
llevarlo a 4.000 dólares en los primeros 30 años del siglo actual. Vale decir que
2018 cerró con un PIB per cápita de 16.000 dólares. Proyectando esa cifra,
Oscar Ugarteche, Investigador titular del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM de México aseguró que, en 2045, el PIB per cápita de
China superará al de Estados Unidos.
Después de la larga explicación que le hizo a Guerra en la
que amplió la información con muchos detalles probablemente desconocidos por el
dirigente español, Deng aseguró que eso era sólo el primer paso, pero admitió
que el segundo no sería fácil y el tercero mucho más difícil que los
anteriores, pero precisó con absoluta convicción que “…al construir el
socialismo, China se propone demostrar con hechos la superioridad de este
sistema”.
sergioro07@hotmail.com
O sea, de acuerdo al autor, !a mayor PNB percapita, mayor socialismo !! Si quiere entender el exito capitalista chino estudie a Adam Smith, a quien China ha interpretado fielmente, para transicionar del feudalismo al capitalismo. Y la clave del exito esta en el "Hokou" que permite la sobre explotacion de la mano de obra rural en las zonas economicas especiales. Nada novedoso.
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