sábado, 28 de marzo de 2020

La pandemia es pésima, pero ha tenido algunas cosas buenas. Una, clarificó cuáles deben ser las prioridades de Argentina. Hay que poner primero a nuestra gente y la Salud. Último, cola de perro, la deuda externa.



Por Sergio Ortiz:
En sus primeros tres meses de gobierno, Alberto Fernández venía demostrando que su gestión era muy superior a la de Mauricio Macri, alias «el populismo es peor que el coronavirus».

Aplicando paliativos y alivios frente a los daños del neoliberalismo, la administración Fernández se cuidaba de tomar medidas que supusieran un gasto público importante. Lo suyo era muy medido, mirando de reojo que el Fondo Monetario Internacional y el establishment local no lo anatemizaran de «populista». No quería aumentar el gasto público, no sea cosa que los acreedores externos rehusaran sus pedidos de postergar vencimientos de la deuda externa y rebajar intereses.


Donde se vio más clara esa intención de hacer buena letra con los tenedores de títulos de la deuda externa fue en el achatamiento de la pirámide previsional y la postergación de las paritarias. Dispuso por decreto leves aumentos jubilatorios y salariales.

El mejoramiento modesto de quienes perciben la jubilación mínima, bienvenido, no cambió la esencia de aquel achatamiento dentro de un plan con sabor agridulce a ajuste. Y el destinatario, ya se dijo, era el visto bueno del FMI.

De golpe la crisis mundial de salud detonada por el Covid-19 ha cambiado el sentido de las políticas del gobierno, aunque no se lo admita fehacientemente.

El problema, que afecta también a Argentina, no se agota en la órbita de salud: hunde sus raíces en la economía global y local. Cabe pensar que ese giro positivo de política económica en Fernández puede profundizarse. Y ojalá así sea. Ya se sabe que en chino la palabra crisis tiene dos caracteres: peligro y oportunidad. En nuestro caso es más bien lo segundo, oportunidad.

La cuarentena por decreto luego de consultas a los gobernadores y al Congreso puso la salud al tope de la agenda gubernamental. Esa prioridad no había sido definida así pese a la gravedad de la epidemia de dengue acá y países limítrofes, pero fue positivo que se adoptara frente al coronavirus. La atención política del gobierno nacional, y se supone también de los provinciales y municipales, estará centrada en la lucha contra la pandemia. Y así debe ser.

Aunque aún no se conocen más medidas concretas para jubilados, monotributistas, precarizados, etcétera (se estarían analizando y se conocerían nuevos decretos), aquella definición de la prioridad ya supone un mayor gasto público. Hubo otros módicos aumentos de emergencia para quienes ganan la jubilación mínima, los beneficiarios de AUH y planes sociales. Se gestiona la suspensión de vencimiento de impuestos y de desalojos. Se anunciaron precios máximos y créditos a Pymes, y los oportunistas monopolios reclamaron iguales beneficios, lo que sería injusto.

Al Fondo.
Esas mayores erogaciones de Nación ante la crisis, con menos ingresos por exportaciones e impuestos, significarán más gasto y emisión. Y está muy bien que así sea, lo que supone poner reversa respecto al primer trimestre de gobierno.

Habrá menores exportaciones, por ejemplo, a China y Brasil, por al menos 3.500 o 4.000 millones de dólares. El precio del barril de crudo bajó a 29 dólares, lo que le bajó el pulgar a Vaca Muerta. Se suponía (se suponía mal) que iba a ser la estrella del nuevo gobierno. Ahora es una vaca muerta.

El equipo económico de Martín Guzmán dejó trascender que el PBI caerá este año entre 1 y 1.5 punto, estimación que se queda corta, posiblemente por razones políticas. El FMI, que mandó varias misiones a analizar los números de la economía argentina aumentó esa caída hasta el 2.3 por ciento para el año en curso.

Mayores erogaciones del Estado, con menores ingresos y actividad económica, aconsejan que el gobierno haga mucho más dura su propuesta de renegociación de la deuda externa ante los fondos privados. No sólo ante el FMI, que ahora dice tener una lectura un poco más favorable a medidas proactivas de los gobiernos. Kristalina Georgieva no lo hace por buena ni por pro-Argentina sino porque la crisis está afectando a las economías de los países más desarrollados, imperialistas, comenzando por EEUU.

Volvemos al ideograma chino, de crisis como peligro y oportunidad. Hoy hay una oportunidad de no pagarle ni un dólar al FMI, incluso basándonos en sus apreciaciones más recientes. Y otro tanto con los fondos privados, que vienen a ser el «acreedor malo» que no quiere rebaja ni postergación de los vencimientos argentinos.

