martes, 8 de mayo de 2018

Venezuela vota y eso ya es una victoria chavista

Por Emilio Marín: 
La elección presidencial será el 20 de mayo, con cinco candidatos diferentes. Trump y gobiernos afines desconocieron el comicios, que en sí mismo será un éxito chavista. La elección iba a ser el 22 de abril pero por acuerdo de dos de los candidatos, Nicolás Maduro, y el opositor Henri Falcón, la Comisión Nacional Electoral los postergó para el 20 de mayo. La voluntad popular expresada en las urnas, mediante “el mejor sistema electoral del mundo”, según reconocimiento del expresidente norteamericano James Carter, decidirá quién ocupará el Palacio de Miraflores los próximos seis años (2019-2025).



El candidato oficialista es Maduro, ganador de las elecciones de 2013 tras la muerte de Hugo Chávez. Hay diez partidos que lo apoyan, agrupados en el Frente Amplio de la Patria; entre ellos el suyo, PSUV; el Partido Comunista, PPT y otros.
Otros cuatro son opositores, de derecha explícita, más allá del maquillaje que suele usarse en estas ocasiones, comenzando por el exchavista y exgobernador de Lara, Henri Falcón, de Avanzada Progresista unida al MAS y Copei. También se inscribieron el empresario Luis Alejandro Ratti, el ex pastor evangélico Javier Bertucci, de Esperanza para el Cambio; y Reinaldo Quijada, de la Unidad Política Popular 89, de izquierda, de boca para afuera.

Esta oferta opositora supone un primer fracaso para la plana mayor de la Mesa de Unidad Democrática: Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular decidieron el boicot con acusaciones de “fraude” nunca probadas en 25 elecciones desde 1999.

Los principales dirigentes de la MUD, Julio Borges y Henry Ramos Allup, aceptaron en mayo de 2016 una mesa de negociación con Maduro en República Dominicana, con tres expresidentes: el español José Luis Rodríguez Zapatero, el panameño Martín Torrijos y el dueño de casa Leonel Fernández. Los representantes del gobierno fueron los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, el primero ministro de Comunicación y exsecretario general de Unasur, y la segunda ex canciller y titular de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Las dos partes habían concluido en enero de 2018 las negociaciones y acordado un texto que hacía posible las elecciones presidenciales y de Consejos Legislativos y Municipales, pero cuando llegó el momento de firmarlo Borges se ausentó y no lo hizo. Rodríguez Zapatero le hizo una exhortación pública, amable pero firme, tipo intimación a firmar, pero no dio resultado. ¿Qué había pasado para que la MUD diera el portazo?

Hubo dos razones de mucho peso. Una, fundamental, después de la dura derrota de las elecciones a la ANC, la estimación opositora fue que iba a otro doloroso fracaso.

Y dos, tan importante como la primera, Donald Trump usó una brutal intervención contra Caracas, con sanciones económicas y financieras sin descartar una agresión militar. Formó el “Grupo de Lima” en la OEA, con 12 gobiernos que al unísono repetían la muletilla “Maduro dictador”, y el 23 de febrero esa cloaca neocolonial desconoció los comicios venezolanos. La MUD terminó plegándose a esa táctica de Trump y Mauricio Macri. Le iba a resultar muy contradictorio acusar a Maduro de ser un dictador y al mismo tiempo participar del comicios, encima con la perspectiva de otro traspié.

Eso abrió una división en la MUD, porque Falcón -ex jefe de campaña en 2013 del opositor Henrique Capriles Radonsky– decidió intervenir igual en las elecciones, repudiado por el resto de los confabulados.

¿Quién gana? 
El cronista no cometerá la tontería de pronosticar el resultado porque la situación económica del país es muy difícil, sobre todo por una inflación galopante que puede trepar hasta el 13.000 por ciento. Y sus consecuencias en la vida de la gente son muy negativas, lo que puede influir en el voto castigo, a lo que apuesta un Falcón entusiasmado porque Datanálisis le da un empate técnico con el presidente.

Además no se puede descartar que a último momento tres de los opositores terminen declinando sus candidaturas en favor del mejor posicionado, Falcón, con lo que las chances de éste aumentarían.

Para el exgobernador de Lara la peor astilla puede ser la del mismo palo. Si la MUD convence a una parte opositora que lo mejor es no ir a votar, le haría un favor a Maduro, cuya apoyatura social sí irá a votar, llueve o truene, como en la Constituyente.

La elección en sí misma será una victoria chavista porque se habría podido votar, como en julio pasado en la ANC, superando el irracional boicot de la MUD, el imperio y su encargado de negocios en la embajada en Caracas, Todd Robinson, quien violó la neutralidad de diplomáticos prevista en la Convención de Viena de 1961.

Entre marzo y julio de 2017 la oposición impulsó la violencia callejera con fines golpistas que dejó 142 muertos y 800 heridos de gravedad. De ese incendio hasta hoy hay una evidente consolidación del gobierno de Maduro y un mayor apoyo social.

Es cierto que continúan graves problemas económicos y que eso determinó que casi 900 mil venezolanos se fueran a vivir a otros países. Pero esos dramas no fueron causados por Miraflores sino por las sanciones de Obama y Trump, más el desabastecimiento, especulación financiera y fuga de divisas del empresariado privado, latifundistas y bancos.

Estuvo bien el fiscal general, Tarek William Saab, al disponer la prisión de 11 banqueros del banco Banesco, acusados de operaciones con dólar al precio del mercado paralelo (un dólar a 600.000 bolívares en vez de uno a 70.000). Maduro también lanzó una cripto moneda, el Petro, respaldada en las reservas de crudo, con apoyo iraní, ruso y chino, para no depender del dólar en todas las transacciones.

Pueden ser señales de que el presidente pasará a la ofensiva si consigue el voto popular para un nuevo mandato.

ortizserg@gmail.com

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