Por Gloria Gaitan:
¿Ustedes se imaginan a un millón de 'sapos' generando falsos
positivos para cobrar jugosas recompensas de fondos secretos que nadie va a
controlar?
Tan pronto escuché a Duque diciendo que quiere repetir la
conformación de una red ciudadana de informantes, como la que montó bajo su
delictivo gobierno Álvaro Uribe Vélez, me horroricé.
Regresé de inmediato a los años 70 cuando fui embajadora en
Rumania bajo el régimen del dictador Nicolás Ceaucesco, que implantó esas
nefastas redes de soplones que convierten en verdadero suplicio cualquier
conversación, cualquier gesto, cualquier amistad, porque se siente y se
sospecha que el vecino, el amigo, el colega, pueden ser informantes.
Entonces nos inquieta que cualquiera pueda levantarnos
falsos testimonios, tramando obtener beneficios del régimen, como es el caso de
la Colombia que quiere modelar Iván Duque. Una Colombia marcada por los métodos
de espionaje impuestas por todas las dictaduras. Así fue la España de Franco,
la Italia de Mussolini, la Unión Soviética de Stalin, el Chile de Pinochet,
para no nombrar sino estos casos, ya que no ha habido dictadura o “democracia
dictatorial” que no haya empleado informantes, disfrazándolos de ciudadanos
ejemplares para “salvar la patria”, o sea al régimen.
Esa sensación de inseguridad y recelo es la que comienza a
flotar en el ambiente cuando un régimen decide corromper a los ciudadanos al convertirlos
en agentes informantes. Desaparece la solidaridad, que exige confianza entre
los seres humanos. Surge entonces la zozobra que nace de las sospechas sobre
los demás. Es un sistema que corrompe y anula el espíritu ciudadano.
También Vargas Llosa recordó, en alguna ocasión que, cuando
estudiaba en la Universidad en Lima, bajo la dictadura Odriísta “vivía en una
inseguridad total. No sabías si el compañero de tu costado era un soplón
enviado por el gobierno porque la universidad estaba impregnada de soplones”.
Cuando me enteré de que a Nicolás Ceaucescu y a su mujer los
habían fusilado, no dudé por un instante que una de las motivaciones fue acabar
con quienes sembraron la cizaña de la sospecha y el gesto anticristiano de la
denuncia en el pueblo rumano. Porque se
trata de un método netamente anticristiano al desconocer las palabras de Jesús
cuando dijo: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves
la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “¿Hermano, deja
que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar
la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42).
Porque lo cierto es que esas denuncias de los sapos sirven
las más de las veces para vengarse del prójimo y para llevar a la cárcel al
competidor del negocio, al dueño de una finca a la que se le ha puesto el ojo,
a la mujer del otro o al esposo de la otra, pretendiendo que encarcelen al
acusado para tener manos libres en la adquisición de lo que se desea.
La llamada “inteligencia” es tarea para miembros del Estado,
no para despertar los malos instintos en la ciudadanía.
Bien, doña Gloria, hay que tener experiencia bien construida y el coraje para tomar la palabra en el momento oportuno. Quisiera señalar que es necesario desplegar la democracia, y eso sí con altruismo, la comunidad se alerte en cuanto rincón para denunciar a los corruptos y delincuentes enemigos de la convivencia pacífica, utilizando mecanismos como las veedurias ciudadanas.
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