Por Carolina Vásquez Araya:
Atentos a cualquier signo de debilidad, los corruptos
esperan…
Nada hay más peligroso que una fiera acorralada. La potencia
de su pánico es una droga que la incita a cometer actos extremos para defender
su territorio de cualquier amenaza externa. Borracha de adrenalina, es capaz de
desarrollar una fuerza destructiva superior a su capacidad con el fin de
destruir a sus potenciales enemigos. Así actúan en nuestros países las
organizaciones criminales cuando existe la menor posibilidad de perder la
inmunidad conseguida durante décadas a fuerza de sobornos y amenazas.
Este es el escenario más peligroso para las naciones
democráticas cuyos sistemas han permitido el crecimiento y la consolidación de
redes de poder en el corazón de sus instituciones. En Guatemala, el enemigo
máximo ha sido una organización destinadas a desarticular estas redes, la
Cicig, cuyo desempeño logró investigaciones, procesos y sentencias inéditas en
el país, enviando a prisión a muchos protagonistas de los delitos más
escandalosos de las últimas décadas. Sin embargo, las organizaciones criminales
conformadas por políticos, empresarios, militares y traficantes de droga y de
seres humanos, al sentirse acorralados emprendieron la furiosa arremetida hasta
neutralizarla e impedirle realizar el trabajo que el mismo Estado de Guatemala
le encomendara.
Muy cerca de Guatemala, en México, la asunción al poder de
Andrés Manuel López Obrador ha provocado similares reacciones entre los
criminales alimentados por la impunidad que les han garantizado los gobiernos
anteriores. Capaces de cualquier cosa con tal de entorpecer y aniquilar al
nuevo gobierno, han iniciado un plan de sabotajes con el lamentable resultado
de la muerte de civiles tan inocentes como indefensos. La estrategia no solo ha
ocasionado pérdidas humanas, también ha creado confusión en una sociedad
fuertemente dañada por la acción de las organizaciones criminales.
Decididas a todo, estas mafias súper poderosas operan desde
todos los ámbitos y no tienen el menor escrúpulo en afinar su puntería sobre la
población civil con tal de crear un ambiente de caos y temor, perfecto sustrato
para asentar sus planes y continuar con el despojo de la riqueza de sus países.
Es así como amordazan a quien tenga el valor suficiente para enfrentarlas y
anulan las iniciativas ciudadanas cuyo objetivo sea transformar el sistema para
crear uno capaz de abrir espacios de participación, depuración de instituciones
y desarrollo de procesos en el ámbito de la seguridad y la justicia.
Estas fieras buscan el olor de la carroña y se agrupan
ansiosas alrededor de los cadáveres de su propia especie. Son traicioneras y
crueles, saben muy bien cómo debilitar cualquier intento de rebelión y aplastan
todo cuanto amenace la impunidad con la cual los ha beneficiado una larga
cadena de gobiernos supuestamente democráticos. Ávidas de riqueza y poder, no
dudan en violar leyes con tal de perpetuar –incluso en cadena familiar- el
despojo y el abuso. Nuestros países son ricos, tanto que no han podido
sustraerse a la explotación irracional y extrema a la cual los han sometido
estas organizaciones con la plena complicidad de gobiernos extranjeros
poderosos, pero igualmente interesados en mantener a la población callada y
obediente.
Quizá el miedo pueda ser el aliciente para generar la
respuesta de una ciudadanía harta de la sumisión y la pobreza. Quizá por fin se
decida a limpiar la carroña que contamina a sus instituciones y comience a
exigir, con la debida autoridad, los cambios necesarios para salir del
lamentable estado de degradación en el cual se hunden sus sueños y esperanzas.
elquintopatio@gmail.com
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