Por José Antonio Vera Arena:
Paraguay arde por los cuatro costados, hasta el momento de
escribir estas líneas, 200 mil hectáreas de bosques chaqueños se han vuelto
ceniza, con estancias calcinadas, una llamada Uruguay y, sin reacción estatal
no hay visos de contención, coincidente con una alta temperatura social que va
acorralando al gobierno, con masivas movilizaciones diarias de diversos
gremios, reclamando al unísono la destitución de la plana mayor del Ejecutivo
colorado, encabezado por Mario Abdo Benítez, “estronista débil e inútil”,
acusan.
Dos temas destacan en la creciente polémica política: 1) la
preocupación, en todos los sectores de actividad, por el deterioro acelerado de
la situación económica, en un país con un 70 por ciento de morosidad
crediticia, y una caída del 40 por ciento del mercado interno y del empleo y,
2) el proyecto presentado por el Ejecutivo al Parlamento para que autorice al Ejército a desplazar la policía
en su misión constitucional de velar por la seguridad ciudadana, es decir,
carta libre para que las Fuerzas Armadas pasen a ocupar las calles. Los
reportes oficiales utilizan la mentira como práctica mayor.
El primer punto no tiene solución mientras la política
económica continúe inspirándose en el liberalismo extremista que campea por el
continente, y el segundo hay que interpretarlo como una innovación estratégica
del Pentágono para contrarrestar cualquier asomo de políticas con sensibilidad
social, convocando al Ejército en su viejo papel de exterminio físico e
ideológico, pero sin aparecer en primera plana esta vez, a diferencia de los
años 60 al 80 del siglo pasado, para lo cual el proyecto prevé utilizar a
mandatarios peleles con lapiceras, para firmar las órdenes que le dicte el gran
capital financiero transnacional, en resumen, nuevo estilo de Golpe de Estado,
maquillado con esmero.
Esa grave amenaza, aunque pocos la vean en su real dimensión
esquizofrénica, ha generado convulsión entre las filas de la policía nacional,
que se siente amenazada y manifiesta su reacción entre las tropas en retiro, a las
que se han plegado familiares de los activos desde este lunes, sumadas a las
protestas populares, convocando a cerrar las principales rutas nacionales, y
difundiendo un manifiesto político inédito en la historia de esa institución,
de ciega tradición obsecuente al gobierno de turno.
La policía denuncia la corrupción política, los abusos del
poder, los excesos en la gerencia pública y, quizás lo más interesante en el
lenguaje general de las protestas, rechaza toda acción del triunvirato Partido Colorado-Gobierno-FFAA,
en el que se apoyó la tiranía encabezada por el General Alfredo Stroessner,
entre 1954 y 1989, miembro muy activo en el genocida Plan Cóndor, junto con sus
colegas en el horror implantado entre los pueblos del cono sur, al grito de
defensa de la patria y la democracia, por imperio de Dios, el chileno Augusto Pinochet, el argentino
Rafael Videla, el boliviano Hugo Banzer y el uruguayo Gregorio Álvarez,
extremadamente viciosos en robar todo lo posible y reprimir, encarcelar,
torturar y asesinar a cientos de miles de opositores, mayoría desaparecidos.
Sin duda alguna, la reacción policial es una novedad de
peso, tras ocho décadas de encabezar la represión terrorista de Estado, y
formar parte activa en la profunda corrupción institucional que afecta a este
país suramericano que por los albores del XVIII, supo ser república soberana e
independiente, pero desde hace 150 años postrada en la condición de colonia,
dedicada al narcotráfico y al lavado de dinero. (Incongruencia, porque siempre
es sucio).
La movilización contra el gobierno enumera al estudiantado,
a funcionarios de diversos entes, a los gremios docentes, con todas las
unidades académicas, a la Universidad Nacional de Asunción, que regentea al
Hospital de Clínicas, mayor nosocomio del país, formando médicos, a sindicatos
urbanos, a campesinos organizados, que vienen ocupando las calles de las
principales ciudades, resonando el reclamo de juicio político para los
principales jerarcas gobernantes, principal reivindicación popular de semanas atrás,
que había perdido fuerza, pero que en esta nueva envestida produce un
inocultable resquebrajamiento de los partidos, en particular el colorado y el
opositor liberal.
El Frente Guazú, con minúscula representación parlamentaria,
continúa estancado, encabezado por el indefinible senador y expresidente
Fernando Lugo, ducho en practicar una invisibilidad incomprensible hasta para
muchos allegados, pese a mantener cierta ascendencia ciudadana debido a sus
méritos como gobernante (2008/12), víctima de un imperdonable golpe
parlamentario, que también usufructúa de la acefalia de liderazgos.
Enfrente está el expresidente Horacio Cartes, con una
colosal fortuna, dueño del emporio de cigarrillos, y cabeza de una de las tres
familias propietarias de los principales medios de comunicación, quien se mueve
en política azuzando la adoración del dinero por encima de cualquier otro
valor, alimentando una excitación colectiva en la que el individualismo, la
violación viciosa de preceptos constitucionales y los abusos prebendarlos, son
doctrina.
