martes, 19 de marzo de 2019

Repensar el papel de la Universidad en el siglo XXI



Por Marcel Doubront:

Evaluar el actual contexto social que vive el país desde la subjetividad, permite llegar a conclusiones inmediatas, encontrando culpables, señalando a supuestos opresores, apropiándose de la condición de oprimidos, es algo muy fácil, solo es suficiente analizar desde la zona de confort  o desde los intereses individuales, no obstante, los que creemos en la Pluriuniversidad como bien definiera Boa ventura de Sousa Santos “un conocimiento transdisciplinar que por su propia contextualización obliga a un diálogo o confrontación con otros tipos de conocimiento” entiéndase un conocimiento construido desde la interacción del saber científico y los saberes populares, estamos obligados a ver desde una posición compleja y no reduccionista, conociendo y comprendiendo el problema para plantear una alternativa.


La valoración del  presente histórico obliga a elegir una de dos opciones que están sobre la mesa, seguir buscando culpables o buscar una reflexión colectiva en relación a las consecuencias de la existente fragmentación como país del cual estamos inmersos, esto no trata de defender o señalar una postura política u otra, si bien es sabido que como sujetos políticos no somos neutrales, la ocasión amerita que a través de la diversidad y la libertad de pensamiento que nos abrogamos, intentar buscar desde la multidisciplinariedad la apertura a la descolonización del pensamiento como cimiento a la resolución de nuestros problemas como sociedad,  esa que nos hace llorar mientras que otros nos venden los pañuelos o como manifestara Darcy Ribeiro “Sólo hay dos opciones en esta vida: resignarse o indignarse.” sin embargo, sería muy injusto con las nuevas generaciones y las por venir que la universidad se resignara a los múltiples problemas que enfrenta cómo y en sociedad.

En ese orden de ideas, la Ley de Universidades en su Artículo 2. Refiere “Las Universidades son instituciones al servicio de la Nación y a ellas corresponde colaborar en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales.” no obstante, ¿Qué podemos entender por nuestros problemas nacionales y que debemos hacer como universidad? en correspondencia con lo expuesto, Ivonne Farah en el libro La Universidad en el siglo XXI de Boaventura de Sousa Santos expresa:

Las transformaciones políticas que está viviendo el país han puesto a la universidad pública ante la necesidad de reflexionar sobre sí misma, sobre su lugar en la producción de interpretaciones culturales de la realidad, sobre su papel de mediadora cultural en las relaciones entre estado y sociedad, y sobre la naturaleza de su carácter público.

Hoy la sociedad de acuerdo a su perfil, se divide en afirmaciones donde está situado la causa de nuestros problemas, afirmando tesis como vacíos en el área económica, política, jurídica, educativa, o moral, cada quien desde su óptica expone su visión y no buscar medios desde la multidisciplinariedad afín de que, desde la diversidad de los diferentes actores de la sociedad, poder encontrar una solución Transdisciplinaria, endógena y de pertinencia. Al respecto, el Maestro Simón Rodríguez oportunamente para este contexto expone, “Adquirir luces sociales significa rectificar las ideas inculcadas o mal formadas. Mediante el trato con la realidad en una conjugación inseparable de Pensar y Actuar bajo el conocimiento de los principios de independencia y generalización absoluta.”

En relación a lo expuesto, es necesario preguntarse ¿de dónde adquirimos esas ideas inculcadas o mal formadas? es oportuno señalar que a la educación no se le puede abrogar toda la responsabilidad de esas “ideas inculcadas o mal formadas” pero si puede ser culpable si no las contrarresta desde su praxis. En sinergia Boaventura de Sousa Santos refiere “La responsabilidad social de la universidad debe ser asumida por la universidad aceptando ser permeable a las demandas sociales, especialmente aquellas originadas en grupos sociales que no tienen el poder para imponerlas.” y no verlas como centros apolíticos y fragmentados de la realidad al respecto Ander Egg  refiere “el problema de la educación no puede ser considerado aisladamente del contexto político, social, económico y cultural en que se da”.

