Por Rolando Prudencio Briancon:
Referirnos a las condiciones objetivas, tal como manifiestan
los manuales del marxismo, siendo éstas las causas estructurales o materiales
que son producto del desarrollo histórico concreto de una sociedad y se
desarrollan independientemente de la voluntad de los hombres; tienen que ver
entonces con las penosas condiciones de vida
de los pueblos, la explotación que soportan las clases trabajadoras y la
opresión política que soportan.
En cambio, los aspectos relacionados con el nivel de
conciencia política y de organización de las masas, se refieren en todo caso a
la disposición de éstas para la lucha política, para la acción política
concreta, en base precisamente a sus condiciones objetivas. Vale decir, es el
nivel de conciencia que adquieren las masas, una vez que han definido y
decidido actuar en función de sus intereses de clase en sí y clase para sí.
Es en esa interpretativa inferencia que como dijo el
marxista greco-francés Nikos Poulantzas se concluye que: “No es raro escuchar
que en nuestro país existen suficientes condiciones para el triunfo de la
revolución. La crisis económica y política es grave, las condiciones materiales
de vida de los trabajadores y el pueblo son difíciles, pero no podemos decir
que se ha topado fondo; más aún, es innegable que en el movimiento de masas
existen dificultades. Una significativa franja se encuentra influenciado ideológica
y políticamente por corrientes socialdemócratas (es decir burguesas) que se
mueven detrás de un proyecto que pregona la posibilidad de resolver los
problemas de las masas con “más democracia”, “profundizando la participación y
gestión popular” en las instancias gubernamentales locales y centrales; es
decir, sin romper el campo de juego delimitado por la burguesía, respetando la
institucionalidad capitalista”.
Otra de las máximas marxistas señala que a cada revolución
le corresponde un momento histórico determinado, por lo que no puede ser
siquiera imitado, pues corresponde tanto a sus condiciones objetivas y
subjetivas a una realidad concreta, difieren de las que se dan en una sociedad
respecto a otras.
Son entonces las particularidades de cada sociedad las que
crean las condiciones objetivas y subjetivas para prorrumpir un proceso
revolucionario; y las que Venezuela -como una realidad concreta determinada- ha
vivido y ha creado como condiciones subjetivas -las objetivas básicamente son
las de la crisis económica esencialmente- para reafirmar su convicción -o
niveles de conciencia en términos marxistas- revolucionaria, son las que
tenemos hoy, después de la derrota de la violencia vivida en Venezuela, y la
flamante victoria del presidente Maduro, que se puede decir que Venezuela ha
creado las condiciones subjetivas para; no sólo superar las condiciones
objetivas sino para enrumbar la naturaleza de su revolución, hacia otro estado
superior, que supondría en todo caso el transformador tránsito hacia al
Socialismo.
Sí al Socialismo del Siglo XXI que fue el que el Comandante
Eterno, como estadista por excelencia, con exactitud se encargó esbozar antes
de partir; tal como lo hizo Chávez al nombrar a Nicolás Maduro como su sucesor
hace más de 6 años atrás, y señalar la construcción de ése socialismo.
Dentro las medidas que atinadamente señala el analista
argentino Atilio Borón, dentro las tareas iniciales, cabría reafirmar la
necesidad de: “lanzar un combate sin cuartel contra la guerra económica
decretada por el imperio y atacar a fondo a la corrupción (no sólo la que
practican las grandes empresas sino también la que, desgraciadamente, está
enquistada en algunos sectores de la administración pública) y combatir con
fuerza las maniobras especulativas y el contrabando, resolviendo los problemas
del desabastecimiento, la carestía, el circulante y la inflación”. Fuente
(Telesur).
Pero no se puede descuidar a la vez las condiciones
subjetiva; y que precisamente no las ha “creado” sólo el gobierno de Maduro, sino
el mismo pueblo venezolano del que ha nacido de la toma de conciencia de los
venezolanos, que ante la incontenible inquina imperial estadounidense, que
empezó incluso; mucho antes de la llegada de Trump -aunque él ratificó su
voluntad- a la Casa Blanca, cuando Obama dictó ese descarado decreto de que
declara a: “Venezuela una amenaza para EE.UU.”; que es a partir de ese momento
que los Venezolanos se dieron cuenta, que el mismo era una convocatoria a la
violencia -como la que se vivió el años pasado- como también al pillaje
petrolero -en lo que los yanquis ya demostraron su dotes- como oprobiosamente
ocurrió en Irak, y plantaron cara a esa amenaza.
Posteriormente lo que templó el coraje de los venezolanos
más aún; fue por un lado el aislamiento internacional al que intentó, e intenta
aún inducir el Grupo de Lima -“lacayos de Lima”, -en palabras de Atilio Borón-
como el pérfido papel que jugó la OEA a la cabeza del alevoso agente de
Almagro. Así mismo las sanciones impuestas económicas impuestas por países
europeos, comandados por otro pérfido personaje como Mariano Rajoy, que
coludido con la conspiración interna incendiaron el país.
No han sido entonces ni la crisis, ni las agresiones
-condiciones objetivas- contra la patria de Bolívar y Chávez las que han podido
doblegar -condiciones subjetivas- el espíritu revolucionario de los
venezolanos, que épicamente escribirá la historia, sobre a la Revolución
Bolivariana como otro estrepitoso fracaso de los estadounidenses frente a un
pueblo pundonoroso y valeroso como el venezolano.
prudenprusiano@gmail.com
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