Por Jesús A. Rondón:
Indignación es lo menos que uno puede experimentar, como
ciudadano venezolano o como “tripulante de esta nave, llamada planeta tierra”,
tal como lo dice nuestro Walter Martínez; al escuchar al “canciller” de la
Unión Europea, Josep Borrell referirse a la convocatoria del Club de Donantes,
para atender a los migrantes venezolanos en el hemisferio americano.
Indignación, porque quienes sostienen medidas coercitivas
unilaterales contra nuestro país en medio de la pandemia del Covid-19, ahora
quieren erigirse como paladines de la solidaridad y emprenden una operación de
lavado de imagen o distracción, utilizando el recurrente asunto de los
migrantes venezolanos.
Indignación, porque quienes guardan silencio ante las
acciones del gobierno estadounidense contra los venezolanos, que incluyen
sabotear la llegada de combustible al país, e ignoran el llamado de Antonio Guterrez
a cesar las medidas coercitivas unilaterales; ahora se jactan de querer parte
de la solución. Una contradicción irresuelta, generan el problema y ahora se
mimetizan, pretendiendo ser parte de las soluciones.
Indignación, porque de este lado del océano los jefes de
gobierno del Grupo del Lima se frotan las manos, mientras la indiferencia con
sus pueblos es evidente, al punto que las proyecciones epidemiológicas centran
el próximo epicentro de la pandemia en nuestra región, siendo Brasil, Colombia
y Perú los que encabezan.
Indignación, porque las mafias opositoras que gestionan los
fondos para “la ayuda humanitaria”, ya imaginan el aumento de su patrimonio,
sin que el Sr. Borrell exija auditorías sobre los fondos gestionados y menos,
compromisos de transparencia de cara al futuro.
Indignación, porque una instancia como Acnur, se ponen a
bailar al son de quienes promueven el discurso de la emergencia humanitaria,
como excusa para intervenir, tomando partido por una de las partes de la
confrontación.
Aguas abajo, se alegran unas cuantas oenegés, que
gestionarán las migajas del festín.
Los migrantes de venezolanos no necesitan un trato de
mendigos, ni vivir de la caridad, merecen un trato de ciudadanos con derechos y
eso no depende de las donaciones, depende de los gobiernos y los pueblos de los
lugares donde ahora viven y trabajan.
Mientras convocan al Club de Donantes, miles de migrantes
vuelven a su patria, muchos con el saco de ilusiones roto y enfermos, pero con
la certeza de que Venezuela no se parece a la pesadilla que se vendió como “la
solución”. En la frontera el gobierno bolivariano los espera. No será perfecta
la atención, pero una expresión del país los recibe. Regresan a seguir viviendo
en la situación que los llevo a salir, sí. Hoy, al menos saben que hay afuera y
quizás saben qué hacer por este país y hacerlo efectivamente.
jesusalbertorondon@gmail.com
Son hipócritas todos con discursos de doble rasero, ladrones los de la UE y los del grupete de lima, reciben cualquier cantidad de recursos y que para ayuda humanitaria, la cual no pasa de un rebusque donde se hacen ricos y resuelven su situación económica a través de las famosas ONGs que son el trampolín para robar
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