Israel inició la construcción de un muro bajo el mar para
encerrar todavía más a la Franja de Gaza, en una nueva medida represiva contra
el pueblo palestino.
“Esta acción frustrará los objetivos de Hamas, que perderá
otra capacidad estratégica y enormes cantidades de dinero”, anunció sin ruborizarse
el ministro de Asuntos Militares israelí, Avigdor Lieberman. De esta manera, el
funcionario, representante de la ultraderecha judía, daba inicio a la
construcción de un muro subacuático en el mar Mediterráneo que permitirá
encerrar todavía más a la Franja de Gaza, el enclave costero palestino de 360
kilómetros cuadros en el que sobreviven dos millones de personas.
El domingo 27 de mayo, maquinarias pesadas comenzaron los
movimientos de tierras para separar la playa de Zikim, en los territorios ocupados
palestinos de la franja. En un comunicado, la cartera que comanda Lieberman
explicó que unidades de ingeniería y construcción proceden a la instalación de
una barrera marítima con el objetivo de “prevenir infiltraciones” de palestinos
y palestinas a través del mar.
Según el gobierno de Tel Aviv, el denominado “muelle
impermeable” consiste en tres capas, incluyendo una por debajo del nivel del
mar. Se calcula que la obra finalizará en un año. Desde el Ejecutivo israelí
agregaron, haciendo uso de una retórica pérfida, que el proyecto es “único en
el mundo”.
En el comunicado del ministerio de Asuntos Militares
explicaron que la “nueva respuesta a la amenaza a la seguridad fue diseñada
para resistir las condiciones del mar y servir al establecimiento de defensa
durante años”. Como siempre, desde Israel se apeló a la “seguridad”, la gran
excusa esgrimida durante décadas para arrasar las tierras palestinas y expulsar
a las personas que viven en ella. Lieberman, que en mayo pasado declaró que los
soldados israelíes se “merecen una medalla” por matar a los palestinos y las
palestinas que encabezan las protestas de la Gran Marcha del Retorno, justificó
que el muro subacuático permitirá defender “los ciudadanos israelíes con
fortaleza y sofisticación”.
El muro en la playa de Zikim se suma a la cacería que
periódicamente desata la Armada israelí contra los pescadores gazatíes. El 25
de mayo se conoció que las fuerzas navales hebreas arrestaron a cinco
pescadores que navegaban frente a la costa del norte de Gaza. Durante el ataque,
el barco de los hermanos Rasem y Mohamed Zayed fue blanco de los disparos
israelíes.
Los pescadores palestinos tienen permitido navegar dentro de
las seis millas náuticas desde la costa, aunque esa disposición, de por sí
coercitiva, poco le importa a Israel. El Centro Palestino para los Derechos
Humanos (PCHR) denunció en varias oportunidades que los ataques contra
pescadores se realizan a una distancia de seis millas náuticas, lo que
“demuestra que las políticas de las fuerzas israelíes apuntan a restringir las
restricciones a los pescadores de la Franja de Gaza y sus medios de vida”.
Según los Acuerdos de Oslo firmados en 1993, los más de tres mil pescadores que
trabajan en Gaza tienen acceso al 85% de las áreas marítimas de la zona. Esto,
por supuesto, nunca fue respetado por Israel.
Los profundos cambios demográficos y arquitectónicos en los
territorios ocupados palestinos son un eje fundamental en la política oficial
israelí de desplazamiento forzado y expansionismo territorial. Los
asentamientos ilegales de colonos judíos que avanzan sobre Cisjordania, la
destrucción de casas, hospitales y escuelas a través de bombardeos, el robo
abierto de agua potable –como en el valle de Jordán- y la fragmentación
territorial del suelo palestino -infectado por check point militares
israelíes-, conforman una metodología unificada que viola las leyes
internacionales, la cual es observada en silencio por la mayoría de los
gobiernos del mundo.
