Y acusa a Cuba de ser una dictadura
La isla socialista sufre un recrudecimiento del bloqueo por
decisión de Donald Trump. De todos modos su democracia no se amilana y el
próximo 22 de octubre habrá elecciones generales.
El bloqueo norteamericano contra Cuba comenzó en febrero de
1962, con todos los daños económicos que eso supone. Este año, como desde 1992,
la Asamblea General de la ONU recibirá el proyecto de resolución cubana
condenando el bloqueo y la abrumadora mayoría de países lo votará. Así fue el
año pasado, cuando 191 representantes reclamaron el fin del bloqueo y sólo dos
países se abstuvieron (Estados Unidos e Israel), sin votos en contra.
La presunción no es arbitraria. El 16 de junio pasado Trump
hizo un acto con la gusanería de Miami, con el senador Marco Rubio y la
legisladora Ileana Ros-Lehtinen, republicanos y archienemigos de Cuba. En el teatro Manuel Artime, que homenajea a uno
de los cabecillas de la invasión de Bahía Cochinos en 1961, anunció una nueva
política hacia La Habana, volviendo sobre los tímidos pasos dados por Barack
Obama a partir de diciembre de 2014. Se acabaron los viajes de estudios a
título individual de los norteamericanos y los acuerdos comerciales de sus
empresas con firmas cubanas que tuvieran vínculo con las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. Y también volvieron las sanciones a empresas suyas o de terceros
países por el “delito” de comerciar con la isla.
En lo que va de 2017 la Oficina de Control de Activos
Extranjeros (OFAC), ya dispuso cuatro multas por supuestas violaciones al
bloqueo económico, comercial y financiero. La última afectada fue la compañía
estadounidense de seguros American Internacional Group (AIG), a la que
penalizaron con 148.698 dólares por haber provisto seguros al envío de
mercancías hacia o desde Cuba.
Otra sanción había caído sobre American Honda Finance
Corporation, que distribuye productos Honda y Acura, acusándola de alquiler de
vehículos a la embajada de Cuba en Canadá. La multaron en 87.255 dólares. Según
los cálculos cubanos, los daños económicos directos ascienden a 753.668.000.000
dólares, actualizando el valor del dólar en estos 55 años.
Acusaciones falsas
Trump quiso justificar su “Memorando Presidencial de
Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados
Unidos hacia Cuba”, firmado en Miami, criticando al sistema político cubano
como antidemocrático.
El presidente que bombardea Siria y Afganistán, que impide
la llegada de inmigrantes, que privará del seguro de salud a 23 millones de
habitantes con la reforma del Obamacare, que abandona los acuerdos sobre el
Cambio Climático firmados por 195 países, que refuerza el bloqueo contra Cuba,
etc., no tiene autoridad para criticar a nadie.
Pero además, miente, porque la isla practica su democracia
socialista, de bases, con gran participación ciudadana, sin gastos como los del
capitalismo y sin políticos corruptos y mentirosos. Estos medran en gran
cantidad de países, incluyendo por supuesto los Estados Unidos. Cualquier duda,
ver las cinco temporadas de House of Cards y allí los personajes Frank
Underwood y su esposa Claire, les mostrarán cuál es “la democracia” de la Casa
Blanca, el Capitolio, la CIA y el Departamento de Estado.
El 14 de junio pasado, el Consejo de Estado de Cuba dio
comienzo al cronograma electoral y dos semanas más tarde la Comisión Electoral
Nacional, cuya titular es Alina Balseiro Gutiérrez, ya estaba dando una
conferencia de prensa. Allí informó que las elecciones para delegados a las
asambleas municipales y provinciales del Poder Popular se realizarán el 22 de
octubre próximo, que casualmente coincidirán en la fecha con las legislativas
nacionales de la Argentina. Como los candidatos tienen que sumar el 50 por
ciento más un voto para ser electos, en los casos que no lleguen a ese
porcentaje se realizará la segunda vuelta el domingo 29.
Balseiro Gutiérrez no dio la fecha de la segunda etapa de
las elecciones, para la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), encargada
posteriormente elegir al presidente y un vicepresidente primero de la
república, otros cinco vicepresidentes, un secretario y 23 miembros del Consejo
de Estado.
La Comisión Electoral Nacional (CEN) es la autorizada por la
Constitución cubana de 1976 y la ley electoral de 1992 de nominar a la Comisión
de Candidaturas Nacional (CCN), que se integra con representantes de la Central
de Trabajadores de Cuba (CC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la
Federación de Mujeres de Cuba (FMC), la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y la
Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM).
