Nunca ningún gobierno provocó tanto daño económico en tan
poco tiempo. El des desarrollo estructural del macrismo
Cuando el neoliberalismo bate récords
La tercera experiencia neoliberal de la historia local tras
la dictadura y los ’90 batió todos los récords. La Alianza macrista-radical
recibió una economía desendeudada y entró en default de facto en sólo dos años,
cuando debió acudir de apuro al auxilio del FMI para evitar una crisis
cambiaria y externa de proporciones. El vértigo de los acontecimientos suele
limitar la perspectiva, pero fueron apenas 28 meses. Luego, en sólo un poco más
de un año adicional, se consumió prácticamente la totalidad del crédito más
grande de la historia del Fondo y se entró en default abierto, sumando incluso
la singularidad de una cesación de pagos en moneda propia más los denostados
controles cambiarios.
El balance muestra que la gigantesca montaña de miles y
miles de millones de dólares no quedó en ninguna parte más que en las ganancias
del capital financiero y sus subsidiarios. Por más que Macri se agache tocando
el asfalto, la contrapartida de la deuda "no se puede tocar". No
financió ningún proceso de desarrollo, ningún plan de infraestructura. Ni
siquiera una “bonanza ficticia”, apenas el respiro preelectoral de 2017. Nunca
ningún gobierno provocó tanto daño económico en tan poco tiempo. Se suele
hablar de la primera Alianza radical como uno de los peores gobiernos de la
historia. Es injusto, Fernando de la Rúa solamente fue incapaz de resolver la
herencia menemista. En perspectiva histórica fue apenas un mal final de una
mala época.
A las generaciones que deberán pagar la fiesta financiera de
la segunda Alianza no les quedará nada más que la cuenta. La historia es
trágica porque, además, para las mayorías, ni siquiera fue una fiesta, como
esas de dispendio y consumo que se le atribuyen a los gobiernos
nacional-populares. El ajuste fue puro y duro, constante. El éxito del capital
en la lucha de clases fue arrasador, ya antes de la última devaluación los
salarios medidos en divisas se habían reducido a la mitad. Además de económico
y productico el des desarrollo también alcanzó a todos los indicadores sociales
básicos. El que sería el gobierno de la pobreza cero terminará su mandato con
millones de pobres adicionales y, para coronar, con una declarada emergencia
alimentaria. En el país que se llamaba a ser el “supermercado del mundo” se
agravó el hambre. Una economía que en teoría produce alimentos para alrededor
de 500 millones de personas no puede alimentar a su población, a la que debería
destinar apenas el 10 por ciento de lo que produce. En semejante contexto, un
presidente zombi aplaudido por zombis sigue discurseando con los mismos lugares
comunes del primer día de gestión y con el único agregado del pedido de “no
volver al pasado”. Otra singularidad macrista, el pasado pidiendo no volver al
pasado.
Es una historia triste y en tanto repetida, desesperante. Es
la tercera vez que se repite una experiencia de neoliberalismo extremista y los
resultados volvieron a ser los mismos: endeudamiento, pobreza y destrucción de
las funciones del Estado. La peor parte es que este final, la insustentabilidad
social y financiera externa del modelo, no estaba sólo en la cabeza de una
minoría esclarecida, sino que era conocida por la mayoría de quienes entienden
medianamente los procesos sociales y económicos. El punto es que algo falla en
la organización de la sociedad argentina para que se reproduzcan estas recaídas
cíclicas y cada vez más virulentas.
El discurso de la derecha política suele destacar la
importancia de cuestiones como la república y las instituciones. Lo que está
por detrás de estas palabras, huecas en boca del cambie mismo, es sin embargo
inherente al funcionamiento de las democracias modernas. La idea de república
remite al equilibrio de poderes, el que a su vez demanda el adecuado
funcionamiento de las instituciones y los mecanismos de control. El sistema
político local necesita replantearse seriamente estos conceptos porque la
experiencia de los últimos ya casi cuatro años puso en evidencia que los
presidentes reciben prácticamente la suma del poder público. Cuando la sociedad
elige democráticamente un gobierno le entrega al titular del Poder Ejecutivo el
poder de decisión sobre su período de mandato, pero también sobre el pasado y el
futuro. Un presidente puede disponer del patrimonio público acumulado en
períodos anteriores y además tomar deuda que comprometerá el futuro por
generaciones. Es ocioso aclarar que estas prerrogativas son excesivas y que
deberían ser atemperadas por “mecanismos de control republicanos”.
El mejor ejemplo es el de los recientes acuerdos con el FMI.
Fue apenas la decisión de un puñado de personas, pero sus consecuencias
afectarán el futuro de millones, quizá por generaciones. No hubo mecanismos de
control. Tampoco, vale reconocer, la suficiente resistencia política o social.
En las últimas semanas se asistió a un debate jurídico sobre la posible
violación de normas en la gestión de los empréstitos, incluso con
responsabilidades penales. Quizá sea un debate irrelevante. El crédito no podrá
desconocerse y marcará un futuro de condicionalidades, la imposibilidad de
apartarse del mainstream económico que se demanda de países periféricos
proveedores de commodities. Pocos lo dicen taxativamente, pero la principal tarea
de los primeros meses del próximo gobierno será evitar el desmadre disciplinado
de una hiperinflación. La piedra basal de las hiperinflaciones en países como
Argentina nace con la imposibilidad de sostener el nivel del tipo de cambio,
que es lo que podría desencadenarse frente al completo cierre de los mercados
externos. La contrapartida sería convertirse en parias para los mercados
globales e iniciar un sendero de restricciones monetarias y cambiarias
crecientes que siempre se imaginan transitorias, pero de las que es muy difícil
salir. No será fácil estar en la piel del próximo ministro de Economía, aunque
de la crisis sólo se saldrá con política.
Para el mediano plazo el debate insoslayable es cómo hacer
para que no vuelva a suceder, cómo crear mecanismos de control social para que
unas pocas decisiones individuales no vuelvan a condicionar el futuro del
conjunto de la sociedad. Será necesario una suerte de “Nunca más” al
neoliberalismo que incluya la indispensable “batalla cultural”. Los fundamentos
de la política económica macrista siguen constituyendo el núcleo de lo se
enseña como presunta ciencia en las carreras de Economía de las principales
universidades. Los economistas ortodoxos que crearon, sostuvieron y legitimaron
el régimen actual no son la excepción, son la regla.
https://www.ensartaos.com.ve/terrible-tragedia-la-que-le-causo-de-nuevo-el-neoliberalismo-a-la-argentina/
(*) La grieta
MA-CRIS: del estancamiento cristinista a la debacle macrista y la traición de
la democracia
(https://stripteasedelpoder.com/2019/06/la-grieta-ma-cris-del-estancamiento-cristinista-a-la-debacle-macrista-y-la-traicion-de-la-democracia/)
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