Por Emilio Marín:
Atentados terroristas en España con varios muertos y heridos
Hubo atentados terroristas del ISIS en Barcelona y Cambrils,
España, y en Finlandia. Hubo muertos y heridos, sobre todo en España. Y actos
de homenaje con gobernantes y rey de doble moral, que lloran unos muertos y
celebran otros.
Como los luctuosos sucesos de España tuvieron una vasta
cobertura internacional (vasta no significa correcta), el cronista ahorrará
caracteres. El atentado terrorista cometido en Europa por células no tan
dormidas del Estado Islámico, ISIS o Daesh tuvo lugar esta vez en Cataluña, con
centro en Barcelona y en Cambrils, a 120 kilómetros de allí. Ambas son zonas turísticas, como si un objetivo
secundario de esas acciones hubiera sido arruinar esa actividad que engrosa las
arcas españolas en tiempos veraniegos con un turismo esquivo a Francia, Reino
Unido y Alemania por los atentados cometidos allí.
En la rambla de Barcelona una furgoneta atropelló a
personas, dejando 13 muertos y más de 80 heridos, 15 de gravedad, por lo que la
lista de muertos va a aumentar. Corroborando lo de zona turística, había 34
nacionalidades de las víctimas, entre ellos un niño de corta edad, lo que hiere
aún más profundamente las sensibilidades. ¿Qué culpa podía tener un niño de lo
que hagan las autoridades y clases dominantes de España?
El autor del atentado logró huir en la furgoneta y luego
corriendo a pie hasta perderse de vista. Es buscado intensamente y posiblemente
cuando lo encuentren será abatido, porque esta es una historia que se repite:
el terrorista es muerto, con lo que salen ganando varias partes. Uno que queda
como mártir, los policías aparecen como vengadores de las muertes anteriores. Y
así se pierden los elementos para una investigación profunda que pudiera
develar entretelones y prevenir otros atentados que seguirán pergeñándose en
las sombras.
En Cambrils, unas horas después, un Audi, atropelló también
a muchas personas, por lo que una mujer que quedó mal herida al final murió. De
allí la cifra de 14 fallecidos en los dos hechos de Cataluña, cantidad que
puede incrementarse.
A esa estadística hay que agregar los cinco terroristas
abatidos por la policía catalana en Cambrils, que no se cuentan como saldo de
la operación. Otra discutible metodología, esa de no contar los muertos del
otro lado. Por despreciable que sea la organización yihadista que los convirtió
en asesinos, habría que contarlos, no por humanismo pueril sino porque entre
otras cosas la tragedia tendrá una suma
final con más aproximación a la verdad.
Como si hubiera un efecto contagio, también en la ciudad de
Turku, en Finlandia, hubo atentados menores del mismo signo de quienes no son
Estado ni son Islámicos.
También en Yanqui landia
Está de moda Europa para la comisión de atentados del ISIS.
Como esa bola de nieve tiene envergadura internacional, se suele agrupar a
todos los cometidos en suelo europeo como si su única matriz fuera el grupo
islamista del califa Abu Bakr al-Baghdadi.
De allí que la crónica hablaba de ocho atentados hasta
ahora, que con los de España serían ya nueve o diez, pero este cronista
mantiene la cifra de ocho. Es que en el inventario de acciones cometidas en
Niza (Francia), Berlín, Londres en varias oportunidades y ahora España por dos
veces, se mezcla el atentado del 19 de junio pasado en la capital británica,
cuando Darren Osorne embistió con su coche a musulmanes que regresaban del rezo
de medianoche del Ramadán cerca de la mezquita de Finsbury Park, en el norte de
Londres. Hubo un muerto y nueve heridos, pero no por un atentado islamista sino
por un fanático enemigo de los musulmanes.
Conviene desagregar de qué se trata en cada atentado, para
no agrupar arbitrariamente a todos y dejar un resultado abrumadoramente anti
musulmán en la mente de muchas personas para las que, de noche, “todos los
gatos son pardos”. Ya demasiado tienen que sufrir los musulmanes ante la
sospecha de que todos son terroristas, en la propaganda “occidental y
cristiana”, para que además se cuenten los atentados que se realizan en su
contra como cometidos por gente que invoca el Islam aunque no tengan nada que
ver con su filosofía caritativa y pacífica de esa religión.
Los atentados terroristas también se cometen en Estados
Unidos, en el último tiempo por grupos de supremacistas blancos que tampoco
nada tienen que ver con la religión musulmana. Fue el caso de Charlottesville,
estado de Virginia, donde un joven neonazi asesinó a la manifestante
antifascista Heather Heyer cuando ella protestaba por la marcha racista
organizada por los supremacistas blancos, neonazis y miembros del tristemente
célebre Ku Klux Klan, esos que quemaban y ahorcaban negros, todos ellos
defensores del estado confederado que es una forma elegante de reivindicar el
sistema de la esclavitud.