Esa Comisión de Candidaturas confirma que el Partido
Comunista no tiene la potestad de proponer las candidaturas, como acusan EE UU
y los países que repiten sus mentiras. El sistema cubano se va conformando de
abajo hacia arriba: desde las asambleas de vecinos que proponen candidatos sin
importar su afiliación o carencia de la misma, pasando por el examen de esas
candidaturas por parte de las comisiones de cada nivel (municipal, provincial y
nacional) y finalmente el voto libre, secreto y no obligatorio de los 11
millones de cubanos, para elegir a los delegados del Poder Popular.
Más democracia
La ingeniera Gisela María Duarte Vázquez, presidenta de la
CCN, les entregó el 30 de junio las credenciales a los 7 miembros. Por la
Federación de Estudiantes Universitarios fue designada Mirthia Julia Brossard,
de 22 años, estudiante de Relaciones Internacionales.
Se elegirán 12.515 delegados del Poder Popular en comicios
generales; los candidatos serán nominados en asambleas a realizarse entre el 4
y el 30 de septiembre por todos los cubanos mayores de 16 años.
Y así, desde abajo hacia arriba, ellos irán ejerciendo su
poder democrático del voto para nominar al órgano de poder popular a nivel nacional,
la ANPP. Y ésta elegirá a las máximas autoridades del Estado, a principios de
2018. En ese momento habrá un momento de inflexión porque Raúl Castro estará
terminando su segundo mandato y él propuso que los altos cargos políticos no
puedan exceder dos mandatos. Hay candidatos que podrían ocupar su lugar,
siempre con el voto popular; entre ellos Miguel Díaz Canel (57), actual
vicepresidente.
Esa es una hipótesis. Lo que es seguro es que en estas
elecciones, como en todas las realizadas a partir de 1976, habrá una altísima
participación, superior al 95 por ciento, realzado porque el voto no es
obligatorio.
Este aspecto contrasta con el modelo norteamericano, cuyas
elecciones tienen una participación apenas superior al 50 por ciento; como
compiten dos partidos hegemónicos quiere decir que el ganador tiene algo más
del 25 por ciento de los sufragios.
No se trata sólo de participación para votar en Cuba, porque
hay asambleas barriales para nominar candidatos y si éstos son electos tienen
la obligación de realizar dos reuniones al año con sus vecinos para informar,
rendir cuentas y recibir data sobre sus circunscripciones. Los delegados que
incumplen su trabajo o defrauden a los electores pueden ser revocados, algo que
provoca una sana envidia en el cronista y muchos argentinos. En 2015 Mauricio
Macri prometió la pobreza cero y hoy los despedidos y suspendidos se cuentan
por centenares de miles…
Otro aspecto notable del sistema cubano es la baratura.
Cuando las candidaturas están aprobadas por la CCN, se dispone que en los
lugares públicos se peguen copias de la foto y currículo del candidato. Punto.
Ni marketing, ni Durán Barba o Duda Mendonca ni ningún gurú, ni medios
monopólicos afines, encuestas pagas, carpetazos y aportes de empresas que luego
se cobran con contratos. Cero peso. A los argentinos, en cambio, las PASO de
octubre nos costarán 2.600 millones de pesos para 41 primarias para diputados
nacionales y 4 para senadores.
Se dirá que allá hay un solo partido, PCC, pero en EE UU
sólo dos se reparten el poder imperial y en 2015 en Argentina había 691
partidos (38 nacionales y 653 de distrito).
Lo importante no es la cantidad, sino la naturaleza política
y objetivos de los partidos. En la isla hay uno solo porque ese fue el legado
de su Héroe Nacional José Martí, que en 1892 fundó el Partido Revolucionario
Cubano enfatizando que tal unidad era decisiva para la independencia. Raúl
Castro dijo en la Conferencia Nacional de 2012: “Renunciar al principio de un
solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido o los partidos
del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma estratégica de la unidad
de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de independencia y justicia
social por los que han luchado tantas generaciones de patriotas, desde Hatuey
hasta Céspedes, Martí y Fidel”.
Se podrá estar de acuerdo o no con el partido único cubano,
pero no se puede caer tan bajo como Trump de acusar por ello a Cuba de
dictadura. Los cubanos, sin exportar su modelo electoral, enriquecen el
concepto de democracia.
ortizserg@gmail.com
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