Por Rolando Prudencio Briancon:
Qué el fascismo esté creciendo; no sólo como una manifestación
política, sino como una evidencia electoral -en la dimensión de que tal
posibilidad se dé en el ejercicio de la libertad de elegir que expresen los
electores- es preocupante; y no porque el fascismo después de la Segunda Guerra
Mundial se pensó que era historia -aunque nunca se incurriese en la ingenuidad
de que históricamente era un trauma superado-, sino que lo preocupante es que
hoy existan gobiernos abiertamente declarados fascistas que ya han llegado al
poder.
Y los casos a los que
me refiero son concretamente dos. En los EE.UU., el caso de la victoria de
Donald Trump es uno de ellos, y lo es por todas las políticas que ha aplicado
-o ha anunciado hacerlo- hasta el día de hoy, como son: La construcción del
Muro contra los migrantes, las políticas antiinmigrantes, el retiro de los
acuerdos climáticos, el retiro de la UNESCO, el reconocimiento de Jerusalén
como capital de Israel, o la abusiva y cobarde -una de las características de
los fascistas- de enjaular a niños, como el caso de los migrantes; en fin todas
las políticas que el gobierno de Trump, son netas de un neofascismo
floreciente.
El caso de Jair Bolsonaro es también de racismo rampante por
toda la intolerancia que ha reivindicado contra la gente de color, mujeres, los
pobres de las favelas del Brasil -quienes fueron por los que Lula luchó- los
migrantes, etc. Vale decir que Bolsonaro, al igual que Trump han tenido éxito
en construir al enemigo que es lo que la ha dado el éxito que han obtenido. Y
claro la construcción de ese enemigo, ha estado muy bien trabajado a partir del
uso de las nuevas tecnologías de la (des)información, que han logrado a través
de las Noticias Falsa (Fake News), que el electorado mayoritario vote por su
verdugo.
Claro que nadie va falsear también la realidad también negando
que han habido otras razones por las que electorado brasilero votó por
Bolsonaro, y son aquellas que tiene que ver con el desgaste del P.T., por
hechos de corrupción que lo han vinculado al propio Lula, generando lo que en
los procesos electorales se traduce en el voto castigo contra el P.T.
Vale decir que los brasileros votaron con el hígado, con sus
miedos, sus fobias; lo que ha estado además influenciado la incidencia
impostora de la Noticias falsas sobre sus conciencias.
Así que el voto por Bolsonaro no es sino es el vómito del
fascismo que cae sobre los brasileros que votaron por su verdugo.
prudenprusiano@gmail.com
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