Por Homar Garcés:
Con la finalidad de explicar y comprender a cabalidad la
necesidad histórica del socialismo revolucionario bastará observar las graves y
abismales desigualdades económicas, las injusticias sociales, las guerras y los
ecocidios derivados del individualismo posesivo promovido, en todo momento y de
forma extensiva, por el sistema capitalista. La debacle económica que se cierne
desde hace tiempo inminente y catastrófica sobre una gran parte de las naciones
del mundo (incluidas las grandes potencias) y los devastadores fenómenos
climáticos que amenazan con borrar por completo la vida tal como la conocemos,
plantean la búsqueda y puesta en práctica de alternativas urgentes que
minimicen el impacto causado por dicho sistema; las cuales podrían sintetizarse
en la construcción de un modelo de sociedad socialista. Hasta ahí, todo
parecería bastante simple.
Sin embargo, es necesario afirmar que -con todo lo ocurrido
a lo largo de más de un siglo en la historia común de la humanidad- esto no
obedece a un capricho.
Una cuestión común entre muchos de los propagadores del
socialismo revolucionario es que olvidan que «el socialismo -citando al Che
Guevara- se hace solamente con el trabajo humano, no es una creación milagrosa
ni es un producto exclusivo de la conciencia, es producto del trabajo humano»;
por lo tanto, es imprescindible comprender que el proceso de construcción
socialista requiere de una praxis que, en un sentido general permanente, debe y
tiene que sustentarse en la participación y el protagonismo de los sectores
populares.
Posiblemente esto resulte demasiado ilusorio para algunos,
sobre todo cuando se piensa que pueda concretarse exitosamente en un corto
plazo, implementando la reforma de algunas leyes o manteniendo una hegemonía
partidista que, a los ojos de sus principales representantes, se impone
preservar a todo trance, por encima de cualquiera otra consideración.
En este marco de referencia, la reconquista y la
preservación de la propiedad colectiva de la tierra marca un hito bastante
importante en la larga e incesante lucha de los pueblos campesinos y
originarios, dada la crisis ecológica que se extiende de modo dramático y
fatídico por todo nuestro planeta. Además, pone al descubierto la contradicción
básica existente entre lo que representa el sistema capitalista neoliberal y lo
que es la defensa de la vida en un sentido general. Esto porque el capitalismo
(aunque se trate de maquillarse con un aparente rostro humanitario) ha
propiciado en su propio beneficio la destrucción, la conquista y la sobreexplotación
de los pueblos del mundo.
Sólo así puede asegurar su propia sobrevivencia; desatando
adicionalmente una guerra social mediante la cual se imponen realidades
políticas y económicas que anteponen una intolerancia y un egoísmo
completamente deshumanizados, en la que prevalecen sus intereses materialistas
frente a los más primordiales derechos humanos. Esto es más que suficiente para
considerar la alternativa del socialismo revolucionario como la tabla de
salvación de la cual podría asirse la humanidad, alcanzando su emancipación
integral y, algo igualmente importante, su misma sobrevivencia y la de las
demás especies que pueblan la Tierra.
La misantropía intrínseca del capitalismo únicamente podrá
ser frenada si esta misma humanidad llega a calibrar, en su exacta dimensión
depredadora, los perniciosos efectos que ésta tiene respecto al agravamiento
del ya popular cambio climático. Se ha de entender que las diversas
conferencias y acuerdos en materia ecológica celebrados por los gobiernos de
los diversos continentes no resultan suficientes para contener tales efectos.
En su lugar, como último foco de esperanza, habría que plantearse la
construcción de un nuevo modelo de civilización, inspirado en el socialismo
revolucionario, sin entender que éste sea calco y copia de las experiencias
históricas fallidas de otras latitudes sino uno que esté enraizado en la
idiosincrasia, los intereses comunes y las luchas legítimas de nuestros
pueblos; algo que obliga a ver al socialismo bajo nuevas perspectivas y al
capitalismo como el máximo enemigo de la existencia y de la liberación
humanas.-
mandingarebelde@gmail.com
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