El neonazi atropelló
con su auto y mató a Heyer, algo que no mereció un repudio explícito del
presidente norteamericano, quien por dos veces en declaraciones de días
distintos adoptó la teoría de “los dos demonios” para decir que tan malos eran
la “izquierda alternativa” como la “derecha alternativa”, una manera de salvar
al fascismo y el KKK, cuyos dirigentes por supuesto celebraron los dichos del
magnate.
En cambio sindicatos y hasta empresas de renombre
abandonaron un comité que se había formado con la administración Trump para
analizar cuestiones económicas.
La muerte de esa mujer antifascista, Heather Heyer, no dio
lugar a que la Casa Blanca pidiera un minuto de silencio a una multitud
doliente en esa ciudad ni en el Central Park ni frente a un monumento al líder
negro asesinado Martin Luther King. En
junio de 2015 no gobernaba Trump, pero es dudoso que hubiera encabezado actos
de homenaje a las 9 víctimas negras de un ataque racista contra una iglesia en
Carolina del Sur.
Queda claro que hay atentados islamistas en Europa pero
también los hay de origen neofascista en Estados Unidos, cometidos por sus propios nacionales. Eso no se cura
impidiendo el ingreso por 90 o 120 días a ciudadanos de seis países de mayoría
musulmana; la violencia, la intolerancia y la extrema derecha son
norteamericanas de pura cepa, como el dólar, McDonald’s y Hollywood.
Doble moral
Ayer el rey Felipe VI, el presidente del gobierno español
Mariano Rajoy; el de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de
Barcelona, Ada Colau, encabezaron un acto de varias miles de personas en la
plaza Cataluña de Barcelona, para rendir homenaje a las víctimas. Hubo un
minuto de silencio y luego gritos de “No tenemos miedo” en catalán (no se sabe
en qué idioma lo dijeron el borbón y el cuestionado jefe del Partido Popular).
En España, Argentina y en el resto del mundo hay un
sentimiento de fuerte solidaridad con las víctimas de los atentados en
Barcelona y Cambrils. Sus vidas terminaron por decisión criminal de una
organización terrorista como el ISIS, que reivindicó esa acción en su agencia de
prensa Amaq, como es de estilo.
Dicho sea de paso, tantos crímenes sin sentido, matando
indiscriminadamente a personas en diversas ciudades del mundo, viene
certificando el ocaso definitivo de ISIS como una alternativa atractiva para un
sector musulmán resentido con la acción depredadora de las potencias
colonialistas en Medio Oriente, África y Asia. El grupo se ha revelado como lo
que es, terrorismo puro, criminalidad al cien por ciento, y eso no puede
reclutar a masas aunque sí a grupos fanatizados como los que actuaron en esta
serie de atentados en Europa el año pasado y el actual.
La criminalidad del ISIS está a la vista, pero también la
doble moral de las autoridades españolas y de otros países europeos que se
visten de luto para ocasiones como éstas. En cambio, son corresponsables de las
muertes de 1.5 millón de iraquíes tras la invasión de 2003 por parte de George
Bush, decidida en complicidad con el británico Tony Blair y el español José
María Aznar, el “triángulo de las Azores”. Rajoy es el continuador directo de
Aznar en el PP y el gobierno español de derecha.
Las tropas españolas participaron de la invasión en Irak en
la fuerza multinacional mandada por generales norteamericanos e hicieron otro
tanto en Afganistán; hoy son parte de la alianza que desde 2011 promovió la
guerra contra el gobierno de Siria y participan de los bombardeos contra ese
país, donde hubo casi 400.000 muertos. Sus bases aéreas y puertos al servicio
de la OTAN trabajan a full.
¿Cómo pueden el rey de España y su jefe de gobierno poner
cara de compungidos por la violencia terrorista si son partícipes de acciones
terroristas a escala mayor, no de “lobos solitarios” sino de la OTAN?
En esa sintonía de cinismo, el secretario general de la
OTAN, Jens Stoltenberg, declaró ayer “estamos unidos en la lucha contra el
terrorismo”. Su entidad, fundada en 1949, es la máxima expresión de violencia
criminal y terrorismo contra la soberanía de los países. No puede simular
condolencias por Barcelona.
Otro tanto con el presidente Mauricio Macri, quien manifestó
estar consternado por la tragedia en Cataluña. Lo hizo al día siguiente de los
atentados. En cambio, a 17 días de la desaparición forzada de Santiago
Maldonado, no hizo una sola declaración reclamando por la vida de ese joven.
Son dobles raseros que no se deben permitir. Que nos duelan
todas las muertes producidas por el terrorismo, no sólo las atropelladas por el
ISIS.
ortizserg@gmail.com
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