Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
En un reciente viaje a China en mi condición de investigador
invitado de la Universidad de Shanghái, los colegas de esa casa de estudios me
instaron a acompañarlos a visitar el Museo se la ciudad que acogía la muestra
“Una historia del mundo en 100 objetos”. La exposición se propone presentar de
manera cronológica, dos millones de años de historia de la humanidad en solo
100 piezas. En ella se pueden ver desde antiguas herramientas de madera y
hierro hasta tarjetas de crédito e instrumentos que funcionan con energía
solar.
En una nota de prensa el director del Museo Británico,
Hartwig Fischer exponía que la muestra: “Te lleva alrededor del mundo. No sólo
alrededor del mundo, no solo por la superficie de la Tierra, también te lleva a
las profundidades de la historia. Pueden hacer eso porque los objetos cuentan
una historia. Nosotros como guardianes de esos objetos, tenemos la
responsabilidad maravillosa de contar esas historias, que son siempre historias
sobre seres humanos”.
Hasta ahí, todo pareciera una excelente oportunidad de
conocer acerca de nuestro origen y además recibir un “baño de cultura” que
amplíe el conocimiento y el acervo, pero al finalizar el recorrido, en realidad
lo que experimenté fue una sensación de impotencia y repudio ante la forma tan grotesca,
impúdica y descarada como Gran Bretaña expone en realidad una historia del
colonialismo, el avasallamiento y la expoliación de los pueblos, además
enorgulleciéndose de tal obra. La verdad es que esta exposición no es más que
una amplia muestra de objetos robados en las múltiples incursiones que ese país
monárquico ha hecho por el mundo.
Fischer, le auto atribuye a Gran Bretaña la condición de
“guardianes de esos objetos”, una responsabilidad que nadie les dio y que
asumieron a través de invasiones,
matanzas masivas, y exterminio de los pueblos originarios , únicos y verdaderos
propietarios de estos tesoros culturales de la humanidad. Fisher también
debería saber que nadie les ha dado “la responsabilidad maravillosa de contar
esas historias”. La historia de los pueblos la deben contar los propios
pueblos, no sus asesinos colonialistas, usurpadores de la historia.
De la misma manera, el recorrido a través de esta exposición
deja a las claras, que contrario a lo que nos han hecho suponer, Europa es un
territorio primitivamente poblado por tribus bárbaras que dieron origen a sus
actuales nacionalidades y cuyo aporte a la cultura tiene fecha reciente en la
larga historia de la humanidad. La muestra no expone vestigios de desarrollo
cultural avanzado en Europa como si lo hay en Asia (China, Persia, India y
Mesopotamia), África (Egipto) y América Latina y el Caribe (Aztecas, Mayas e
Incas), todos estos, espacios geográficos donde se posó la actitud hamponil de
Gran Bretaña.
Sería interesante descubrir cómo y por qué, estas culturas
atrasadas y estas civilizaciones salvajes que dieron origen a los países
europeos, y posteriormente a los del norte de América llegaron a dominar el
mundo en siglos recientes, evidentemente no por el poder de su cultura, sino por
su capacidad de aprovechar los adelantos científicos y técnicos para
desarrollar a través de las armas, una sapiencia puesta al servicio del terror
y la muerte consumada en el siglo XX con la creación del arma atómica como
soporte del poder global del presente.
Toda esta reflexión viene a mi recuerdo cuando leo con
estupor las declaraciones abiertamente injerencistas de la Alta Representante
de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica
Mogherini quien suponiendo que Venezuela es Grecia, emitió una amenazante
opinión, supuestamente en nombre de todos los países que conforman esa
comunidad. Actuando como apéndice de Estados Unidos, y aceptando su política
exterior, Mogherini en cambio, ha mantenido absoluto y vergonzoso silencio
frente a las sanciones que el país norteamericano ha impuesto a Rusia, las que,
cual leyes Helms-Burton y Torricelli contra Cuba, exponen acciones extra
territoriales que afectan empresas europeas.
La señora Mogherini debería escuchar a los líderes de los
países que pagan su sueldo: la canciller federal alemana ha expresado reservas
respecto a dichas sanciones. Lo mismo ha expuesto el presidente francés
Emmanuel Macron, no solo respecto de Rusia, sobre Venezuela, se manifestó en
contra de aplicar sanciones e incluso dijo estar disponible “para facilitar las
negociaciones por la vía del diálogo”. Como dije hace unos días, Europa se
debería desprender de la desastrosa tutoría española en relación a las
políticas hacia América Latina. Un gobierno infinitamente corrupto y
desprestigiado que solo puede mantenerse en el poder por la desvergüenza del
PSOE, no tiene soporte ético ni moral, mucho menos político, para dictar pautas
de comportamiento a nadie. Rajoy y Mogherini se deberían preocupar más del
referéndum de Cataluña que de Venezuela. Aquel, que se pretende impedir con
tanques y represión, cercenando la voluntad democrática de un pueblo si debería
inquietar a la responsable de las políticas de seguridad de la Unión Europea.
La representante de países que ni siquiera tienen la dignidad de repúblicas, y
que viven en el Medioevo manteniendo monarquías corruptas y parásitas no pueden
dictaminar política para Venezuela, quien se liberó de tal tutela hace más de
200 años.
Mogherini debería saber que otro español, un digno héroe de
las guerras anti napoleónicas de su país, el General Pablo Morillo, máximo jefe
de las fuerzas militares españolas en Venezuela entre 1815 y 1820, quien llegó
al país con el mayor ejército jamás constituido para a combatir las luchas independentistas
de esta parte del mundo, tenía una opinión distinta a la suya. Seis meses antes
de regresar a su país, derrotado por Bolívar y los patriotas venezolanos,
Morillo escribió, el 26 de julio de 1820 un oficio dirigido al Secretario de
Estado y Despacho de la Gobernación de Ultramar de España, –no desde una
sórdida oficina de Bruselas donde se reciben órdenes de los bancos y se diseñan
conspiraciones en el siglo XXI- sino desde los polvorientos campos de batalla
de Venezuela, en el siglo XIX: “ Ellos no quieren ser españoles, así lo han
dicho altivamente desde que proclamaron la Independencia, así lo han sostenido
sin desmentir jamás su opinión en ninguna circunstancia ni vicisitud de la Península, esto lo repiten ahora sin
dejar las armas de la mano, lo repetirán siempre y sea cual fuese nuestra
conducta o nuestro gobierno, la absoluta independencia o la guerra es el
arbitrio que nos dejan escoger”.
Las circunstancias han cambiado, pero la altivez de los
venezolanos se mantiene incólume, Venezuela no quiere volver a ser colonia de
nadie como lo señaló el general Morillo, eso no se ha modificado, pero ahora,
sin “dejar las armas de la mano”, seguimos queriendo “absoluta independencia”,
pero a diferencia de 1820, ahora no ofrecemos la guerra a cambio a Europa.
Nuestra propuesta es la paz, el respeto a las decisiones políticas internas, la
no injerencia y la autodeterminación conquistadas tras siglos de lucha.
Es su decisión, mantener putrefactas monarquías y es su
decisión reprimir referéndums independentistas. Nosotros apelamos a la paz y a
la voluntad del pueblo que en Asamblea Constituyente va a decidir el futuro del
país, sin importar cual sea vuestra conducta y vuestro gobierno como
sentenciara el general Morillo hace casi dos siglos.
sergioro07@hotmail.com
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