Naciones Unidas alertó que para el 2020 Gaza será
inhabitable si no se toman medidas para frenar el bloqueo israelí y desarrollar
un plan de mejoras a sus infraestructuras. La Agencia de Naciones Unidas para
los refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) también advirtió que la
agricultura es uno de los sectores que se verán seriamente afectados, entre
ellos por la falta de acceso al agua. Según la agencia de Naciones Unidas, el
80% de las familias en la franja reciben algún tipo de ayuda humanitaria,
mientras que el 39% vive por debajo del umbral de la pobreza.
La Franja de Gaza, zona bombardeada con regularidad por la
aviación israelí, atraviesa una catástrofe humanitaria pocas veces vista en la
historia moderna.
El muro subterráneo
En mayo de 2017, el gobierno de Benjamín Netanyahu
anunció la construcción de una barrera
subterránea en la frontera con Gaza, en el marco del proyecto “Obstáculo”. Otra
vez la “seguridad” apareció como un argumento que calza a la perfección entre
los ministros israelíes. El muro tiene una extensión de 65 kilómetros y está
dotado de sensores electrónicos para detectar cualquier intento de perforación.
En agosto del año pasado, el diario El País informó que en
la construcción del muro participan “ingenieros y técnicos españoles
subcontratados por compañías locales” junto a “ingenieros italianos y obreros
israelíes y moldavos, hasta sumar un millar de empleados”. Protegidos por
soldados israelíes, los encargados de la obra cuentan con “maquinaria de
perforación traída desde Alemania y arcillas especiales de bentonita importadas
de Hungría para sellar una barrera subterránea de cemento”, indicó el diario
israelí Haaretz. “Todos los contratados han sido investigados previamente por
el Shin Bet, el servicio secreto de seguridad interior”, agregó El País
.
El nuevo muro de exclusión de palestinos y palestina fue
bendecido por un presupuesto gubernamental de 750 millones de euros y
adjudicado a las compañías israelíes Danya Cebus, Solel Boneh, Olitzky y
Gabbay.
El Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, que gobierna en
la Franja de Gaza desde 2007, calificó el proyecto israelí como una
“declaración de guerra”. El portavoz de la organización, Hazem Qasem, afirmó
que la construcción del muro forma parte de la “intensificación del asedio” a
Gaza.
El muro en Cisjordania
Desde hace 13 años, Israel mantiene la construcción de un
muro de más de ocho metros de altura y que ya lleva 300 kilómetros de extensión
sobre territorios palestinos. La obra, denunciada a nivel internacional y que
tiene la condena de Naciones Unidas y de la Corte Internacional de La Haya,
redobla la política expansionista israelí y genera la separación no sólo
territorial sino humana del pueblo palestinos. Como lo define el periodista
Pedro Brieger en su libro El conflicto palestino-israelí. 100 preguntas y
respuestas, el muro convirtió “a varias ciudades palestinas en verdaderos
guetos”.
La orden para la construcción del muro que penetra a
Cisjordania fue dada por el entonces primer ministro israelí, Ariel Sharon, el
16 de junio de 2002. Por esos días, el pueblo palestino encabezaba la Segunda
Intifada contra la ocupación israelí. Las críticas a esta medida se deben a que
la construcción iba a respetar la Línea Verde, como se conoce la frontera
establecida luego de la Guerra de los Seis Días en 1967, pero en la actualidad
el 80% del muro avanza sobre territorio cisjordano, adentrándose en algunos
lugares hasta 22 kilómetros, con el fin de poblar las zonas con asentamientos
judíos ilegales. Se calcula que al menos quinientos mil palestinos y palestinas
son afectados por la construcción del muro.
Durante décadas, el mundo criticaba con dureza el Muro de
Berlín, que se extendía un poco más de tres metros y medio sobre el suelo y
tenía una extensión de 155 kilómetros. Los muros de Israel, por lo visto, no
conmueven demasiado a quienes se horrorizaban por las separaciones impuestas en
un pasado que se repite.
leandroalbani@gmail.com
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