Por Emilio Marín:
Presidente de EEUU un peligro para el mundo
En un año y cinco meses de gobierno Donald Trump viene
batiendo récords en materia de abandono de tratados y organismos
internacionales. Es un peligro para la humanidad.
El magnate asumió el 20 de enero de 2017 con la primera
mentira: su ceremonia había sido la más concurrida (las fotografías mostraron
que había sido largamente superado en número en la jura de Barack Obama). Han
transcurrido un año, cinco meses y tres días. A lo largo de este lapso breve
vino abandonando tratados internacionales, algunos muy buenos (acuerdo del
G-5+1 con Irán) y otros regulares, como la Asociación Tras Pacífica o TPP).
Primer acto
El TPP había sido pergeñado por Obama con once países
asiáticos, excluyendo a China. Fue abandonado con un decreto del primer día que
Trump ocupó el Salón Oval, supuestamente para defender los empleos con el
demagógico “América primero”. Ese seudo proteccionismo fue cuestionado en el
riñón republicano. El senador John McCain dijo que la decisión de Trump “creará
un espacio para que China reescriba las normas económicas a expensas de los
trabajadores americanos, y enviará una señal preocupante sobre el repliegue
americano en la región de Asia-Pacífico”.
Tras ese paso atrás de Washington, Beijing dio varios
adelante con su “Nueva ruta de la seda” y propuestas para países asiáticos,
africanos y europeos, con ecos latinoamericanos.
Al menos en ese caso el magnate friccionaba que su abandono
del TPP era para defender el trabajo del Medio Oeste, buscando el apoyo de ese
electorado que lo había votado el 8 de noviembre anterior.
Segundo
El segundo portazo de Trump fue al Acuerdo de París sobre el
Cambio Climático, firmado en diciembre de 2015 por 195 países en la capital
francesa y ratificada en junio de 2016. Allí se planteó el objetivo de energías
limpias y reducción de la temperatura general de la Tierra a menos de dos
grados a fines del siglo XXI. Y eso demandaba a todos los países bajar la
emisión de gases contaminantes, sobre todo a EE UU y China, entre los países
más desarrollados, los europeos y la India, entre los emergentes.
También dispuso a partir de 2020 un fondo de 100.000
millones de dólares anuales para implementar parte de aquellas modificaciones.
Sólo dos países no firmaron en París: Siria y Nicaragua. El
resto sí puso la millonaria por medio de máximos representantes, con pompa y
circunstancia. La humanidad veía con moderado optimismo ese cronograma para con
el medio ambiente.
Pero vino Trump y pateó el tablero el 2 de junio de 2017,
retirando a su país. “Es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por
delante de París”, clamó la bestia disfrazada de nacionalista. Antes había
dicho que el cambio climático era un “cuento chino” para perjudicar a la
economía norteamericana. Lo bueno del asunto es que permitió clarificar quién
quiere seguir contaminando (EEUU y sus corporaciones) y quién no (China).
El tercero y cuarto
La tercera puñalada fue al corazón de la Organización para
Educación, la Cultura y la Ciencia de las Naciones Unidas (Unesco). Fue el 13
de octubre de 2017 en Nueva York, mediante declaración de su representante ante
la ONU, Nikki Haley, quien acusó a la organización de tener un “sesgo contra
Israel”. ¿Cuál había sido el delito? Haber distinguido en julio anterior a la
parte vieja de la ciudad de Hebrón como “Patrimonio de la Humanidad”. Eso ponía
de relieve que 35.000 palestinos tienen que soportar la invasión de 800 colonos
judíos en asentamientos protegidos por soldados israelíes. Benjamin Netanyahu
felicitó a Trump y dijo que Israel también se iba de la Unesco. Siempre
embisten en yunta, el imperialismo y el sionismo…
El portazo al Consejo de Derechos Humanos de la ONU es el
quinto por cronología, porque se conoció el 20 de junio de este año, pero
políticamente corresponde ponerlo como cuarto. Es que el abandono del Consejo
fue fundado por el Departamento de Estado en que hacía “una campaña patológica
contra Israel”. En medio del genocidio de Netanyahu contra los palestinos en
Gaza desde el 31 de marzo, ese organismo de la ONU radicado en Ginebra receptó varias
denuncias. Y programó para el 2 de julio una sesión para tratarlas.
Esa salida también salvaba a Trump de sus propias
violaciones a los derechos humanos, por ejemplo, su inhumana orden de separar a
niños de sus padres inmigrantes en la frontera con México. En tres semanas la
habían sufrido 2.300 niños mexicanos, hondureños y guatemaltecos. El alto
comisionado de DD HH, Zeid Ra´ad al-Hussein, lo había calificado de
“inadmisible” y al día siguiente EE UU abandonó el Consejo. Se fueron, pero “el
incendio fue con ellos”. Ni siquiera lo pudo apagar un decreto de Trump,
retrocediendo ante el escándalo mundial.
El quinto
Otro atentado a la convivencia internacional fue el abandono
del acuerdo del G-5+Alemania con Irán, firmado en julio de 2015. El militarista
de la Casa Blanca dispuso el 8 de mayo pasado la salida unilateral de ese
compromiso clave para la paz.
Para eso apeló a dos mentiras tan altas como sus torres: que
Irán patrocinaba el terrorismo y que había seguido su programa nuclear con
fines militares, algo negado por la Organización Internacional de Energía
Atómica. El resto de los firmantes (Unión Europea, Rusia y China) han prometido
cumplirle el convenio al presidente iraní Hassan Rohani. Si fuera por Trump
habría conflicto e incluso guerra, y ya impuso sanciones a Teherán.
En estos cinco aspectos no se agota el repertorio, pues
Trump dio marcha atrás con los acuerdos de Obama con Cuba y profundizó el
ataque a Venezuela. Son gravísimas amenazas a la paz mundial. Los argentinos
deben tomar la palabra y desmarcarse, pues uno de los pocos presidentes que va
presuntuoso en el séquito trumpista es Mauricio Macri.
ortizserg@gmail.com
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