Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
Para un individuo como Juan Guaidó que todavía no ha
descubierto que una oración está compuesta de sujeto, verbo y predicado y que
se “comunica” a través de un simiesco lenguaje de palabras cortadas y
monosílabas, la intríngulis de la política debe ser un verdadero reto solo
posible al aceptar ser una marioneta manejada a distancia por el tándem formado
por Mike Pompeo, Marcos Rubio y alias “Matarife” también conocido como Álvaro
Uribe.
En este contexto, su incursión en la política exterior
reviste características inverosímiles que no creo sean estudiadas en las
prestigiosas universidades estadounidenses que se dedican a producir teoría en
este ámbito.
La primera actividad de política exterior de Guaidó fue una
visita de Estado a la frontera de Colombia donde fue recibido por su par John
Jairo Durán Contreras, alias Menor, jefe del grupo paramilitar “Los Rastrojos”
quien se hizo acompañar por su ministro de finanzas Albeiro Lobo Quintero,
alias Brother. En este amistoso encuentro firmaron un fructífero acuerdo de
cooperación, mediante el cual Menor se comprometió a financiar al “gobierno”
del auto proclamado, mientras que éste le entregó a su contraparte la porción
venezolana de la frontera para que Los Rastrojos pudieran realizar todo tipo de
delitos con protección gubernamental. Ante la consulta de que pasaría del lado
colombiano, Durán Contreras fue persuasivo: le dijo que no se preocupara,
porque esa ya estaba bajo su control con la aprobación de Iván Duque alias
subpresidente.
En este ámbito, vale apuntar también que Vanessa Neumann,
representante del diputado opositor en el Reino Unido y Manuel Avendaño, asesor
externo, llegaron a un acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores
británico, mediante el cual Venezuela entregaría a la reina Isabel II las áreas
terrestres y marítimas del territorio usurpado por la potencia colonial cuando
en Venezuela no había gobierno y Estados Unidos asumió su representación
protegiendo a su aliado sudamericano de la misma manera que posteriormente lo
haría con Argentina durante la guerra de las Malvinas.
De esta manera queda prístinamente expuesto que la política
exterior de Guaidó está orientada a la entrega del territorio nacional a
potencias extranjeras, empresas transnacionales que operan a través de ellas y
bandas delictuales y paramilitares que ansían operar impunemente en el país.
En otro ámbito, el de los “diplomáticos” designados a
instancias de Pompeo, tampoco le ha ido muy bien al auto proclamado. Ya en
noviembre del año pasado el representante en Colombia y antiguo dirigente
social cristiano Humberto Calderón Berti renunciaba a su cargo denunciando
corrupción en el manejo de la empresa Manómeros robada por Colombia a
Venezuela. Así mismo, mostró desacuerdo con los hechos de prostitución, drogas
y despilfarro de recursos cometidos por los asistentes de Guaidó en Cúcuta
dando a conocer además que el gobierno de Colombia estaba al tanto de todo.
Lo paradójico del caso es que Calderón Berti iba a ser
reemplazado por Freddy Superlano, principal implicado en el escándalo de
Cúcuta, un personaje tan despreciable que el subpresidente colombiano se negó a
“darle el placet”. Al referirse a la renuncia de Calderón, Enrique Aristigueta
Gramcko un antiguo político también social cristiano fundador de la “democracia
posterior a Pérez Jiménez” citado por el portal El Impulso.com opinó que: “A un
Embajador, el Canciller lo llama, le explica y le pide la renuncia. Nunca el
presidente lo puentea para despedirlo como si fuera un portero, para quedar mal
por su irrespeto y su ignorancia”.
La debacle continuó cuando a comienzos de este año el
gobierno argentino decidió quitarle las credenciales diplomáticas a Elisa
Trotta Gamus, representante de Guaidó en ese país. Trotta, designada como
embajadora dada su arraigada ascendencia social demócrata, fungía como
Directora de Programas Institucionales de la Cámara de Diputados de la
Provincia de Buenos Aires cuando el partido del ex presidente Mauricio Macri
controlaba esa institución. De la mano de Macri, Trotta hizo una fulgurante
entrada a la “carrera diplomática” que sin embargo finalizó de manera fugaz y
abrupta.
Más recientemente, dando continuidad al “brillante” quehacer
internacional del “gobierno interino” la opinión pública fue estremecida al
saber que Marcos Porras, representante de Guaidó en Honduras se vio obligado a
simultanear sus funciones diplomáticas con las de repartidor de comida en moto
de una conocida empresa del rubro. Una persona cercana al “embajador
motorizado” afirmó que: “Ahora sí, Marcos tendrá que trabajar como nunca en su
vida”.