En virtud de lo expuesto, cabría la interrogante ¿Qué consonante es nuestra educación con el momento histórico? Afirmara José Martí, “El primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo.” pero, ¿Cómo coadyuvar a la creación de profesionales de su tiempo que a su vez sean mujeres y hombres de su tiempo? al respecto Zemelman refiere.

Si no estamos construyendo un pensamiento teórico porque no estamos comprendiendo los fenómenos de nuestras realidades, con toda su carga histórica y la propia historicidad del fenómeno ¿Cómo podemos formar a la gente joven?, ¿Cómo se puede formar a alguien, en el sentido de enseñarle a pensar?

Vivimos tiempos de mucha tensión, donde la educación universitaria  no puede ser indiferente,  los conocidos sectores en conflictos (Chavistas y Opositores)  no solo se abrogan la verdad sino que le endosan la responsabilidad de todos sus males a su adversario político o en un mejor término con quien discrepa de sus ideas y principios, en tal sentido, aunque se hable mucho de dialogo sería poco efectivo si el tema central de la reconciliación no es el proyecto país, en consonancia, Maturana afirma “Pienso que uno no puede reflexionar acerca de la educación sin hacerlo antes o simultáneamente acerca de esta cosa tan fundamental en el vivir cotidiano como es el proyecto de país en el cual están inmersas nuestras reflexiones sobre educación.”

Esta afirmación también es compartida por Boaventura de Sousa Santos cuando refiere que “La universidad pública sabe que sin proyecto nacional sólo hay contextos globales y estos son dema¬siado poderosos para que la crítica universitaria de los contextos no acarree la propia descontextualización de la universidad.” En correspondencia, es importante tener presente que la educación debe ser movida por un proyecto país afín de tener una educación de pertinencia con profesionales comprometidos al desarrollo local, regional y nacional,

De igual manera ese proyecto país debe estar en sinergia (y viceversa) a los planes educativos que se desarrollan ya que de estas casas de estudios no solo se formaran los profesionales que impulsaran el desarrollo de la nación sino que de estas se deben realizar las investigaciones y proyectos más oportunos para los desafíos del presente y futuro que afronta el país,  en ese sentido, la Ley de Universidades  en su Artículo 3.

Las Universidades deben realizar una función rectora en la educación, la cultura y la ciencia. Para cumplir esta misión, sus actividades se dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y la enseñanza; a completarla formación integral iniciada en los ciclos educacionales anteriores, y a formar los equipos profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo y progreso.

En el 2017 el actual Ministro de educación Universitaria Hugbel Roa hablaba sobre la necesidad de “la ciencia al servicio del ser humano y no del capital” así como  “La Universidad comprometida con la solución de los problemas del país.” preguntándose además  “¿qué ha faltado para que esta visión se imponga y en consecuencia se traduzca en beneficios directos y concretos para el pueblo en la medida que la Universidad se incorpore a la sociedad con la fuerza y potencialidad que debe tener para la solución de los problemas. ¿Una política científica nacional que estimule la solución para nuestra realidad, desde las universidades?”.

En razón de ello, el  sistema educativo no puede estar desconectado de esa responsabilidad, sería de muy mala fe, exigir que otros asuman la responsabilidad que puede y que debe ocupar un contexto educativo de coherencia y pertinencia, pero si el plan donde están inmerso los pensum y la praxis educativa consiste en solo graduar profesionales para el desarrollo personal del educando y no como una visión prospectiva desde un proyecto país, estamos jodidos, en tal sentido, cabría preguntarse ¿hay una necesidad de forjar una educación que no solo se traduzca en tener quien sepa sino garantizar tener quien haga? Boaventura de Sousa Santos expresa “Los desarrollos de la última década ponen desafíos mucho más exigentes a las universidades y específicamente a la universidad pública”.