Como es de vieja constatación que en todo hecho negativo
subyace casi siempre alguna pizca positiva, en el obscurantismo cultural y
aburrimiento político que caracterizaba a la actividad social paraguaya, las
torpezas del paquidérmico partido colorado, en el que la billetera cartista es
determinante, y la división de la dirigencia opositora, están pariendo hechos
entretenidos que convocan la atención de adentro y de afuera de fronteras.
Por ejemplo, crecen los señalamientos, “algunos responsables
y otros menos”, según el Doctor Rogelio Goiburú, de que en distintos sitios de
los 400 mil kilómetros cuadrados que posee Paraguay, están apareciendo restos
óseos “tres son cráneos humanos, pero aún no se puede afirmar que el resto todos
sean de personas”, encontrados en una de
las muchas propiedades que, en sus 35 años de poder absoluto, acumuló el
General Stroessner, fallecido hace una
década en su dorado exilio de Brasil, donde tenía fuertes inversiones
financieras y sólidas amistades con los sectores fascistas.
Sus herederos de la inmensa fortuna mal habida, entre ellos
nueras y nietos, aparentan estar más ocupados en la administración de las
cuantiosas inversiones empresariales y bancarias, que en atender las mansiones
que regó por todo el país el abuelo que, para ignominia nacional, es mantenido
como el miembro número uno del partido de gobierno, cuya bandera el presidente
Abdo Benítez la hace flamear junto a la nacional.
Sin mayor inversión de perspicacia, es deducible que si se efectuara
una revisión de esas otras propiedades bien podrían aparecer otros restos
óseos, comentó Goiburú, director de la Secretaría Memoria Histórica y
Reparación, dependiente del Ministerio de Justicia, quien estima que “podrían
pertenecer a opositores paraguayos o a militantes de izquierda de otros países,
enterrados en Paraguay en una operación más del genocida Plan Cóndor, cuyos
asesinos se intercambiaban prisioneros”.
Goiburú, cuyo padre, colega en medicina y también opositor a
Stroessner, que figura entre los desaparecidos, se muestra impotente porque el
Estado, por interés de aparentar preocupación por los crímenes de lesa
humanidad, creó esa Secretaría, pero la tiene sin presupuesto para la
investigación, a tal punto que realiza las búsquedas y excavaciones con un
pequeño equipo que se traslada por sus propios medios, carente de las más
elementales herramientas, y de vehículos y de viáticos.
Otra preocupación que acompaña al profesional, que desde
años recorre los sitios donde mayor represión existió entre 1954 y 1989, es que
constantemente está recibiendo anuncios de que hay restos de personas en fosas
comunes, incluyendo en comunidades indígenas, que hacen pensar que “podrían
pertenecer a luchadores contra la tiranía, pero que no tenemos capacidad de
atender y verificar in situ que hay de verdad en todo eso”.
Extrema impunidad. Mario Abdo Benítez, hijo homónimo de
quien fungió durante 25 años de secretario privado del tirano, se declara
admirador de Stroessner “por sus muchas buenas obras”, abyecto gesto aplaudido
por la más rancia camada de seguidores de quien fue activo miembro fundador del
Plan Cóndor, ese emprendimiento criminal diseñado y comandado por Henry
Kissinger, secretario de estado norteamericano, autor intelectual del tenebroso
golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, que terminó con el gobierno
democrático del socialista Salvador Allende, muerto en su sillón presidencial.
Contradicciones íntimas, el más visible heredero del llamado
“tiranosaurio” (definición del escritor Roa Bastos), el nieto Alfredo Domínguez
Stroessner, quien fue Senador y previamente trasmutó oficialmente sus apellidos
y quedó registrado como Alfredo Stroessner Domínguez, en clara burla a la
ciudadanía democrática, difundió una declaración de repulsa contra el
mandatario, a quien consideraba un amigo de siempre, pero que ahora comprobaba
que es un falso personaje y desleal, que ha traicionada su vieja amistad. ¿Negociados cruzados?
La impunidad campea, pero los nuevos aires políticos que
soplan en el país se podrían volver huracanes, conforme los devastadores
incendios, que devoran los bosques, comenzaron quemando pastitos secos. Esa
posibilidad crea mucho nerviosismo entre los círculos del poder, estatal y
privado, tales la Unión Industrial o la Asociación Rural, pidiendo a gritos al
gobierno y amenazando con cerrar las rutas con sus tractores y sus rutilantes
cuatro por cuatro si el Ejército no pasa a controlar las calles.
¿No se estaría dando en Paraguay aquello de Numa, de “la
Patria compañero, la vamos a encontrar, aunque se nos vuelva aguja en un
pajar”?. Pueblo sobre para la búsqueda.
arguruco@gmail.com
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