Se ha abierto una crisis mundial que habilita una auditoría a fondo de la deuda argentina y una suspensión por determinado tiempo de los pagos. A los fondos privados no les va a gustar nada, pero en medio de la crisis no tienen todos los argumentos, ni lógicos ni ilógicos, ni amenazas de sanciones ni uso de marines, para cobrar por la fuerza esa discutible deuda.

Y ni hablar si otros países deudores se unieran en un club o coordinadora regional y mundial por el no pago de las deudas ilegítimas, y reclamaran un nuevo orden mundial más fraterno, acorde a estos tiempos en que la humanidad brega por causas del conjunto.

Con la aclaración que el cronista no es ningún economista, fue al Presupuesto Nacional 2020 enviado por el ministro Guzmán al Congreso y se detuvo en la planilla N°1, Anexa al Artículo 1. Allí vio que la partida de Salud en todo concepto, sumando gastos de remuneraciones, gastos comunes y gastos de capital e inversión financiera, prevé este año gastar (léase invertir) 224.306.782.733 pesos. Es apenas el 18,5 por ciento de lo previsto para servicios de la deuda pública, a los que destinarán 1.208.782.748.533 pesos.

La pandemia aconseja invertir los términos: que el grueso de la inversión y gasto vaya a Salud y otros Servicios Sociales y Servicios Económicos. Al fondo, el Fondo Monetario y los Fondos Privados como Blackrock.

Se trata de hacer más hospitales y centros como el Malbrán, pero también aumentar bastante los salarios de médicos, enfermeros y demás personal de Salud, mejorando sus condiciones de trabajo. Ellos no viven de un aplauso una noche.

Nacionalizaciones y Unidad.
Este análisis de la crisis mundial no significa que las grandes potencias y usureros internacionales se darán por vencidos ni mucho menos. Harán lo imposible para cobrar y resarcirse con pueblos del Tercer Mundo para apagar su orden imperial en llamas. Como siempre querrán que la crisis la paguen los de abajo, las naciones del sur, «en vías de desarrollo», léase dependientes.

EEUU y demás acreedores afectados por posibles medidas nacionales de gobiernos como el de Fernández vendrán con los botines de punta, a poner orden en su «patio trasero».

En tal contingencia la mejor defensa es un buen ataque. Por ejemplo, teniendo en cuenta ese grave riesgo y los menores ingresos por exportaciones y caída prevista de la actividad económica, habría que empezar ya mismo con medidas nacionalizadoras.

Lo recomendó mucha gente, incluso ex funcionarios kirchneristas hoy presos políticos, como Julio De Vido y Amado Boudou: estatizar el sector energético y otros servicios públicos. Allí hay derechos humanos en juego son rubros claves para la actividad económica, para «encender los motores de la economía», diría el presidente.

Hasta que empezó esta crisis, AF sólo había suspendido por 6 meses los aumentos de tarifas y había pesificado un tramo de la dolarización que embolsaban las eléctricas. ¿Se atreverá a adoptar medidas de fondo, que empalman con las necesidades de esta coyuntura y también con la historia nacionalizadora del peronismo y la Constitución de 1949?

La recomendación de profundizar políticas nacionales va a contramano del consejo interesado que le dio Macri en la conversación telefónica del pasado jueves. Allí el endeudado serial se permitió darle la idea de no tomar medidas que afecten la economía. Eso fue entendido por los medios como que no prolongara ni hiciera muy drástica la cuarentena. El cronista la valora en otro sentido, además de su sentido literal: que no se afecten los monopolios y banqueros, los grandes beneficiados durante el lapso 2015-2019. Y quieren seguir ganando.

La cuarentena era urgente. También lo es adoptar esas medidas de fondo. Cada día que se demore aumentará la pobreza y serán vidas que se pierdan.

Ha sonado a la hora de que pierda esa minoría y ganen las mayorías. Medidas nacionalizadoras requieren de un amplio espectro político nacional y popular que las sostenga y ayude a aplicarlas.

De ahí no se desprende que en esa unidad amplia tengan cabida quienes han sido responsables de la crisis, socios y representantes de los intereses de monopolios y acreedores internacionales.

Fernández debería bloquearle el teléfono a Macri y dejar de invitar, como si fueran políticos aliados, a Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales y Mario Negri. Ellos son operadores y representantes del Fondo y grupos concentrados que nos hundieron en la deuda y la pobreza. Nos dejaron endeudados y regalados ante la pandemia. Los mil enfermos de dengue y 7 muertos, y los 160 contagiados de coronavirus y 4 muertos, fueron víctimas del mosquito y el virus, pero también del ajuste neoliberal en salud.

ortizserg@gmail.com

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