En la misma lógica, la representante del diputado por La
Guaira en Chile, Guarequena Gutiérrez -quien por sus venas también transita
refinada sangre adeca al igual que su colega Trotta- se vio obligada a renunciar
a su cargo porque el gobierno de Sebastián Piñera, después de asistir al show
de Cúcuta y ofrecerle “todo el apoyo necesario” ni siquiera le dio el
reconocimiento diplomático y la obligó a trabajar!!!, por lo que por razones
“migratorias y económicas” desistió de continuar en su cargo. En una velada
crítica a su jefe que no le hizo llegar ni la más mínima migaja de los millones
de dólares recibidos producto del robo de las activos venezolanos en Estados
Unidos, Colombia y Europa, Gutiérrez dijo que “su falta de recursos durante su
estancia en Chile fue tal que incluso debió recurrir a amigos y familiares
quienes le habrían prestado dinero”.
Las limitaciones propias de su estructura orgánica,
impidieron que Piñera pudiera darle el abrazo solidario que Gutiérrez tan
desesperadamente necesitaba.
En otro ámbito de su actividad, el relacionado a los
vínculos del autoproclamado con las misiones diplomáticas acreditadas en
Venezuela, la relación no es menos patética. Aparte de dedicarse casi a tiempo
completo a negociar las pautas para el uso de esas embajadas como hotel
gratuito para la realización de sus actividades, algunos diplomáticos
extranjeros, de forma privada manifiestan el desprecio por sus huéspedes que
han huido de la justicia.
Freddy Guevara en la misión chilena, Leopoldo López en la
española y el propio Guaidó en la francesa han transformado esas sedes
diplomáticas en oficinas conspirativas y también en algunos casos, como salas
de fiesta donde circula el alcohol, las drogas y las prostitutas de una manera
tal que rompe cualquier monotonía que pudiera suponerse. En algunos casos, los
huéspedes se han encargado de grabar esas “actividades” en las que han
participado embajadores y diplomáticos, usando tales imágenes para chantajear a
sus anfitriones que se han visto paralizados ante la desmesurada actitud de sus
colegas políticos venezolanos. Por supuesto, los que intervienen, son parte de
la desvergüenza de sus propios gobiernos.
No se necesita hacer labor de espionaje para conocer estos
desmanes, basta asistir a las innumerables recepciones diplomáticas que se
realizan en Caracas en las que serios funcionarios de carrera, honestos y
rectos en el cumplimiento de sus labores desembozadamente y con indignación,
exponen el uso de sus sedes para debatir los oscuros planes de la oposición en
Venezuela.
Paradójicamente en esos eventos, estos funcionarios
extranjeros persiguen sin impudicia a los ministros y altos funcionarios del
gobierno de Nicolás Maduro (a quien sus jefes no reconocen como presidente)
para obtener información que justifique su presencia en Caracas, toda vez que
los “no reconocidos” son los únicos que saben lo que ocurre en el país, al
tener bajo su dirección las instituciones del Estado pudiendo dar respuesta a
los intereses, inquietudes y consultas de los gobiernos foráneos.
Para ellos, Guaidó dejó de ser un “presidente” para
transformarse en un fantasma que los persigue y los acosa al constatar el
ridículo al que están sometidos tras su desvergonzada subordinación a Trump, de
la cual el único que ha sacado provecho es Guaidó sin que tenga la más mínima
preocupación por los resultados de su fallida impronta diplomática. Total,
Washington paga y paga bien.
sergioro07@hotmail.com
Que triste historia la del pobre gatito, no es para menos era de esperarse tantas promesas incumplidas, que solo sirvieron para que USA se robara CITGO, los colombianos Monomeros y las < corona británica y su gobierno 1200 TM de or de la reserva venezolana
ResponderEliminarMuy objetiva y valiente tu apreciación. Propongo que nosotros debemos hacer exposiciones mas frecuentes en los sectores públicos, usando los medios de comunicación del Estado, el cine, la chispa, mercados, fabricas, universidades, zonas urbanas, alcaldías, parroquias, un abrazo de Barquisimeto, colegas de venezuela ni un milímetro mas
ResponderEliminarEso se puede calificar como una tamaña desvergüenza diplomática de las legaciones involucradas.
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