Para ello, debe existir una estrecha sinergia entre el conocimiento y la conciencia afín de que la educación sea no solo un proceso de formación sino de transformación intelectual pero también moral y humana,  en correspondencia el Maestro  Simón Rodríguez también refería “Enseñar es hacer comprender; es emplear el entendimiento; no hacer trabajar la memoria" de conformidad con lo expuesto,  Freire expone que  “La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.” Si la misión de educar no está cargada de una mirada prospectiva a la sociedad necesaria citando nuevamente a Robinson “nunca se hará republica con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte”.

Hoy el subsistema universitario afronta  grandes problemas de deserción, desinterés, bajo rendimiento estudiantil, disminución de la calidad académica, etc., mucho pueden atribuir  asertivamente que el motivo a los problemas mencionados a la crisis económica, infraestructura universitaria, carencia de condiciones logísticas y tecnológicas, etc., no obstante, tampoco estaría alejada de la realidad que hoy la educación universitaria está hablando un idioma totalmente antagónico a las expectativas de sus educandos o como refiriera Gutiérrez “La escuela que nació como mediadora entre la persona y las necesidades sociales, hoy está jugando el papel narcisista de ser fin en sí misma, Ha creado su propio medio, su entorno y hasta su lenguaje.”  Por ello, son oportunas las palabras del Maestro Simón Rodríguez cuando refiere.

 “No hay interés donde no se estribé el fin de la acción. Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres partes del arte de enseñar. Y no todos los maestros sobresalen en las tres.”

Si la universidad no es coadyuvante de la construcción de la nueva ontología del educando, sino existe la fusión de conocimiento y conciencia, si el plan que se adopta es una imposición y no una visión de desarrollo intelectual, moral, humanístico, colectivo, de patria, un cimiento de libertad, si este no es multi y transdisciplinario, todo ese esfuerzo no solo será insuficiente sino infecundo (parafraseando al manifiesto de Córdoba de 1918). En razón de ello, buscar una transformación Universitaria que trascienda de lo tradicional a lo Robinsoniano, pasa como refiriera Rigoberto Lanz pasa por.

Entender las transformaciones universitarias como un proceso de cambio paradigmático en todos sus ámbitos, es decir, como una reforma del pensamiento, es la condición de posibilidad de transitar un camino de refundación del papel de la educación en esta nueva era planetaria; Mariategui lo había alertado cuando hacía referencia sobre “La docencia secundaria y universitaria, tanto por su función como por su estructura, tiende a crear una burocracia conservadora.”  En otras palabras, una intelectualidad que sabe mucho pero comprende poco, pero mucho peor intenta imponer sus dogmas mediante la instrucción y no la facilitación de herramientas para construir el conocimiento, en  esa necesidad evolución al siglo XXI de nuestras universidades, pasa por el entendimiento  de lo que refiriera el Maestro Simón Rodríguez  en una época muy cónsona a la nuestra  “Hoy se piensa, como nunca se había pensado, se oyen cosas  que nunca se habían oído,  se escribe  como nunca se había escrito y esto va formando opinión en favor de una reforma, que nunca se había intentado”.

En correspondencia con lo citado Ortega y Gasset hace referencia “Todo movimiento de reforma reducido a corregir los chabacanos abusos que se cometen en nuestra universidad llevara indefectiblemente a una reforma también chabacana” Si no se tiene claro que es lo que se necesita, si se desconoce o no hay un concierto  de nuestras universidades con el proyecto país  o mucho peor, ante la actual situación si la universidad no está a la altura de presentar planes que permitan fortalecer un proyecto país, muy insignificante es lo que se puede lograr de acuerdo a la dicotomía entre el momento histórico, la necesidad histórica y las acciones  que se emprenden.

marceldoubront@gmail.com

0 comentarios:

Publicar un comentario