Por Luis Britto García
Alguna vez dije que vivíamos en la época del imperialismo
humanitario y el genocidio filantrópico. Prueba de ello, el plan Masterstroke,
del almirante Kurt Tidd, comandante en jefe delSouth Command, sección del
ejército de una potencia del Norte que nada tiene que hacer en nuestro Sur
(http://www.voltairenet.org/article201091.html.). Lo publica Voltairenet; lo comenta Stella
Calloni, especialista en operaciones de genocidio, y su contenido es coherente
con anteriores políticas y documentos de Washington. Si el dueño del circo “no descarta” la intervención armada contra
Venezuela, es creíble que los payasos disparen papelillo.
El solo título, “Plan to overthrow the Venezuelan
Dictatorship” (Plan para derrocar la dictadura venezolana), es ya una confesión
delictiva. En términos de la Carta de la
ONU y de la de la OEA, ningún Estado puede ni debe intervenir en las cuestiones
internas de otro, y mucho menos derrocar su gobierno.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Tidd confiesa
desvergonzadamente en el texto la
implicación de su gobierno en las acciones contra Venezuela: “Es tiempo de que
Estados Unidos pruebe, con acciones concretas, que está implicado en el proceso
de derrocar la dictadura venezolana, lo cual significará un punto decisivo”.
Pero también admite con mayor cinismo todavía que ese
proceso no va a ser cumplido por venezolanos, pues las fuerzas opositoras “no
tienen el poder de poner fin a la pesadilla”, ya que “las disputas internas, la
supremacía de los favoritismos particulares, la corrupción similar a la de sus
rivales, su escaso arraigo, no les garantizan la oportunidad de aprovechar la
situación y dar los pasos necesarios”.
Mayor desprecio no puede caber hacia los opositores en cuyo
beneficio se pretende destruir un país. Esta oposición perniciosa es además
minoritaria, pues el plan está dirigido
contra “los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan a los gobernantes
actuales” –o sea, la mayoría democrática.
El almirante
desarrolla su plan para exterminarla:“-Obstruir completamente las
importaciones, y al mismo tiempo, desalentar a los potenciales inversionistas
extranjeros a fin de contribuir a hacer más crítica la situación de la población
-sobre todo en lo relativo al combustible, esencial para cualquier intento de
recuperación de la economía nacional”.
A fin de agravar la
crisis que supuestamente quiere solucionar, el humanitario Comando Sur propone:
“Alentar la insatisfacción popular incrementando la escasez y el alza en precio
de los alimentos, medicinas y otros bienes, con la intención de provocar la
deserción de los ciudadanos por todas las fronteras, poniendo en riesgo así la
seguridad nacional de los países fronterizos. Causando víctimas y haciendo
responsable al gobierno de ellas. Exagerando ante el mundo la crisis
humanitaria a la cual ha sido sometido el país”. No se olvidan detalles: hay
que estructurar un plan para lograr la profusa deserción de los más calificados
profesionales, a fin de “dejarlo absolutamente sin profesionales”, lo que
agravará todavía más la situación interna, y culpar de ello al gobierno.
Un “Golpe Maestro” no ahorra crímenes: “Incrementar la
inestabilidad interna hasta un nivel crítico
intensificando la descapitalización del país, la fuga de las divisas
extranjeras y el deterioro de su base monetaria, provocando la aplicación de
nuevas medidas inflacionarias que incrementen su deterioro y que
simultáneamente provoquen a los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan
a los gobernantes actuales- y a aquellos que están en mejor situación, a ver su
status social como amenazado”.
No se le escapa al aprovechado almirante que a pesar de
todas estas fechorías, una oposición
minoritaria, sin poder, “de escaso arraigo”, sumida en “disputas, favoritismos
y corrupción” seguramente será incapaz de arrebatarle el gobierno a la mayoría
democrática. Por tanto, se impondrá la democracia minoritaria con los métodos
más antidemocráticos: “Usar a los
oficiales del ejército como una solución alternativa o definitiva…
endureciendo las condiciones dentro de las Fuerzas armadas para que ejecuten un
golpe antes de que acabe el año 2018”.
Pero Estados Unidos y cierta oposición llevan veinte años
fraguando un golpe de Estado que nunca cuaja. Habrá entonces que derrocar
al gobierno con fuerzas foráneas. A tal
fin, urge Tidd “Apelar a los aliados domésticos, así como a otras personas
insertas desde el exterior en la escena nacional a fin de que generen
protestas, motines e inseguridad, saqueos, robos, asaltos y secuestros de
transportes de naves y de otros medios de transporte, con la intención de
sumergir al país en una crisis a través de las fronteras y otras posibles vías,
dificultando de tal modo la Seguridad Nacional de los países fronterizos.
Causando víctimas y haciendo al gobierno responsable de ellas. Magnificando
ante el mundo la crisis humanitaria a la cual el país ha sido sometido”.
“Avanzar en la instalación en bases de aeroplanos de combate y helicópteros,
vehículos blindados, posiciones de inteligencia, y unidades militares
especiales y logísticas (de policía y militares, fiscales de distrito y
prisiones)”.
