Brasil, llamado el gigante latinoamericano, con sus 208
millones de habitantes y con una convocatoria a segunda vuelta presidencial
electoral, mantiene en vilo, no solo a su mayoritaria población sumida en la pobreza, sino a toda América
Latina y al mundo. Las expectativas son preocupantes. El candidato de la
derecha, Jair Bolsonaro, un ex -capitán del ejército que se ha negado a debatir públicamente su
oferta y posible programa de gobierno, está dejando ver solo un hombre
deshumanizado y dictatorial. Su discurso amenazante, violento, degradante y
hasta vulgar hacia su opositor y su pueblo, no presagian nada bueno. El hecho
de haber declarado que, si pierde no reconocerá al oponente, constituye otra
fase que, política y socialmente lo muestra desubicado y lo identifica con
otros candidatos de otros países que se adelantan a los hechos como estrategia
y tratando de infundir temores y miedo a la población, actitudes propias del
militarismo gorilista que ya sufrió Brasil con una dictadura criminal.
Su oponente, Fernando Haddad, un profesor –como lo reconoce
la población – lo llamó a debatir públicamente, como corresponde a un candidato
en democracia, a lo cual Bolsonaro se negó repetidamente. Haddad partió perdiendo en votación inicial, pero
cada día subió en las encuestas no solo con los indecisos sino hasta con una
gran parte de la población que, inicialmente, pensó en dar su voto al ex –
militar oponente. El escenario está muy caliente dadas las experiencias de las
destituciones judiciales a la presidenta electa y el carcelazo a Lula Da Silva,
al que, según opiniones de juristas, tampoco se le comprobó delito. Otro
elemento perturbador es que quién acusó de fraude –Bolsonaro – bien puede ser
el defraudador.
A que le teme Bolsonaro, cuando sus ex -compañeros de armas
–según videos y denuncias – amenazaron a los miembros del Tribunal Electoral de
ese país, otro elemento nefasto. El panorama muestra que la democracia continúa
amenazada en Brasil. Los fake news contra
Haddad no faltaron y hasta un supuesto intento de asesinato. Las proclamas de
acciones a seguir por el ex – militar, si realmente gana, sería la continuación
de Temer y militarizadas, más aún con la admiración manifiesta de Bolsonaro por
el señor Trump. Haddad ha hecho promesas posibles de realizar en el campo de la
reactivación de la economía, la salud, la educación y los aspectos de
desarrollo humano, la bolsa familia y otros beneficios para la clase pobre,
mayoría en Brasil.
Factores externos de ese país muestran también estados extremos
de discriminación, amenazas, violencia e imposiciones, lo que unido a las
grandes riquezas con que cuenta Brasil no presagian nada positivo para los
brasileños, para América Latina ni para este mundo tan convulsionado. No se
puede ignorar tampoco la importancia estratégica y geopolítica de Brasil.
Analistas e intelectuales sostienen
estarse conformando un eje o tenaza en el cono sur de América la que se
cerraría con otro país al norte
suramericano y otro en centro América. “Las bases militares foráneas así
permiten deducirlo”, afirman, y los gobiernos corruptos abonan el terreno.
Tampoco se puede soslayar la marcha de los centroamericanos
cercados por el hambre y las precariedades. Todo parece indicar que los
rescoldos de épocas anteriores reverdecen al amparo de políticas prefabricadas
desde afuera y ejecutadas por criollos con la misma mentalidad y como
consecuencia de una formación de dependencia.
Las guerras perdidas
y los desaciertos de occidente continúa pagándolas el Tercer mundo. Que sucederá,
está por verse. El agravamiento de la pobreza en el “patio trasero” ya no se
soporta y la crisis económica y social de las grandes “potencias” los hace más
colonialistas en la persistencia de no abandonar su presa: América latina y el
Caribe.-
Periodista-Analista Internacional
indoame08@gmail.com
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