Por Tony López R.:
Desde hace mucho tiempo vengo anunciando la posibilidad de
una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, no por pitonisa, pero
sí, por las experiencias que tenemos
los latinoamericanos, la activación del TIAR es una noticia grave, indeseable y
malévola y confirma que Estados Unidos, usando al mercenario gobierno de
Colombia, está dando pasos para legitimar la intervención militar en Venezuela.
Un Tratado que ha servido solamente para ensangrentar a
nuestras tierras de América. Guatemala,
Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Haití, Granada, Panamá y Argentina son
entre otras, las víctimas de la acción de Estados Unidos, usando el TIAR .
El paso dado, por la desprestigiada OEA, favoreciendo la
activación del TIAR debe llamar a la opinión publica y a los pueblos de nuestra
América, no solo a condenar sino también hacer patente la solidaridad y exigir
a sus gobiernos no prestarse a los criminales planes intervencionistas. La
solidaridad con Venezuela es hoy, no esperar a que las tropas mercenarias y
paramilitares de Colombia, inicien la agresión.
La afirmación de que Estados Unidos se apresta a tal
aventura, las deja muy clara el encargado
de Venezuela en la Secretaria de Seguridad Nacional, el señor Elliot Abrams, al
intervenir ante la Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de
Representante de los Estados Unidos al cínicamente expresar lo siguiente: “Esto
de atacar al chavismo es sencillamente para nosotros una guerra de
sobrevivencia y la imposición de una razón que debe prevalecer sobre las demás,
porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos
destruya”.
Ósea, el señor Abrams, plantea que la guerra contra
Venezuela es necesaria para lo sobrevivencia de Estados Unidos y una
“imposición que debe prevalecer sobre las demás. En este caso, una acción militar en
Venezuela es prioridad para el gobierno de los Estados Unidos, porque
representa una amenaza especial y extraordinaria para la Seguridad de los
Estados Unidos, un verdadero insulto a la inteligencia de los pueblos de
nuestra América, ningún gobierno, ni nación latinoamericana y caribeña, es una
amenaza para los Estados Unidos, la potencia militar y económica más grande del
mundo.
La comparecencia de Abrams, previa a la convocatoria del
TIAR, se hizo con el propósito de buscar apoyo del legislativo y respaldo al
plan intervencionista, evidencia que la agresión está en marcha, aunque este
injustificado y maquiavélico plan, está encontrando divisiones dentro del TIAR
y la OEA, y ojalá que estas contradicciones, en la reunión de cancilleres,
convocada para esta segunda quincena de septiembre desapruebe reactivar el
TIAR.
Por otra parte, el escenario político y económico externo e
interno, para el gobierno del presidente Trump es sumamente complejo, lo cual
lo hace más peligroso, y más aún, cuando se encuentra en plena campaña
electoral.
Desatar un conflicto militar contra Venezuela y presentarlo
como una defensa a los intereses nacionales estadounidense, puede ser una
opción, y el arraigado nacionalismo en ese país asegure el apoyo de la opinión
pública y se deja a un lado los graves problemas internos y neutralice a sus
opositores.
También una forma de afianzar la aspiración presidencial de
Trump, pues el supuesto derrocamiento del presidente Nicolas Maduro, lo
presentarían como un triunfo en la política exterior de Estados Unidos.
Una intervención
militar en Venezuela, como he referido en mis anteriores artículos, incendiará
toda América Latina y provocará la furia de los pueblos y los países que hoy
sirven de lacayos a Estados Unidos, que
votaron en la OEA y el TIAR a favor de la propuesta de Estados Unidos,
presentada por su fiel subordinado el gobierno paramilitar de Colombia, una
agresión contra Venezuela, se revertirá y traerá consecuencias impredecibles y
un alto costo en vidas y bienes, no solo
para el país agredido, sino para los países y gobiernos, promotores y cómplices
de una guerra contra el pueblo y legitimo gobierno venezolano.
Vergüenza es lo que deben tener los mandatarios de los
países que, prestándose a intervenir en Venezuela, a sabiendas que Estados
Unidos no le interesa ni se preocupa por la democracia, ni los derechos humanos
en ese país andino, Washington, lo que busca, es apoderarse de las riquezas
minero-energética del pueblo venezolano y algunos de los países que lo apoyan,
como Colombia estiman que, reconstruyendo a Venezuela, ganarían unos 70 mil
millones de dólares.
Mas vergonzoso resulta la conducta de Gobiernos y países,
que fueron víctimas y sufrieron la intervención militar de Estados Unidos,
utilizando al TIAR, como son los casos de Guatemala, República Dominicana,
Honduras, El Salvador, Haití y que decir de Argentina, país que fue traicionado
por Estados Unidos, Colombia y Chile, cuando se negaron a invocar al TIAR, para
defenderla, en su legítima guerra contra el Reino Unido, para recuperar las
ocupadas Islas Malvinas.