O, para hablar más claro: la imposición por la fuerza bruta
de ejércitos de ocupación extranjeros, pues los estadounidenses generosamente
están dispuestos a sacrificar como carne de cañón ciudadanos de otros países
latinoamericanos: “Comprometer a Brasil, Argentina, Colombia y Panamá para
contribuir con un mayor número de tropas, para utilizar su proximidad geográfica
y su experiencia en operaciones en regiones selváticas. Fortalecer su condición
internacional con la presencia de unidades de combate de los Estados Unidos de
América y los países citados, bajo el comando de un Estado Mayor conjunto
dirigido por Estados Unidos”. Los estadounidenses estarán allí para fortalecer
y comandar: que los desechables hispanos se quemen el pecho por ellos.
Se engañan entonces los opositores que anhelan una fotogénica invasión de rubios marines
airosamente uniformados. Estados Unidos utiliza actualmente en sus guerras
sucias los más inmundos mercenarios. Planea Tidd “Reclutar paramilitares
principalmente en los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y el Norte
de Santander, áreas densamente pobladas
por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y ahora regresan huyendo
del régimen, para intensificar las actividades desestabilizadoras en la
frontera común entre ambos países. Hacer uso del espacio vacío dejado por las
FARC, la beligerancia del ELN y las actividades en el área del Clan del Golfo.
Preparar la involucración de fuerzas aliadas en soporte de los oficiales
venezolanos para controlar la crisis interna, en caso de que estos retarden demasiado tomar la iniciativa”. También hay que
“Continuar el fuego en la frontera común con Colombia. Multiplicando el tráfico
de combustible y otros bienes. El movimiento de paramilitares, incursiones
armadas y tráfico de drogas. Provocando incidentes armados con las fuerzas
venezolanas fronterizas de seguridad”.
El South Command viene por sangre; y para encauzar la
inundación, hay que “Organizar el
aprovisionamiento y el relevo de tropas y del soporte médico y logístico desde
Panamá. Hacer buen uso de las facilidades de vigilancia electrónica y señales
de inteligencia; de los hospitales y sus dotaciones desplegadas en Darién, los
aeródromos equipados del Plan Colombia, así como de los campos de aterrizaje de
las antiguas bases militares de Howard y Albrook, así como la perteneciente a
Río Hato. En adición, el Centro Humanitario Regional de las Naciones Unidas,
diseñado para situaciones d catástrofe y emergencia humanitaria, que dispone de
un aeropuerto y de sus propios alojamientos”.
No hay canallada sangrienta sin hipocresía leguleya. Para aniquilar un país
que no ha agredido a nadie, según Tidd se debe: “Desarrollar la operación bajo
bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de Ejércitos Americanos,
bajo la protección de la OEA y la supervisión en el contexto legal y mediático
del secretario general Luis Almagro. Declarar la necesidad de que el comando
continental sea fortalecido para actuar, utilizando el instrumento de la Carta
Democrática Interamericana, a fin de evitar la ruptura del orden democrático”.
Y en fin, “Promover la solicitud del envío de una fuerza militar de la ONU para
la imposición de la paz”.
En resumen: Masterstroke planea asaltar Venezuela, la nación
que libertó cinco países latinoamericanos, con una horda de ejércitos
extranjeros. ¿Le habrá contado alguien a Kurt Tidd que existe un veto en el
Consejo de Seguridad de la ONU que puede detener esta canallada? Este era
también el Plan Maestro de Inglaterra, Alemania e Italia cuando con quince
acorazados bloquearon, asaltaron y saquearon nuestras costas en 1902. A la voz
de “La Planta Insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria”
acudió un ejército de cien mil voluntarios, y los imperios se retiraron, hasta
el día de hoy y por los siglos de los siglos, Amén.
Elige con quién
estás hoy.
brittoluis@gmail.com
A los "pontífices" como Brito García se debe que aún hasta hoy los pueblos del mundo no hayan podido sepultar a la ONU y la OEA y a su retórica falaz. De alguna manera cada quien ha sido o es beneficario de la "filantropía" de estos organismos o esperan serlo en algún momento. Sus obras no son sino el triste acomodo a cómo soplen los vientos, pero jamás su denuncia tocará la yugular del imperio sionista eeuro-estadounidenseisraelí-saudí y la de su institucionalidad para el terror y la muerte: la ONU y la OEA.
ResponderEliminarDefender el Proceso Bolivariano es defender la SOBERANIA de Latinoamérica ante las amenazas de invasión militar por parte de EEUU.
ResponderEliminarVolverán los pacificadores, ya no como hace 500 años a nombre del Papado, de la santa iglesia católica y de los sacrosantos reyes de Hispania, sino a nombre de la democracia, los derechos humanos y la libertad del comercio, prevalidos de la pretendida potencia de sus cañones y sus métodos demoníacos. ¿Tienen los militares de continente la valía moral para condenar a terceros por hechos que ellos mismos han llevado a cabo en sus propios países? ¿Qué dicen del Plan Orión en Medellín y de los falsos positivos, los militares colombianos, por ejemplo?
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