EE. UU, Colombia y Chile se unieron a Inglaterra y a la
OTAN, con esa traición el TIAR firmó su defunción y quedó demostrado que a
Estados Unidos no le importa nada el desarrollo y el bienestar de nuestros
pueblos latinoamericanos y caribeños, solo hoy, por intereses político y económicos,
Washington lo quieren revivir por lo que representa Venezuela en riqueza.
En la segunda quincena de septiembre está convocada la
reunión de cancilleres miembros de la OEA, para someter el acuerdo de activar
el TIAR para el caso de Venezuela, por representar un peligro para la paz de la
región y una amenaza para Colombia. Acuerdo que fue aprobado por 11 países de
los 17 que integran el TIAR, estos son: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El
Salvador, EE:UU, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana.
Votaron en contra cinco: Costa Rica,
Uruguay, Trinidad y Tobago, Panamá, Perú y ausente el delegado de Bahamas por
lo sucedido en su país por el huracán Dorian.
Como bien queda reflejado, los países en propiedad legal de
votar fueron los 17 y no 18 como refleja
el documento, tampoco son 12 votos a favor,
porque fue el voto del delegado
del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó, y aparece Venezuela votando,
cuando ese país no es miembro de la OEA desde el pasado mes de abril de este año y desde el año 2013 no es
miembro del TIAR, por lo que el Secretario de la OEA Luis Almagro,
comete una fragrante violación al Derecho Internacional y a la Carta
Fundacional de la OEA y tendrá que responder por estos desafueros.
Este rocambolesco e irracional show de convocar y revivir el TIAR, aparece
cuando Juan Guaidó, designado por Donald Trump, y autoproclamado presidente
interino de Venezuela, asesorado por el Departamento de Estado, propuso el
pasado 7 de mayo, ante la Asamblea Nacional (AN) en desacato, solicitar a la
OEA y al TIAR reingresar nuevamente en dicho tratado, del cual Venezuela había
salido en el año 2013.
Luego de más de dos meses de aplazamiento de la propuesta y
en una segunda discusión este órgano legislativo en desacato, aprobó la
reincorporación de Venezuela al TIAR, hecho que, anunciaba en Twitter, Juan
Guaidó, en la primera quincena de Julio.
Se hace evidente, que ante la debilidad de los opositores
partidos políticos Voluntad Popular y Primero Justicia y la imposibilidad de
ganar electoralmente y alcanzar el poder en Venezuela, descartan las vías
legitimas, previstas en la Constitución Bolivariana y no apegarse a las leyes,
y subordinados a los planes de Estados Unidos, buscan legitimar la intervención
militar para llegar al poder.
Pero la maniobra política en la OEA se le complica a Estados
Unidos a Colombia, a Juan Guaidó, a la Asamblea Nacional en desacato, dos
acontecimientos de suma gravedad uno y el otro de gran importancia para la
concordia y la paz.
El primero: ¿Cómo justifica Estados Unidos las relaciones de
Juan Guaidó, con el Cartel de los narco-paramilitares Los Rastrojos, que
tuvieron a su cargo la seguridad del autoproclamado para llegar a Cúcuta a
reunirse con el presidente de Duque, y los mandatarios de Chile y Paraguay y
Luis Almagro, para formar parte del Show, ¿montado por Colombia siguiendo las
ordenes de Estados Unidos contra Venezuela?
El segundo, la firma de los Acuerdos para mediante el
diálogo y la negociación entre el Gobierno de Nicolás Maduro y una oposición
sensata, que desea resolver la crisis venezolana entre ellos y no ser un
instrumento de las ambiciones intereses de Estados Unidos. Con este paso los
terroristas grupo de Voluntad Popular y Primero Justicia, quedan aislados y sin
argumentos.
Con este grave escándalo político y moral, representado por
el autoproclamado Guaidó, vinculado a uno de los carteles de la droga más
sanguinario de Colombia, y por el otro lado, la firma de Acuerdos de paz y
concordia de los opositores partidos COPEI y Acción Democráticas entre
otros, los Cancilleres que forman parte
de la OEA, en su próxima reunión, tendrán la histórica misión de votar a favor
de rechazar semejante y diabólico plan o favorecer la restauración del TIAR y
dar un paso para convertir estas tierras latinoamericanas, en una zona de
guerra y no de paz y bañar de sangre la región. La historia hará el juicio
final.
Esperemos que reine la prudencia y la sensatez, el diálogo y
la conciliación es la única salida a las crisis venezolanas, luchemos junto a
ese hermano pueblo porque Estados Unidos, suspenda todas sus sanciones y se
deje a Venezuela seguir su propio y soberano destino en paz.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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